¿Qué tan enfermo sigue el sistema de salud?

“Mi hijo tiene leucemia. En el hospital público nos dicen que ya no hay problema de desabasto, pero cada semana tengo que buscar sus medicamentos por mi cuenta o en redes. ¿Eso ya es ‘solución’?”, cuenta Karina Lozano, madre de un niño de 9 años en tratamiento en el Hospital Infantil Federico Gómez.

Como Karina, miles de familias mexicanas siguen enfrentando las secuelas del desabasto de medicamentos, un fenómeno que ha puesto en jaque al sistema de salud pública en la última década. Aunque el discurso oficial insiste en que el problema “está resuelto” o “casi resuelto”, los datos, testimonios y realidades cotidianas reflejan una verdad más compleja.

Una historia de fallas sistemáticas

El desabasto de medicamentos no es un fenómeno nuevo. Desde el sexenio anterior, y especialmente durante el actual gobierno, los recortes, cambios en las reglas de adquisición y centralización de compras provocaron rupturas severas en la cadena de suministro.

El Observatorio de Transparencia y Anticorrupción de la Universidad Iberoamericana documentó que entre 2019 y 2021 se dejaron de entregar más de 20 millones de recetas completas en hospitales públicos del país. La causa principal fue la reestructuración del sistema de compras del sector salud, que buscaba eliminar corrupción, pero generó cuellos de botella burocráticos y contratos mal ejecutados.

Un informe de Impunidad Cero reveló que “la compra consolidada de medicamentos, si bien transparente en papel, ha sido ineficaz en garantizar el abasto oportuno”.

Las causas: no es solo una cuestión de dinero

Expertos en salud pública coinciden en que el desabasto es multifactorial:

  • Corrupción: Desde el sobreprecio de medicamentos hasta adjudicaciones amañadas a ciertos proveedores, el sistema estuvo plagado de irregularidades.
  • Baja inversión: México destina apenas el 2.8% de su PIB al sector salud, muy por debajo del promedio de la OCDE, que es del 6.6%.
  • Fallas logísticas: La distribución nacional quedó en manos de un sistema centralizado sin preparación suficiente, lo que derivó en retrasos y pérdidas.
  • Desconexión entre demanda y oferta: En varios casos, se compraron medicamentos que no coincidían con las necesidades reales de los hospitales.

“El desabasto no es solamente por falta de dinero. Es un reflejo de una mala planeación y falta de diagnóstico técnico sobre las necesidades reales”, señala el Dr. Xavier Tello, analista en políticas de salud.

¿Qué se ha hecho para solucionarlo?

En los últimos dos años, el gobierno federal ha anunciado medidas para corregir el rumbo. Algunas de las más relevantes incluyen:

  • Compras internacionales a través de la UNOPS (Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos), con el fin de garantizar transparencia y ahorro.
  • Distribución centralizada a cargo de BIRMEX, la empresa estatal encargada de llevar medicamentos a todo el país.
  • Plataformas digitales para monitorear el abasto, como COVIGI y el Sistema Nacional de Insumos.
  • Mayor apertura a proveedores privados, tras el fracaso de algunos convenios anteriores.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, el número de claves de medicamentos con cobertura nacional ha aumentado en 2024 a 82%, frente al 53% de 2021. También se ha incrementado el presupuesto de salud en un 10% en términos reales en el último año.

Pero… ¿realmente se acabó el desabasto?

Aunque los informes oficiales destacan avances, organizaciones como Nosotrxs, el Colectivo Cero Desabasto y el IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad) advierten que los problemas no han desaparecido.

Una encuesta de Nosotrxs realizada en marzo de 2025 en 12 estados del país reveló que:

  • El 56% de los pacientes o familiares encuestados reportó faltantes de al menos un medicamento en hospitales públicos.
  • El 37% tuvo que comprar medicamentos con recursos propios.
  • El 21% de los tratamientos oncológicos pediátricos aún se enfrentan a interrupciones.

Además, se han registrado casos en los que los medicamentos llegan a las farmacias de los hospitales, pero no se entregan al paciente por exceso de burocracia, falta de personal o errores administrativos.

“Tenemos bodega llena, pero manos vacías”, denunció en abril pasado una enfermera del Hospital General de Oaxaca que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias.

Desafíos estructurales: mucho más que medicinas

Aun si el abasto mejora, el sistema enfrenta retos mucho más amplios:

  • Falta de personal médico y de enfermería: La ratio de médicos por cada 1,000 habitantes sigue siendo de las más bajas de América Latina.
  • Infraestructura deteriorada: Muchos hospitales trabajan con equipo obsoleto o en malas condiciones.
  • Capacitación y trato digno: El desabasto también tiene una dimensión humana. Muchos pacientes reportan maltrato o desinformación por parte del personal de salud.

El sistema de salud no puede curarse solo con cajas de medicina. Necesitamos una reforma integral aseguran en México Evalúa.

¿Hacia una solución duradera?

La salud es un derecho humano y un bien común, no un privilegio de mercado. El bien común requiere políticas públicas justas, eficaces y centradas en la dignidad humana.

En este sentido, resolver el desabasto es solo un primer paso. Asegurar que todos los mexicanos tengan acceso a una atención integral, digna y oportuna debe ser el objetivo final.

La resolución estructural implica:

  • Fortalecer el sistema de planeación y diagnóstico.
  • Impulsar la corresponsabilidad con estados y municipios.
  • Evaluar permanentemente los avances con participación ciudadana.
  • Garantizar mecanismos de denuncia y rendición de cuentas.

“No me molesta que la presidenta diga que ya no hay desabasto. Me molesta que no venga a la clínica a ver cómo está mi hija sin sus pastillas”, relata con impotencia don Héctor, padre de una joven con epilepsia atendida en Chiapas.

Estos testimonios no son casos aislados. Son voces que reflejan una verdad que aún necesita atención prioritaria.

Entre curas parciales y la necesidad de un tratamiento completo

Aunque hay avances innegables en la adquisición y distribución de medicamentos, el problema de fondo persiste. El desabasto no se ha terminado: se ha contenido parcialmente. Pero la enfermedad estructural del sistema de salud mexicano aún no está curada.

Para avanzar, se necesita mucho más que discursos: se requiere voluntad política, inversión sostenida, vigilancia ciudadana y un compromiso profundo con la dignidad de cada persona.

Porque la salud —como dice el Papa Francisco— no es solo ausencia de enfermedad, sino la posibilidad real de una vida plena. Y eso, en México, aún está en construcción.

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