Repensar la educación XXIII

¿Por qué se afirma que la educación es un procedo exclusivo del ser humano? No todos lo dicen ¿Qué pruebas habría para justificar tal afirmación?

En la observación del desempeño del ser humano, de su desarrollo y de los fenómenos mostrados en la vida de cada persona encontramos muchos datos para asegurar con causa la gran diferencia con otros seres vivos. Hay superioridad, riqueza y sobre todo decisión, planeación, dirección. Y para saber si el rumbo está bien: la evaluación.

La imitación, la modificación por la experiencia, la prueba ensayo error, la reflexión, la explicación de nuestros resultados, la decisión de implantar algo después de una selección, la actualización cada determinado tiempo, o los cambios justificados son más modos de proceder que expresan la interioridad de toda persona y la capacidad de mejorar resultados y modos de operar.

Llama notoriamente la atención, la capacidad de elegir el modo de alcanzar fines muy determinados y luego revisarlos para conocer si alcanzaron las expectativas. Si el resultado es positivo conservarán el modo de operar sin conformarse, pues aceptan mejoras si las encuentran. Si no logran lo deseado, revisar la causa y ponen remedios. No se detienen ante las adversidades.

Eso no sucede en otras especies vivas. Las otras asumen procesos por una natural repetición dada por su naturaleza, y no se modifican si no hay una influencia recurrente externa que lo induzca. Esto se debe a que no tienen lo que tiene el ser humano: inteligencia que reflexiona y voluntad que elige con independencia.

Cuando se habla de educación, de modo natural, hay referencia a la evaluación. En temas anteriores sobre educación ya la he mencionado, pero dada su trascendencia es importante darle un espacio concreto. Lo requiere la fenomenología de la educación, estamos ante la actividad promotora de los propósitos. Se trata de extraer el potencial de las personas. 

El proceso educativo tiene momentos evaluativos, para asegurar su buena marcha. Hay evaluación sobre quienes hacen posible esta actividad, obviamente directivos, profesores y alumnos. También para los contenidos y el material de apoyo e inmuebles y entorno. Además de los responsables del propio país, las instituciones internacionales reconocen la importancia de tal actividad.

Es de seres humanos para otros seres humanos y además los evaluados pueden aportar sugerencias para mejorar el recurso. Este fenómeno muestra que es un proceso donde los humanos diseñan, sugieren, colaboran y también son destinatarios del proceso. Un aspecto contundente de esta afirmación es la autoevaluación.

La autoevaluación pone al ser humano en un nivel inalcanzable para otros vivientes: es capaz de revisar sus actividades y reconocer si está bien o mal lo que hace, eso es la muestra de una ley interna calificadora y cuando alguien la valora le lleva a reconducir su actividad del mejor modo, el que le dicta su recta conciencia. Un tesoro al que muchas veces enterramos en nuestras propias entrañas. La educación nos puede rescatar de ese desastre.

El Diccionario de las Ciencias de la Educación define la evaluación educativa como la actividad sistemática y continua, integrada dentro del proceso educativo, que tiene por objeto proporcionar la máxima información para mejorar el proceso, reajustando sus objetivos, revisando críticamente planes y programas, métodos y recursos, y facilitando la máxima ayuda y orientación a los alumnos.

Esta definición está enfocada al destinatario del proceso educativo, pero para alcanzar los resultados esperados en los alumnos, está la evaluación formativa o evaluación a los profesores, también llamada evaluación docente. Y obviamente a los directivos, administrativos y equipo que les ayudan, podría denominarse evaluación del proceso.

Conviene tener un diseño del proceso educativo y señalar en él los momentos evaluativos. Se ha de aplicar una evaluación inicial como punto de comparación para medir resultados de la evaluación final y así comprobar objetivamente si hay adelantos. Y localizar los momentos débiles para poner remedio puntual.

La evaluación según el momento en que se realiza puede ser inicial, continua y final. Los instrumentos de medición van desde aplicación de exámenes escritos hasta trabajos de investigación o presentación de algún tipo de actividad individual o en equipo. En cualquier caso, será necesario comprobar los adelantos individuales.

La tecnología presta buenos servicios si se sabe aplicar adecuadamente, de otro modo puede desconcertar o alterar los datos y eso tiene consecuencias que a largo plazo pueden ocasionar resultados contrarios a los deseados. Un problema que se advierte con la revolución digital es la discriminación debido a que no todos tienen acceso a ella o no han desarrollado las habilidades necesarias para utilizarla.

La evaluación siempre ha presentado problemas debido a circunstancias objetivas como la falta de recursos que provocan serias diferencias entre los evaluados y así imposibilitan los resultados esperados. Por ejemplo: no tener el tiempo para estudiar por carencias económicas o de salud. Otras veces se deben a no contar con los recursos necesarios por la localización geográfica, hay poblados o zonas en las grandes ciudades en que, con frecuencia o casi siempre, falta lo indispensable. O no hay el material didáctico: libros o equipo. O faltan profesores.

Otros inconvenientes pueden deberse a la resistencia de las personas al esfuerzo para superar los retos ante los problemas. Los niveles de exigencia han decrecido y el afán de superación también. Cuando no hay otra opción buscan modos ilícitos para dar respuestas a los exámenes, con el triste recurso del engaño y la mentira.

El asunto de fondo para resolver tantos problemas consiste en recuperar la conducta ética apoyada en las virtudes de la veracidad y la fortaleza. La fortaleza para poner todos los medios para adquirir los conocimientos debidos, y la veracidad para vivir la autoevaluación y reconocer cuándo han alcanzado el nivel de conocimientos requeridos para resolver sus exámenes.

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