Del salario a la dignidad: avances y límites en la lucha contra la pobreza

Entre 2022 y 2024, México registró cifras que parecían alentadoras: más de 8 millones de personas dejaron de ser consideradas pobres, y la pobreza extrema se redujo en 2.1 millones de casos. El dato fue celebrado por el gobierno federal y difundido ampliamente en medios nacionales e internacionales. Sin embargo, detrás de esta narrativa de éxito se esconde una paradoja inquietante: aunque la pobreza por ingreso cayó, la vulnerabilidad social creció, revelando la fragilidad estructural del país.

El informe conjunto del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) permite analizar esta doble cara de la realidad mexicana. Lo que encontramos es un mosaico de avances cuantitativos pero también de rezagos que comprometen el futuro.

Un logro en los números: la pobreza en descenso

De acuerdo con las cifras oficiales, la población en situación de pobreza multidimensional pasó de 46.8 millones de personas en 2022 (36.3% de la población) a 38.5 millones en 2024 (29.6%). La pobreza extrema, definida como aquella en la que los ingresos no alcanzan para cubrir siquiera la alimentación básica, se redujo de 9.1 a 7.0 millones de personas en el mismo periodo.

El CONEVAL atribuye este avance principalmente a dos factores: el aumento sostenido del salario mínimo y la formalización del empleo. “El incremento del ingreso laboral explica buena parte de la reducción de la pobreza. Se trata de un cambio positivo, pero todavía insuficiente si no se acompaña de políticas públicas que garanticen derechos sociales”, explicó José Nabor Cruz, secretario ejecutivo de CONEVAL, en entrevista reciente.

Un factor determinante fue el ajuste en el salario mínimo, que pasó de 172.87 pesos diarios en 2022 a 248.93 pesos en 2024. Esto representó un aumento real que benefició particularmente a trabajadores de sectores formales en el norte del país y en industrias manufactureras vinculadas al nearshoring.

La paradoja de la vulnerabilidad

Pese a esta reducción, la población vulnerable por carencias sociales aumentó en 4 millones de personas, al pasar de 37.9 millones en 2022 a 41.9 millones en 2024.

¿Cómo se explica este fenómeno? La pobreza multidimensional mide tanto el ingreso como el acceso a derechos básicos (salud, educación, seguridad social, alimentación, vivienda y servicios). Cuando un hogar logra mejorar sus ingresos, puede salir de la categoría de “pobre”, aunque siga sin acceso a seguridad social o con rezago educativo.

“Lo que estamos viendo es un espejismo estadístico. La gente puede estar ganando un poco más, pero si no tiene acceso a salud ni seguridad social, sigue viviendo en la cuerda floja”, señaló la economista Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

En otras palabras, los avances en ingresos están en riesgo de revertirse ante cualquier crisis: la pérdida de un empleo formal, una enfermedad o una recesión pueden regresar a millones de personas a la pobreza.

Carencias sociales: luces y sombras

El informe detalla reducciones en varias dimensiones:

  • Acceso a la salud: bajó de 39.1% a 34.2% (-4.9 pp).
  • Acceso a la alimentación: pasó de 18.2% a 14.4% (-3.8 pp).
  • Servicios básicos en la vivienda: de 17.8% a 14.1% (-3.7 pp).

Pero el acceso a la seguridad social, el talón de Aquiles histórico de México, apenas mejoró: de 50.2% a 48.2% (-2.0 pp). Esto significa que casi la mitad de la población mexicana no tiene protección en caso de enfermedad, accidente o vejez.

El sociólogo Mario Luis Fuentes, investigador de la UNAM, advierte: “México sigue teniendo un modelo laboral dual. Los trabajadores formales tienen acceso a derechos, pero más de 30 millones de personas en la informalidad siguen excluidas de la seguridad social. Esa es la raíz de la vulnerabilidad”.

Para entender estas cifras, basta escuchar a quienes las viven en carne propia.

Rosa María, empleada de una tienda en Ecatepec, celebra haber visto crecer su salario de 5,000 a 7,500 pesos mensuales en dos años. “Sí, me alcanza más para la comida y hasta para comprarle zapatos nuevos a mis hijos”, dice. Pero cuando su hija enfermó de apendicitis, la familia tuvo que endeudarse con un préstamo de 40,000 pesos, pues no cuentan con IMSS ni seguro privado.

Por su parte, José Manuel, albañil en Guadalajara, relata que ahora gana 350 pesos diarios, cuando antes recibía 250. “Con eso ya no falta la carne en la mesa”, asegura. Sin embargo, vive en una colonia sin drenaje ni agua potable regular. “Nos dicen que ya no somos pobres porque ganamos más, pero seguimos batallando con lo básico”, resume.

Estos testimonios evidencian que el avance es real, pero insuficiente para traducirse en un bienestar integral.

Contexto histórico y comparaciones internacionales

Históricamente, la pobreza en México ha seguido ciclos ligados a crisis económicas y políticas sociales focalizadas. En 1996, tras la crisis del peso, la pobreza extrema alcanzó al 37% de la población. En 2018, justo antes del cambio de gobierno, la pobreza multidimensional rondaba el 41.9%.

Comparado con otros países de América Latina, México muestra avances más modestos. Según la CEPAL, entre 2022 y 2024, Colombia y Perú también redujeron la pobreza en más de 6 puntos porcentuales, pero con programas integrales que incluyeron cobertura universal en salud y educación técnica.

“El caso mexicano es peculiar: se basa casi exclusivamente en aumentos salariales y transferencias sociales, pero sin un sistema universal de bienestar. Eso limita la sostenibilidad de los avances”, explicó Alicia Bárcena, exsecretaria ejecutiva de CEPAL y actual canciller mexicana.

Valores y ética social: la pobreza como desafío moral

La dignidad de la persona humana es el principio y el fin de toda institución social” Reducir la pobreza no es solo una meta estadística, sino un deber moral que implica garantizar condiciones de vida dignas.

En este sentido, el papa Francisco ha insistido en que la pobreza “no se combate con asistencialismo, sino con trabajo digno, salud, educación y comunidad”.

En México, el reto no es únicamente reducir los números de pobreza, sino construir una sociedad justa donde cada persona tenga oportunidades reales de desarrollo.

Los datos de INEGI y CONEVAL muestran avances innegables: millones de mexicanos mejoraron su ingreso entre 2022 y 2024. Pero la paradoja de la vulnerabilidad social nos recuerda que los cimientos de ese progreso son frágiles.

El reto ahora es trascender la visión estadística y apostar por políticas integrales que garanticen seguridad social universal, acceso a la salud, vivienda digna y educación de calidad.

Porque, como lo expresó Rosa María, la trabajadora de Ecatepec: “Sí, ganamos más, pero seguimos desprotegidos. Con un problema de salud o la pérdida de empleo, regresamos a lo mismo”.

La verdadera victoria será cuando millones de mexicanos no solo salgan de la pobreza por ingresos, sino que puedan vivir con seguridad, dignidad y esperanza.

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