Cada 21 de agosto, el mundo se une en una jornada de reflexión y memoria para honrar a quienes han sufrido el terrorismo: el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo. Esta fecha no solo es un gesto simbólico, sino un acto profundo de solidaridad y compromiso por la paz, la justicia y la dignidad humana. Recordar, en este contexto, es una herramienta poderosa para prevenir más violencia y sembrar cultura de paz.
¿Por qué se conmemora este día?
En diciembre de 2017, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución A/RES/72/165, proclamando el 21 de agosto como el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo. El objetivo fundamental de esta fecha es distinguir y honrar a quienes fueron afectados por actos terroristas, promover su rehabilitación y proteger plenamente sus derechos humanos y libertades fundamentales.
Desde entonces, cada año se han organizado eventos que reúnen a sobrevivientes, familias, autoridades y sociedad civil, en un esfuerzo colectivo por mantener viva la memoria, sensibilizar sobre el sufrimiento humano y fortalecer la justicia como antídoto contra el olvido.
La realidad de las víctimas del terrorismo
Pese a la ausencia de cifras exactas globales actualizadas en la información consultada, se reconoce que el impacto del terrorismo ha dejado miles de víctimas inocentes en todo el planeta. En el año en que se estableció el día —2017—, cerca del 75 % de las muertes atribuidas al terrorismo ocurrieron en solo cinco países: Afganistán, Irak, Nigeria, Somalia y Siria.
Las secuelas para las víctimas y sus comunidades son profundas y duraderas:
- Físicas: lesiones graves, discapacidades permanentes.
- Psicológicas: trastornos de estrés post-traumático, duelo complicado.
- Sociales: marginación, vulnerabilidad económica y emocional.
Un testimonio que ilustra esta realidad podría ser el de María, una joven mexicana que sobrevivió a un ataque en un espacio público. Hoy, ella comparte: “Cada día, el miedo sigue latente… pero saber que no estoy sola, que otros también me recuerdan, me da fuerza para seguir soñando con un mundo sin violencia.”
La importancia del homenaje
Conmemorar las víctimas es sembrar en el presente un compromiso colectivo. Este homenaje:
- Envía un mensaje de solidaridad internacional a víctimas y sobrevivientes.
- Refuerza valores fundamentales: paz, justicia, solidaridad, respeto a la legalidad y a la dignidad humana, consonantes con el sentir profundamente mexicano
- Hace visible la resistencia ante la barbarie, dignificando a quienes sufrieron y reforzando el pacto social de protección mutua.
El papel de la comunidad internacional
La ONU ha ido reforzando su estrategia. La celebración en 2024 incluyó:
- Una exposición llamada “Memories”, presentada desde 23 de julio al 23 de agosto de 2024 en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York
- Un evento virtual de alto nivel con discursos del Secretario General y paneles con víctimas y sobrevivientes, destacando su rol como agentes de cambio para la paz
- Resoluciones como la A/RES/77/298 (junio de 2023) remarcando la necesidad de planes nacionales de apoyo integrales, especialmente hacia mujeres, niñas y víctimas de violencia sexual
Organizaciones como el IPU (Unión Interparlamentaria) también se suman: para el 21 de agosto de 2025 se organizó un webinario sobre políticas educativas inclusivas para prevenir el terrorismo y empoderar a las víctimas, con participación de legisladores, expertos y representantes de víctimas.
Cómo seguir promoviendo la paz
Para que la conmemoración trascienda fechas:
- Educación humanista: incluir contenidos sobre la dignidad humana, derechos humanos y solidaridad en escuelas y universidades.
- Diálogo intercultural y comunitario: abrir espacios donde diferentes comunidades compartan y construyan juntos.
- Participación activa: apoyar campañas contra el terrorismo, promover leyes de protección y rehabilitación, y respaldar organizaciones civiles que defienden a las víctimas.
- Voluntariado y acompañamiento: generar redes de apoyo emocionales y legales, y difundir historias de resiliencia.
La conmemoración del 21 de agosto nos interpela: ante la sombra del terrorismo, la memoria y la justicia son faros de humanidad. Recordar a quienes sufrieron no solo honra su dignidad, sino que compromete nuestra voluntad de construir un futuro en paz y respeto. En este día, renovar la promesa de que ninguna víctima será olvidada es parte esencial de un mundo donde la vida, la justicia y la fraternidad prevalezcan.
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