El 5 de agosto de 2025, Petróleos Mexicanos presentó su nuevo Plan Estratégico 2025–2035 con una narrativa ambiciosa y contundente: rescatar la soberanía energética del país, reintegrar a Pemex como una sola entidad y asegurar que la renta petrolera financie directamente servicios sociales como salud, educación e infraestructura. Bajo el lema “Pemex, empresa del pueblo”, la paraestatal propone una reconfiguración integral de su modelo de negocio, operación y visión a futuro.
Sin embargo, detrás de este discurso se abren múltiples interrogantes: ¿es viable este modelo centralizado en un contexto global de transición energética?, ¿cómo se financiarán las inversiones requeridas sin comprometer aún más las finanzas públicas?, ¿qué tan sustentable es el proyecto desde una perspectiva medioambiental y social? Este artículo analiza a fondo los puntos medulares del plan, sus promesas, sus omisiones y sus posibles implicaciones.
Un solo Pemex: integración vertical y fin del modelo fragmentado
Uno de los pilares del nuevo plan consiste en reintegrar a Pemex como una sola empresa con un solo consejo de administración, eliminando la fragmentación operativa que la dividía en subsidiarias como Pemex Exploración y Producción (PEP), Pemex Transformación Industrial (PTRI) o Pemex Logística. Esta centralización busca agilizar procesos, reducir burocracia y fomentar una toma de decisiones más coherente y rápida.
Según el documento oficial, esta medida permitirá “maximizar la producción, reducir redundancias y consolidar el control administrativo”, aunque expertos como Gonzalo Monroy, director de GMEC, advierten que “eliminar los contrapesos internos puede facilitar la opacidad en las decisiones estratégicas y dificultar la evaluación técnica independiente”.
Exploración, producción y reservas: el eje duro del plan
El plan contempla que Pemex aporte entre el 92% y el 95% de la producción nacional de hidrocarburos líquidos durante la presente administración, con un objetivo de alcanzar 1.8 millones de barriles diarios. Para ello, se prioriza:
- Frenar el declive de yacimientos maduros.
- Reactivar campos con potencial de crecimiento.
- Desarrollar campos estratégicos como Zama y Trion.
- Expandirse hacia áreas de frontera y formaciones geológicas complejas.
A mediano plazo, el objetivo es también robustecer la producción de gas natural con una meta de 5,000 millones de pies cúbicos diarios (MMpcd) hacia 2028. Aunque esta apuesta parece estratégica, persisten dudas sobre la capacidad financiera y técnica para desarrollarla sin participación privada significativa, misma que el plan deja fuera casi por completo.
Refinación y petroquímica: la promesa del valor agregado
Una de las propuestas más ambiciosas del plan es incrementar la producción nacional de gasolinas, diésel, turbosina y productos refinados mediante rehabilitación de refinerías y mejora de procesos en Tula, Minatitlán, Salina Cruz y Deer Park. En paralelo, busca revivir la industria petroquímica con inversiones en amoniaco, etano, aromáticos, urea, óxido de etileno y polietileno.
Este enfoque tiene el respaldo de expertos como Rosanety Barrios, analista energética, quien afirma que “reindustrializar Pemex tiene sentido si se acompaña de tecnología, eficiencia y lógica de mercado”, pero alerta que “los márgenes en refinación siguen siendo bajos y Pemex no ha demostrado capacidad para operar con eficiencia sus complejos actuales”.
Litio y fertilizantes: la diversificación energética
Otro punto clave es el anuncio de que Pemex colaborará en la producción de litio a partir de salmueras petroleras, en coordinación con SENER, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y LitioMx. Se identificaron cinco campos viables para este objetivo. Si bien esta apuesta a los minerales estratégicos va en línea con las tendencias globales, aún no se detalla cómo se resolverán los retos técnicos, financieros y ambientales de esta actividad emergente.
También se menciona la intención de retomar la producción de fertilizantes como parte de la reactivación de la seguridad alimentaria. El caso de Escolín, que busca aumentar la producción de urea, es un ejemplo de esta línea, aunque cabe recordar que los intentos anteriores han enfrentado serios escándalos de corrupción, como el caso Agronitrogenados.
Sustentabilidad: promesas ambientales y compromiso social
El plan asegura que Pemex reducirá emisiones de gases de efecto invernadero, duplicará el reúso de agua en refinerías y disminuirá el dióxido de azufre en sus complejos. Además, plantea construir centrales de cogeneración, mejorar condiciones laborales y aportar más recursos a comunidades locales.
Sin embargo, el informe omite compromisos concretos con estándares internacionales de descarbonización o con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Tampoco se plantea una ruta clara de transición energética frente al avance global hacia energías limpias.
Para Mariana Campero, exdirectora del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), “Pemex no puede seguir apostando al petróleo como si estuviéramos en los años noventa. Es urgente un cambio de mentalidad si realmente queremos ser parte del nuevo orden energético global”.
Austeridad, gasto y deuda: ¿cómo se financiará?
El plan propone una reducción del gasto administrativo mediante la compactación de áreas, reestructura organizacional y eliminación de redundancias. Asimismo, habla de “utilizar ingresos excedentes del petróleo”, reestructurar pasivos y promover esquemas de financiamiento a más largo plazo.
No obstante, Pemex continúa siendo una de las empresas petroleras más endeudadas del mundo, con pasivos que superan los 105 mil millones de dólares. Para 2025, se prevé que el Gobierno Federal destine más de 145 mil millones de pesos en apoyos a la empresa, una cifra superior al presupuesto federal de ciencia y tecnología.
Cada peso que se destina a rescatar a Pemex es un peso menos para educación, salud o infraestructura hídrica. El riesgo de arrastrar a las finanzas públicas es real si no se contiene el gasto.
Julia Hernández, enfermera en Ciudad del Carmen, Campeche, comenta con escepticismo: “Siempre dicen que con más producción y refinación va a bajar el precio de la gasolina, pero en mi colonia seguimos pagando carísimo. ¿De qué sirve tener tanto petróleo si no se refleja en nuestro día a día?”
Su testimonio refleja la desconexión entre las promesas de soberanía energética y la experiencia cotidiana de miles de familias mexicanas, que siguen enfrentando altos costos en energéticos y servicios básicos.
Rumbo el 2035…
El Plan Estratégico 2025–2035 de Pemex es, en palabras del propio documento, una propuesta integral para garantizar la viabilidad económica de la empresa bajo principios de “soberanía, seguridad, sustentabilidad y justicia energética”. Pero la amplitud de sus objetivos, la falta de compromisos climáticos claros, la débil transparencia histórica de la empresa y su frágil situación financiera hacen que este plan, aunque ambicioso, se perciba con cautela.
Más allá de los discursos oficiales, el futuro de Pemex —y con él, el de la política energética nacional— depende no solo de lo que se prometa, sino de cómo se ejecute: con responsabilidad fiscal, respeto ambiental, honestidad administrativa y con una clara vocación de servicio a las personas.
Si Pemex desea seguir siendo “la empresa del pueblo”, deberá demostrar con hechos que trabaja para el pueblo… y no solo para sostenerse a sí misma.
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