Entre hambre y obesidad: Crisis infantil en México

Actualmente, México enfrenta una de las problemáticas más alarmantes a nivel mundial: la malnutrición y desnutrición. Ya sea por carencia o por exceso, millones de niñas y niños viven bajo condiciones alimenticias inadecuadas que comprometen su salud, su desarrollo y su futuro. Las cifras oficiales retratan una crisis estructural agravada por la pobreza, la desigualdad, la falta de acceso a servicios de salud y el predominio de alimentos ultraprocesados en la dieta infantil. Pese a ciertos esfuerzos institucionales, la magnitud del problema exige una intervención profunda, coordinada y sostenida, especialmente en los sectores más vulnerables de la población.

Malnutrición y desnutrición infantil: La realidad que afecta a millones de niñas y niños en México

Durante 2021, uno de cada cinco menores de 5 años en México sufrió algún tipo de malnutrición, que incluyó desde la desnutrición crónica y carencias de micronutrientes, hasta sobrepeso y obesidad. Según datos de UNICEF México, la mitad de los niños menores de dos años no reciben los nutrientes necesarios para un desarrollo adecuado, lo que provoca daños irreversibles en su organismo y mente.

Mauro Brero, Jefe de Nutrición de UNICEF México, advirtió que esta situación compromete seriamente el futuro de millones de nuestros infantes. A ello se suma el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, pues el 40 % de las calorías que consumen los infantes de preescolar proviene de este tipo de productos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

Otro factor preocupante es la baja prevalencia de la lactancia materna exclusiva, pues sólo uno de cada tres bebés de 0 a 5 meses recibe leche materna como único alimento. Esto, combinado con la falta de diversidad alimentaria durante el primer año de vida, deteriora aún más la salud nutricional infantil.

En los últimos 20 años, la obesidad infantil en México se ha duplicado. Actualmente, 21 estados presentan un riesgo considerable de sobrepeso y obesidad en menores de 9 años. Según la Encuesta Nacional de Salud y Alimentación 2020-2023, se estima que 5.7 millones de niños de entre 5 y 11 años tienen obesidad.

El INSP detalla que 13.9 % de los menores de cinco años en México presentan desnutrición crónica (baja talla), 3.9 % bajo peso, 1.2 % emaciación y 7.7 % sobrepeso. La desnutrición crónica afecta especialmente a comunidades rurales (16.9 %), hogares indígenas (27.4 %), quintiles de bienestar muy bajo (20.8 %) y aquellos con inseguridad alimentaria severa (20.7 %).

Pese a una reducción de la desnutrición crónica entre los años 1988 y 2012, a partir de este último se observa un estancamiento. México se ubica actualmente en el cuartil alto de desnutrición en América Latina – lugar 7 de 28 – y es el país con más niñas y niños con desnutrición crónica dentro de la región.

Pobreza, desigualdad y abandono institucional: causas profundas del problema

En muchas regiones del país, persisten obstáculos estructurales que impiden el acceso a una alimentación adecuada. 

El desabasto de alimentos nutritivos, la alta disponibilidad de ultraprocesados a precios bajos y la necesidad de que muchas madres trabajan desde pocas semanas después del parto, dificultan la nutrición infantil desde los primeros días y meses de vida.

El CONEVAL reportó que – aunque la pobreza infantil se redujo del 52.8 % en 2016 al 48.1 % en 2022 – la pobreza extrema aumentó de 9.5 % a 11.6 % en ese mismo periodo. La pobreza afecta al 68.9 % de los hogares indígenas, un grupo que requiere políticas específicas para prevenir la desnutrición.

El acceso a servicios de salud también ha retrocedido: entre 2018 y 2022, la carencia por acceso a servicios básicos de salud pasó del 17.6 % al 45.9 % a nivel nacional, y del 13.2 % al 59.4 % en población indígena. Esta carencia impide detectar y tratar a tiempo problemas nutricionales, además de obstaculizar el acceso a suplementos y asesoría especializada.

Otros factores asociados son la falta de acceso a alimentos frescos, el desconocimiento de prácticas alimenticias saludables y las limitaciones del sistema de salud nacional. La suma de estos elementos profundiza el problema nutricional infantil en comunidades pobres, marginadas y rurales.

Insuficiencia a pesar del avance institucional

El pasado mes de abril, durante la reunión preparatoria de la Cumbre UNFSS+4, el director del CENSIA, Daniel Aceves Villagrán, presentó El Plan México, enfocado en combatir la pobreza alimentaria, impulsar la economía local, y mejorar los sistemas de salud. Entre las metas del programa nacional se encuentran incrementar la producción nacional de maíz blanco (de 21.3 a 25 millones de toneladas), frijol (de 730 mil a 1.2 millones), leche (de 13 a 15 mil millones de litros) y arroz (de 221 mil a 450 mil toneladas).

A su vez, se han implementado políticas públicas como el etiquetado frontal de advertencia en alimentos procesados, que va de la mano con la estrategia Vive saludable, Vive feliz, que regula la alimentación en escuelas del Sistema Educativo Nacional, dentro del nivel básico. Esta estrategia busca entornos escolares saludables, prohibiendo alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas.

Durante la evaluación marzo – julio del presente año, el IMSS detectó que 1 millón 986 mil 117 estudiantes tenían peso fuera del rango esperado. De ellos, 781,745 presentaban obesidad o sobrepeso (18.3 % y 18.5 %, respectivamente), y 281,993 bajo peso. Campeche, Quintana Roo y Yucatán reportan los niveles más altos de sobrepeso y obesidad infantil. Para el ciclo 2025-2026, se retomarán las visitas escolares para atención médica y nutricional. Dichas visitas ayudarán a canalizar a quienes lo necesiten a la atención inmediata y el ofrecimiento médico en medicina familiar, módulos PrevenIMSS, consultorios de nutrición y trabajo social.

Otras iniciativas nutricionales complementarias son:

  • Programa de Abasto Social de Leche (Liconsa y Diconsa): distribución de leche fortificada y productos básicos en zonas rurales y comedores comunitarios.
  • Programa Alimentos Escolares (DIF CDMX): distribución de alimentos nutritivos en preescolar, primaria y educación especial en la Ciudad de México.

Políticas integrales y entornos saludables: una deuda pendiente

UNICEF México ha enfatizado la urgencia de implementar programas que atiendan a mujeres embarazadas y menores de cinco años, especialmente en condiciones de extrema pobreza. Estos programas requieren una coordinación interinstitucional que vincule salud, educación, desarrollo social y alimentación.

También se propone transformar los entornos escolares y comunitarios para eliminar alimentos ultraprocesados y fomentar la actividad física, en apego a la Ley General de Alimentación Adecuada y Sostenible, y a las Guías Alimentarias Saludables y Sostenibles.

Garantizar el acceso al agua potable, saneamiento e higiene es otra prioridad, sobre todo en hogares, escuelas y centros de atención infantil en comunidades indígenas o en alta marginación.

La corresponsabilidad social para proteger la nutrición infantil

Expertos recomiendan una dieta infantil basada en frutas y verduras frescas de temporada, cereales sin azúcares añadidos, legumbres, tubérculos sin azúcar, productos lácteos bajos en grasa, proteínas animales magras como pescado y pollo, y agua natural como bebida principal.

Adoptar un enfoque integral que considere la salud, la economía familiar, el entorno social y la nutrición es indispensable para garantizar el desarrollo pleno de niñas y niños. Esto implica asegurar dietas adecuadas, atención médica oportuna, condiciones de vida saludables y acompañamiento constante a las familias.

La situación nutricional infantil en México, refleja las condiciones de vida que enfrentan miles de familias en entornos rurales, marginados o empobrecidos dentro del país. El avance de la malnutrición y la persistencia de la desnutrición crónica, evidencian que las acciones aisladas – por sí solas – no bastan. A pesar de políticas recientes como el etiquetado frontal o las estrategias escolares, sigue pendiente una transformación integral que coloque la alimentación infantil en el centro de la agenda pública. Para erradicar la malnutrición, se requiere voluntad política, recursos suficientes, políticas intersectoriales bien articuladas y un cambio cultural que valore y promueva entornos saludables. Lo que está en juego no es sólo la salud de una generación, sino el porvenir mismo del país.

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