México crece disparejo

En medio de un entorno internacional marcado por la desaceleración global y la volatilidad en los precios de materias primas, la economía mexicana ha encontrado en sus sectores productivos un salvavidas parcial para mantener el dinamismo. El análisis de la economía sectorial revela una realidad heterogénea: mientras algunas actividades muestran un repunte significativo en 2025, otras aún luchan por recuperar niveles previos a la pandemia y a la crisis inflacionaria de 2022–2023.

El desempeño económico de México está anclado en la resiliencia de sus sectores clave, pero enfrenta desafíos estructurales que limitan un crecimiento sostenido, los motores productivos no avanzan al mismo ritmo.

Agroindustria: el campo como pilar estratégico

La producción agropecuaria y pesquera ha registrado un crecimiento moderado en 2025, beneficiada por mejores precios internacionales en algunos productos y por la demanda interna. Según el documento, el valor de la producción agrícola aumentó impulsado por granos básicos, frutas y hortalizas, mientras que la pesca mostró una ligera recuperación tras años de caídas.

Sin embargo, persisten retos como el acceso a financiamiento, la modernización de técnicas y la vulnerabilidad frente al cambio climático. Ernesto Salgado, productor de Sinaloa, lo resume así: “Podemos vender bien el maíz ahora, pero si no llueve o si sube el precio del fertilizante, todo se complica”.

 Manufactura: el motor exportador

El sector manufacturero sigue siendo la columna vertebral de las exportaciones mexicanas, especialmente en la industria automotriz, electrónica y de maquinaria. Destaca un repunte en la producción de vehículos ligeros y autopartes, impulsado por la demanda de Estados Unidos y por inversiones derivadas del nearshoring.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la industria manufacturera representa más del 17 % del PIB nacional. Para el economista Ricardo Méndez, “este sector es el gran beneficiario de la reconfiguración de las cadenas de suministro globales, pero requiere mejorar su infraestructura logística para no perder competitividad”.

Construcción: recuperación desigual

La construcción muestra signos mixtos: mientras la obra pública crece, sobre todo por megaproyectos de infraestructura como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico, la edificación residencial privada avanza a un ritmo más lento por las altas tasas de interés y el encarecimiento de materiales.

La inversión pública ha sido el principal motor de este sector, pero la falta de proyectos habitacionales y comerciales limita la generación de empleos sostenibles. Gabriela Ramírez, arquitecta en Ciudad de México, comenta: “Hay trabajo, pero está concentrado en obras públicas; para la vivienda media y popular, los proyectos están detenidos”.

Comercio: consumo interno bajo presión

El comercio, uno de los mayores generadores de empleo en México, enfrenta un escenario complejo. Aunque las ventas al por mayor muestran estabilidad, el comercio al menudeo acusa el golpe del estancamiento en el poder adquisitivo de los hogares.

La inflación moderada y los incrementos salariales han dado un respiro, pero el consumo masivo no ha recuperado la fuerza observada antes de 2020. El  crecimiento de este sector depende de la confianza del consumidor, la cual aún se encuentra frágil.

Servicios: turismo y tecnología a la cabeza

En el sector servicios, dos áreas destacan: el turismo y los servicios profesionales y tecnológicos. El primero se beneficia del tipo de cambio competitivo y de la recuperación del flujo de visitantes internacionales, especialmente en destinos de sol y playa. El segundo crece de la mano de la digitalización y la demanda de soluciones en inteligencia artificial, comercio electrónico y servicios financieros.

Sin embargo, el rezago en servicios educativos y de salud sigue siendo un obstáculo para el desarrollo humano y para una economía más equilibrada.

La agenda pendiente

El panorama sectorial de México en 2025 confirma que el país cuenta con motores de crecimiento sólidos, pero también con áreas que requieren atención urgente. Invertir en infraestructura, diversificar la base productiva, impulsar la innovación y garantizar condiciones equitativas para todos los sectores será crucial para que el crecimiento sea inclusivo y sostenible.

México no puede depender únicamente de uno o dos sectores; la estabilidad económica requiere un ecosistema productivo equilibrado. Para los jóvenes trabajadores y emprendedores, esta diversidad sectorial es también una oportunidad para buscar nichos de negocio, empleo y desarrollo profesional que aporten al bien común.

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