Organizaciones de la sociedad civil lanzaron un llamado urgente al gobierno federal para implementar impuestos saludables al alcohol, tabaco, ultraprocesados y bebidas azucaradas, con el fin de frenar el consumo de productos que generan enfermedades, muertes prematuras, violencia, accidentes y una pesada carga económica para el sistema de salud en México.
El pronunciamiento fue dirigido a las autoridades federales, en un contexto donde los costos asociados a estas industrias se cuentan en puntos del Producto Interno Bruto (PIB). De acuerdo con cálculos de especialistas, el consumo de alcohol representa pérdidas equivalentes al 2% del PIB; la obesidad y el sobrepeso, 1.78%; y el tabaco, 0.57%.
Representantes del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), del Centro de Análisis e Investigación Fundar, de la Red de Acción sobre Alcohol (RASA), de El Poder del Consumidor y de Salud Justa MX, coincidieron en que la aplicación de mayores gravámenes no sólo reduciría los riesgos para la salud, sino que también permitiría destinar recursos adicionales a programas sociales y de atención médica.
“Los impuestos saludables cuentan con un gran apoyo social, sobre todo si lo recaudado se destina a fines públicos”, subrayaron.
Iván Benumea, coordinador del Programa de Justicia Fiscal de Fundar, sostuvo que las empresas que comercializan productos nocivos deben asumir mayores responsabilidades fiscales. “Su tasa efectiva de ISR es de apenas 3.8%. Mientras la sociedad carga con los costos en salud y productividad, las compañías contribuyen poco al erario”, denunció.
Por su parte, Judith Senyacen Méndez, directora adjunta de investigación en el CIEP, recordó que la evidencia demuestra la efectividad de estos impuestos. Un aumento de 10% en el precio del tabaco, explicó, reduce el consumo en más de 4%. “México aún no alcanza el 75% de impuestos en el precio final del tabaco, como recomienda la OMS, y en alcohol presenta de los gravámenes más bajos a nivel mundial”, puntualizó.
Desde Salud Justa MX, su director Erick Antonio Ochoa advirtió que México mantiene un rezago fiscal en materia de tabaco. “Desde 2010 no se han aumentado los impuestos de fondo; sólo se indexaron a la inflación en 2019”, señaló.
Las consecuencias, dijo, son devastadoras: el tabaquismo provoca más de 63 mil muertes anuales y genera 429 mil nuevos casos de enfermedades crónicas, desde cáncer y males respiratorios hasta cardiovasculares y diabetes. Los costos sociales ascienden a 194 mil 600 millones de pesos, mientras que la recaudación por tabaco en 2024 apenas alcanzó 46.9 millones. “Mientras las tabacaleras ganan, gobierno y sociedad pagan”, resumió.
Por otra parte, Luis Alonso Robledo, vocero de RASA, advirtió que el consumo de alcohol no sólo daña la salud, sino que se traduce en violencia, accidentes y una caída en la productividad nacional. Los costos asociados al alcohol alcanzan cada año alrededor del 2% del PIB, equivalentes a 552 mil millones de pesos.
“Los impuestos que aporta la industria del alcohol están muy por debajo de lo necesario para cubrir esos costos. Al final, las familias mexicanas y las finanzas públicas absorben las consecuencias, mientras la industria obtiene ganancias millonarias”, criticó.
A su vez, el Poder del Consumidor, a través de su director Alejandro Calvillo, recordó que México es líder regional en consumo de bebidas azucaradas y ultraprocesados. A nivel mundial, ocupa el primer lugar en casos de diabetes asociados a refrescos, y el tercero en nuevos diagnósticos de enfermedades cardiovasculares.
Calvillo explicó que un impuesto del 20% a estos productos podría tener un doble efecto: reducir en casi un millón los casos de obesidad y recaudar hasta 104 mil millones de pesos, cifra suficiente para incrementar en 60% el presupuesto del IMSS-Bienestar.
Las organizaciones coincidieron en que los impuestos saludables representan una oportunidad para avanzar en la reducción de enfermedades crónicas como para fortalecer las finanzas públicas.
El consenso de los especialistas es claro: los costos de la inacción los paga la sociedad en vidas perdidas, enfermedades incurables y un gasto público creciente que rebasa la capacidad del sistema de salud. En contraste, aplicar impuestos más altos a productos dañinos podría traducirse en un círculo virtuoso: menos consumo, más salud y más recursos para atender a la población.
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