En los recientes meses, México ha vivido un fenómeno revelador: el turismo internacional crece con fuerza y se convierte, no sólo en motor económico, sino en catalizador de identidad cultural y justicia social a través del turismo comunitario. Esta tendencia encarna una respuesta coherente con la Doctrina Social de la Iglesia: cuidar lo común, promover el bien común y dignificar a las comunidades. Esta crónica explora esa ventana de oportunidad que enlaza desarrollo económico, humanismo y arraigo cultural en el México presente.
Desarrollo del turismo internacional en México
Las cifras más recientes reflejan un notable repunte en la llegada de visitantes extranjeros. En junio de 2025, México recibió más de ocho millones de turistas —un aumento del 11,5 % comparado con junio de 2024—, mientras que los turistas extranjeros crecieron un 10 %. En el primer semestre, el país acumuló más de 23 millones de visitantes internacionales.. Según información oficial, en ese periodo el ingreso de divisas ascendió a 18 680.8 millones de dólares, lo que representa un crecimiento del 6,3 % respecto a 2024 —y un incremento del 43,1 % con respecto a 2019—
Para todo 2024, México cerró con más de 40 millones de turistas internacionales, un alza del 7,73 % en comparación con el año anterior, y generó ingresos récord de 26 800 millones de dólares. Estas cifras sitúan al país en el sexto lugar global en turismo y proyectan un crecimiento sostenido hacia el futuro, donde México podría estar entre los cinco destinos más visitados para 2040
Este escenario favorable se combina con decisiones federales estratégicas: por ejemplo, el aplazamiento del impuesto de 42 USD por pasajero de cruceros hasta julio de 2025, para proteger las economías portuarias que dependen de ese flujo
El auge del turismo comunitario como modelo de desarrollo
Paralelo al boom internacional, el turismo comunitario emerge como una alternativa más humana y justicia socialmente comprometida. Este modelo otorga a las comunidades indígenas, rurales, afromexicanas, ejidales o pesqueras el liderazgo en la gestión de su propia oferta turística, incluyendo patrimonio biocultural, costumbres y gastronomía
Dentro de esa lógica, el Gobierno Federal ha lanzado un Distintivo Nacional de Turismo Comunitario, con el fin de reconocer experiencias auténticas, fortalecer la cadena de valor turística y garantizar estándares de calidad. Este instrumento busca visibilizar y profesionalizar iniciativas locales que, hasta ahora, habían carecido de un marco regulatorio e impulso nacional
Diversos estados están alineados con este enfoque. En Morelos, se ha señalado cómo el turismo comunitario promueve justicia social, desarrollo local y valoración del patrimonio biocultural. En Yucatán, comunidades mayas gestionan cooperativas y colectivos que ofrecen experiencias turísticas auténticas y sencillas, alineadas con sus valores y cultura. Ejemplos puntuales como La Angostura, Guanajuato, han incorporado el aviturismo y la ciencia ciudadana, con participación comunitaria y educación ecológica; o el Geoparque Mixteca Alta, en Oaxaca, donde la gestión comunitaria del patrimonio geológico y cultural está vinculado a bienestar local
Este modelo encarna valores clave: dignificación del trabajo comunitario, salvaguarda de la memoria cultural, cuidado del medio ambiente y redistribución equitativa de beneficios. Todo bajo el principio de la Doctrina Social de la Iglesia: el bien común, la subsidiariedad, la solidaridad.
“Cuando los viajeros llegan, no sólo compran artesanías u hospedaje; comparten nuestra vida, nuestras tradiciones. Eso nos da dignidad y sustento”. Así describe una promotora de una comunidad maya en Yucatán —quien prefiere mantenerse en anonimato—. El turismo comunitario le ha permitido capacitar a otras mujeres para que lideren tours culturales, y así fortalecer el sentido de pertenencia y patrimonio local. Esa transformación silenciosa y poderosa da rostro humano a las cifras y las políticas.
Rumbo a un turismo humanizado y justo
El crecimiento del turismo internacional en México, con datos que superan los niveles previos a la pandemia, es un aliciente económico y social. Sin embargo, el verdadero desafío está en que ese crecimiento se traduzca en bienestar para todos los mexicanos, especialmente para quienes aún luchan por justicia, visibilidad y arraigo.
El turismo comunitario emerge como una ruta esperanzadora. Ofrece una alternativa sostenible, donde conservar la cultura y cuidar el entorno natural van de la mano con fortalecer la economía local. Es una ruta alineada con nuestra identidad y los valores del pueblo mexicano: hospitalidad, justicia social, respeto por lo común y arraigo cultural.
La implementación del Distintivo Nacional, la participación comunitaria en experiencias exitosas y el compromiso federal configuran un escenario promisorio. Queda pendiente que este modelo se multiplique, reciba recursos y se institucionalice más allá de proyectos aislados.
El turismo, más allá de vacacionar, puede ser un acto de fraternidad: compartir, conservar, dignificar. Ese es el legado que, como país, podemos construir si apostamos por un turismo con raíces, con sentido y con corazón.
- Las cifras de turismo internacional en México están en alza: junio 2025 creció 11,5 %, y el primer semestre sumó más de 23 millones de visitantes
- El turismo comunitario se formaliza con un Distintivo Nacional, fortaleciendo identidades y economías locales
- Hay ejemplos inspiradores en Morelos, Yucatán, Guanajuato y Oaxaca, donde comunidades gestionan turismo con valores, cultura y sostenibilidad
- Apoyado en testimonios locales, este modelo impulsa el de espíritu de solidaridad y dignidad que distingue a México.
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