Repensar educación XXI

Partimos de la acreditación del maestro establecida por las instancias gubernamentales para adquirir el grado. También de la experiencia adquirida durante el ejercicio profesional. Sin embargo, es necesaria la formación permanente y de ella tiene primordial importancia la actitud del maestro.

Los aspectos de la formación del maestro son aspectos asumidos sistemáticamente por los respectivos gobiernos de los países, pero a partir del siglo XVIII se organizan planes concretos que van acumulando más experiencia y acierto en su incidencia. De ese modo se atienden los aspectos del desarrollo humano y las demandas provenientes del progreso social. 

Para desempeñar la tarea de maestro además de la formación indispensable, es necesaria la actualización permanente. Pues necesita valorar lo contemporáneo, adoptar los avances y adecuar esas novedades, éstas son variables imprescindibles. Así se forja la proactividad de un maestro actualizado y participativo.  Estos aspectos han de dar respuesta a lo permanente y lo cambiante en la educación.

En los países existe, por medio del gobierno, la formación y los planes de estudio para los maestros de la educación básico. Y también los lineamientos para la formación y acreditación de los distintos profesionistas. En la actualidad es notoria la aparición de nuevas carreras dados los avances científicos y tecnológicos. 

En concreto, para la formación de los maestros se requieren tres aspectos fundamentales: una sólida cultura general, la cultura profesional-pedagógica y amplia experiencia práctica.

La cultura general se refiera a una cultura amplia pero profunda que facilite la comprensión y delimitación de los variados problemas humanos. La Historia ofrece un panorama muy amplio para normar el criterio y poder tomar modelos y soluciones del pasado muy aprovechables en el presente.

La cultura profesional-pedagógica incluye conocimientos teóricos y prácticos que faciliten al educador la compleja tarea de trasmitir nociones y experiencias, enriqueciéndolas con ejemplos de hábitos, actitudes, destrezas e ideales que puedan adoptar los educandos. Además, esta cultura exige al educador el conocimiento de la etapa evolutiva del educando y conocer los descubrimientos recientes sobre la psicología del niño, del adolescente y del joven.

También es necesario incorporar los efectos que producen los adelantos en la investigación, las modificaciones en las estructuras sociales provocadas por desastres naturales o por los cambios de las relaciones nacionales o internacionales y algún imprevisto como lo fue la pandemia ocasionada por el covid. 

La experiencia práctica se adquiere con la interacción, la impartición de conocimientos y la supervisión de las prácticas escolares. Es recomendable llevar una bitácora de experiencias y compartirlas con sus colegas en las sesiones dedicadas a la formación permanente de los docentes.  

Los directivos y los docentes han de mantenerse informados de los planes y programas de estudio que periódicamente presenta la Secretaría de Educación. El criterio es muy importante para adoptar los nuevos planteamientos, sin olvidar toda la experiencia vivida que sigue siendo actual porque los seres humanos seguimos siendo los mismos, en intereses, capacidades y deficiencias. El progreso requiere innovación sin olvidar la experiencia vivida.

Una variable que enriquece la personalidad del docente e influye positivamente en su tarea educativa consiste en enriquecer y amenizar los temas que expone incorporando los datos obtenidos del fruto de sus intereses personales, por ejemplo: sobre algunas artes o descubrimientos, sobre algún autor específico o algunos fenómenos de la naturaleza.

El maestro no sólo influye con sus exposiciones, también lo hace con su personalidad y quiera o no debe ser consciente de esa responsabilidad. Por ese motivo ha de cultivarse y sobreponerse para tratar a los demás con el respeto que merece toda persona y a la vez con la fortaleza para exigir la respectiva corrección de la conducta de los educandos.

Un tema muy importante y controvertido es el de guardar un adecuado equilibrio entre la tradición y la innovación. Hay tres posturas, dos son extremistas y la tercera requiere de un criterio bien formado. La tradicionalista es poco o nada abierta al cambio porque le falta distinguir lo esencial invariable de lo accidental conveniente y por tanto desecha lo accidental que enriquece a lo esencial.

La innovativa adopta el cambio por el cambio en sí y le falta el criterio de conservar lo esencial. La aconsejable es conservar lo fundamental, lo esencial y enriquecerlo con lo accidental incluyendo las innovaciones adecuadamente. Tres palabras pueden ser las que guíen la conducta: adoptar, adecuar, enriquecer.  

Adoptar lo reciente requiere valorar y seleccionar, para esto es necesario estar al día: actualizarse. Adecuar es fruto del buen criterio y de la capacidad de jerarquizar y dosificar oportunamente lo adoptado. Enriquecer sin dejar a un lado lo positivo bien adquirido y para enseñar a respetar los tiempos oportunos y propios de la adquisición, comprensión y aplicación de los descubrimientos. 

Esas palabras garantizan la auténtica innovación. Hay verdadero progreso pues se excluye el anquilosamiento y se conservan los auténticos logros. No es cuestión de años transcurridos sino de criterio aplicado.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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