México, epicentro del nearshoring

La reconfiguración de las cadenas de suministro a nivel mundial ha puesto a México en el centro de la conversación económica. La estrategia del nearshoring — trasladar procesos productivos a países cercanos al mercado de consumo — se ha convertido en una respuesta a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, los estragos de la pandemia y la necesidad de fortalecer la resiliencia industrial. 

Con una ubicación privilegiada, costos competitivos y una amplia red de tratados comerciales, México emerge como un destino clave para esta relocalización, atrayendo inversiones récord y transformando su mapa productivo.

México, destino clave en la reconfiguración global

El nearshoring es una estrategia empresarial que consiste en reubicar procesos de producción o servicios en países cercanos al mercado principal, con el fin de optimizar las cadenas de suministro, reducir costos y mejorar la logística. A diferencia del offshoring, que traslada operaciones a lugares lejanos, el primero aprovecha la proximidad para acortar tiempos de entrega y facilitar la colaboración.

En México, esta práctica inició en la década de los años ochenta con la llegada de inversiones extranjeras y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, el contexto actual — marcado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, los efectos de la pandemia y la entrada en vigor del T-MEC — ha consolidado al país como un destino clave para las empresas que buscan relocalizarse.

Compartir frontera con Estados Unidos – el mayor consumidor del mundo – permite a las compañías operar bajo esquemas “just-in-time” (justo a tiempo) y responder con rapidez a la demanda. Además, la red de tratados comerciales de México, que incluye más de 12 acuerdos con más de 50 países, convierte al país en un nodo competitivo para las exportaciones comerciales.

Entre 2024 y el transcurso de 2025, la inversión extranjera vinculada al nearshoring ha alcanzado cifras récord: más de 150 proyectos de relocalización y una derrama estimada de 35,000 millones de dólares, principalmente en los sectores automotriz, electrónico, de electrodomésticos y logística. Estos proyectos han generado más de 100 mil empleos formales, con polos de atracción en estados del norte como Nuevo León, Coahuila y Chihuahua; en el Bajío, con Guanajuato y Querétaro a la cabeza; y, en ascenso, el sureste con Yucatán y Tabasco.

Ciudades fronterizas como epicentro del fenómeno

El sector automotriz se ha consolidado como el principal impulsor del nearshoring en México, al concentrar 39% de la demanda de espacios industriales, particularmente en el Bajío y el norte del país. Nuevo León lidera la captación, con Monterrey absorbiendo 28% del total nacional. Ciudad Juárez y Saltillo, con 17% y 13% respectivamente, completan el grupo de ciudades que concentran más de la mitad de la demanda.

El Bajío también se ha posicionado como región estratégica. Querétaro concentra 10% de la demanda, Guanajuato 9% y San Luis Potosí 8%. Tijuana, Reynosa, Guadalajara y la Laguna se suman como polos relevantes, aunque con una magnitud menor.

Algunos ejemplos ilustran este proceso. Audi inauguró en 2016 su planta en Puebla, donde ha producido más de un millón de unidades del modelo Q5. En 2022 fabricó 178,000 vehículos, superando su capacidad instalada y aumentando en 23.8% sus exportaciones respecto al año anterior, además de emplear a 5,000 personas. Nissan, por su parte, inició operaciones en México en los años sesenta y actualmente produce hasta 2,400 unidades por día en sus tres plantas de Aguascalientes y Morelos, además de contar con centros de distribución en varias regiones.

El auge del nearshoring también se refleja en otras industrias. Los electrodomésticos concentran 33% de las expansiones y 14% de la llegada de nuevas compañías, con una fuerte presencia en Tijuana, Reynosa, Guadalajara y Querétaro.

Impactos en la economía y el empleo

El nearshoring ha detonado la creación de empleos formales, tanto directos como indirectos, generando nuevas oportunidades para profesionistas y técnicos. Sin embargo, la falta de capacitación amenaza con frenar el aprovechamiento pleno de este fenómeno.

De acuerdo con la Fundación Wadhwani en México, existe un déficit de 72% en “power skills” o habilidades para el trabajo que demanda el mercado actual. El 31% de los jóvenes no cumple con habilidades básicas, 28% carece de formación técnica, 29% no cuenta con competencias socioemocionales y 12% presenta carencias digitales.

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) advierte que México necesita impulsar la educación técnica para responder a las nuevas demandas. Actualmente, una persona con carrera técnica gana en promedio 120 pesos por cada 100 que percibe un egresado de bachillerato. No obstante, las carreras más populares entre los jóvenes siguen siendo administración, derecho, negocios, comercio e ingeniería industrial, lo que deja de lado áreas estratégicas para el futuro.

El IMCO señala que 75% de las empresas reportan dificultades para encontrar personal calificado. Entre sus propuestas está fomentar que los jóvenes opten por carreras de alta empleabilidad, formar equipos técnicos entre cámaras empresariales y universidades, y fortalecer la conexión entre la oferta educativa y la demanda del mercado.

Retos en infraestructura y servicios

La expansión acelerada de inversiones ha generado presión en sectores clave como vivienda, transporte, agua y energía. El crecimiento de las ciudades industriales ha ocurrido en muchos casos sin una planeación urbana suficiente, lo que incrementa el riesgo de encarecimiento en la vida cotidiana, incluyendo rentas y canasta básica.

Para mantener la competitividad, México deberá continuar invirtiendo en infraestructura moderna: puertos, carreteras y telecomunicaciones. También se requiere alinear el sistema educativo a las necesidades del mercado, actualizar currículos en áreas tecnológicas y garantizar condiciones laborales que equilibren flexibilidad con protección de derechos.

El marco del T-MEC también introduce factores de incertidumbre. El artículo 34.7 establece que el tratado tendrá revisiones a partir de 2026, lo que podría intensificar debates sobre las reglas de origen y la competencia con China. Analistas advierten que un endurecimiento de las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos pondría en riesgo parte de los beneficios del nearshoring.

Desigualdades sociales y regionales

El impacto del nearshoring no se distribuye de manera homogénea en el país. Mientras ciudades fronterizas y del Bajío concentran los beneficios, regiones del sur y sureste avanzan más lentamente, lo que amplía brechas estructurales.

La saturación logística, los cuellos de botella en transporte y energía, y la falta de espacios industriales limitan el crecimiento en ciertas zonas. La escasa digitalización en muchas empresas y la dependencia de cadenas de producción tradicionales generan vulnerabilidades ante interrupciones del mercado.

El fenómeno también plantea retos sociales. La automatización de empleos y la dependencia del capital extranjero podrían perpetuar desigualdades si no se acompañan de políticas inclusivas. Además, el aumento de actividad industrial amenaza con impactos ambientales que podrían deteriorar los recursos naturales y la calidad de vida en comunidades cercanas.

Perspectiva a futuro

Las proyecciones apuntan a que el nearshoring en México continuará en expansión hacia 2030. Según estimaciones del INEGI, la Secretaría de Economía y el Banco de México, el fenómeno podría generar entre 500,000 y 800,000 empleos en sectores como manufactura avanzada, tecnología y servicios.

La industria tecnológica, en particular, se perfila como un motor de crecimiento, con una creciente demanda de desarrolladores de software, ingenieros de sistemas y especialistas en ciberseguridad. A su vez, los servicios de atención al cliente y soporte técnico se consolidarán como parte del ecosistema de operaciones cercanas al mercado estadounidense.

El reto será equilibrar el atractivo para inversionistas con el desarrollo sostenible y la inclusión social, evitando una dependencia excesiva de Estados Unidos y preparándose frente a tensiones con China.

El nearshoring representa una oportunidad histórica para México, capaz de detonar crecimiento económico, modernizar sectores estratégicos y generar cientos de miles de empleos en la próxima década. Sin embargo, su éxito no será automático: dependerá de la capacidad del país para cerrar brechas educativas, fortalecer infraestructura, garantizar sostenibilidad ambiental y distribuir equitativamente los beneficios entre regiones. 

En un escenario marcado por la revisión del T-MEC y la competencia global, el reto para México será convertir este auge en una política de desarrollo de largo plazo que trascienda coyunturas y evite la dependencia exclusiva de la inversión extranjera.

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