El lunes 18 de agosto, la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) entregó al filósofo y político italiano Rocco Buttiglione el título de Doctor Honoris Causa, en ceremonia presidida por su rector Emilio José Baños Ardavín. El acto no fue únicamente académico: fue un espacio de reflexión sobre la relación entre fe y política en tiempos de incertidumbre.
Buttiglione, reconocido por su cercanía intelectual con San Juan Pablo II y por su trayectoria en el diálogo entre filosofía, política y religión, ofreció una ponencia titulada “La presencia de Cristo en la vida política: ¿Cómo vivir el misterio en la cotidianidad de la política?”. En ella desarrolló una tesis central: Cristo no se limita a la vida privada de los creyentes, sino que transforma la historia y orienta la vida de los pueblos hacia el bien común
De Europa del Este a América Latina: un camino compartido
El ponente recordó sus primeras experiencias en los años setenta acompañando a Don Francesco Ricci, sacerdote italiano que lo introdujo en el mundo de las “periferias” —ese concepto que décadas más tarde retomaría el Papa Francisco—. Ricci lo llevó a conocer a las Iglesias perseguidas en Europa del Este, donde la religiosidad popular se convirtió en semilla de libertad frente al comunismo.
Ese testimonio lo marcó profundamente y lo condujo al encuentro con Karol Wojtyła, futuro Papa Juan Pablo II. “Un día Dios puso su dedo en la historia y lo imposible se hizo posible”, recordó Buttiglione sobre la elección papal de 1978 y el impacto del histórico llamado en Varsovia en 1979: “No tengáis miedo. Abrid las puertas a Cristo”
Esa llamada no fue solo espiritual; fue política en el sentido más noble: convocar a los pueblos a reconocerse comunidad, a autogobernarse y a construir un bien común que no se reduce a la suma de intereses individuales, sino que se despliega en círculos concéntricos que abarcan familia, ciudad, nación y humanidad
Puebla como punto de partida
Buttiglione subrayó que antes de Varsovia, Juan Pablo II vino a México para clausurar la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla. Allí, los obispos confirmaron que la fe no es únicamente un asunto privado de salvación individual, sino el fundamento para un pueblo nuevo y para formas más humanas de vida social
Fue también en Puebla donde el Papa dijo un “sí” y un “no”:
- Sí a una teología auténticamente latinoamericana, enraizada en la experiencia de fe del pueblo.
- No al análisis marxista como clave para interpretar la realidad, porque “el marxismo es esencialmente ateo y, por ello, incapaz de comprender el misterio del hombre”
De la teología de la liberación a la teología del pueblo
En su intervención, Buttiglione explicó que la llamada teología del pueblo, con raíces en Argentina y figuras como Rafael Tello, Lucio Gera, Juan Carlos Scannone y Jorge Mario Bergoglio, buscó superar la tentación de un cristianismo meramente político.
Para esta corriente, la transformación comienza desde abajo, en las comunidades vivas de fe, no desde la conquista del poder. “La novedad cristiana inicia con una comunidad que comienza a vivir en la verdad aquí y ahora”, señaló Buttiglione, recordando la lección del Papa Wojtyła y la continuidad del Papa Francisco
Una interpretación transpolítica de la historia
Uno de los aportes más originales de su ponencia fue el concepto de interpretación transpolítica de la historia, inspirado en el filósofo Augusto Del Noce y el uruguayo Alberto Methol Ferré.
Contra la visión marxista que reduce todo a economía, Buttiglione sostuvo que la clave está en la conciencia del hombre y, en última instancia, en su relación con lo incondicionado, con Dios. “El determinante último de la historia no es la economía ni la política, sino lo religioso que vive en el alma del pueblo”
Desde esa mirada, la religiosidad popular —peregrinaciones, fiestas, devoción a la Virgen— no es folclor sino motor histórico y cultural. México y América Latina tienen ahí un papel central: ofrecer al mundo una modernidad alternativa, de raíz barroca, capaz de integrar contradicciones sin caer en nihilismo
Guadalupe y la carne redimida
En este punto, el pensador italiano dedicó una parte significativa a la Virgen de Guadalupe, como modelo de inculturación y esperanza. María, figura histórica y arquetipo, asume y purifica la herencia mítica de Tonantzin. Donde antes había sacrificios humanos, ahora está el sacrificio de Cristo; donde antes había miedo, ahora hay gracia
“En Guadalupe encontramos una religión que asume plenamente la carne del hombre, pero la carne ya purificada por el Espíritu”, afirmó Buttiglione. Esa síntesis, profundamente mexicana, es al mismo tiempo potencialmente universal
Una esperanza firme
El cierre de su ponencia estuvo cargado de simbolismo. A punto de celebrarse el quinto centenario del acontecimiento guadalupano, Buttiglione señaló que este es un signo de esperanza para la Iglesia y para el mundo en tiempos oscuros. Citando al Papa Francisco, recordó: “La esperanza no es optimismo superficial. Es una roca a la que nos aferramos para no ser arrastrados por las tormentas del tiempo”
Entre los asistentes estuvo Mariana, estudiante de Ciencias Políticas en la UPAEP, quien compartió al final: “Escuchar a Buttiglione me hizo entender que la fe no está peleada con la política. Como jóvenes, muchas veces sentimos que la política es un campo sucio, pero hoy aprendí que también puede ser un camino para servir y construir comunidad”.
La ceremonia en la UPAEP no fue solo un homenaje académico a Rocco Buttiglione, sino una invitación a repensar la política como vocación de servicio y como espacio donde la fe cristiana puede ofrecer criterios de verdad, justicia y esperanza.
En un mundo donde prevalece la lógica de la fuerza, el mensaje resonó con claridad: Cristo sigue presente en la vida política, inspirando a los pueblos a construir el bien común desde su propia cultura y religiosidad.
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