México gana tiempo, pero no certeza

La tensión comercial entre México y Estados Unidos volvió a escalar tras el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre la imposición de nuevos aranceles a productos mexicanos. Aunque se acordó una prórroga de 90 días para su aplicación, la medida mantiene la presión sobre sectores clave de la economía nacional y pone a prueba la relación bilateral más importante para México.

El pasado 28 de julio, Trump anunció la reactivación de aranceles a las exportaciones mexicanas bajo el argumento de que México ha incumplido compromisos del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), particularmente en el sector automotriz y en estándares laborales. El mandatario estadounidense, acusó al gobierno mexicano de permitir “una competencia desleal” y de no aplicar adecuadamente los compromisos firmados, especialmente en materia de contenido regional y condiciones laborales en la manufactura.

Los nuevos aranceles anunciados incluyen 25 por ciento a exportaciones automotrices que no cumplan con los porcentajes de contenido regional exigidos por el T-MEC, así como 50 por ciento sobre exportaciones de acero, aluminio y cobre. La medida también contempla la vigilancia estricta de otros productos industrializados, lo que ha generado inquietud entre inversionistas y productores de ambos lados de la frontera.

Aunque Trump justificó la decisión como una medida “para proteger a los trabajadores estadounidenses”, diversos analistas coinciden en que la presión obedece como parte de una estrategia de presión bilateral con implicaciones tanto económicas como electorales, apuntando a fortalecer su base de apoyo interna.

La presidenta Claudia Sheinbaum sostuvo una llamada de alto nivel con Trump. Según información oficial difundida por la Presidencia, el diálogo fue “franco y constructivo” y permitió alcanzar un acuerdo para posponer la aplicación de los aranceles durante 90 días, a fin de revisar los señalamientos técnicos del gobierno estadounidense.

Sheinbaum aseguró que México ha cumplido con sus compromisos en el marco del T-MEC y reiteró la disposición de su gobierno a resolver cualquier diferencia por las vías institucionales previstas en el tratado. “México es un socio confiable y estratégico de Estados Unidos. Nuestra relación debe regirse por el respeto mutuo, el diálogo y la cooperación”, sostuvo en un comunicado la presidencia de la República.

Durante la conversación, también se abordaron temas de migración, seguridad en la frontera y cooperación energética. Fuentes de la Secretaría de Economía señalaron que, en los próximos días, una delegación técnica viajará a Washington para sostener reuniones con autoridades estadounidenses y representantes del sector privado, con el objetivo de desactivar la amenaza arancelaria.

Posicionamiento empresarial

Para el sector empresarial mexicano, el anuncio de Trump representa una amenaza directa a la estabilidad económica y a la integración comercial alcanzada durante más de tres décadas. En un comunicado, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) advirtió que, aunque la prórroga evita una crisis inmediata, mantiene la incertidumbre y desincentiva la inversión.

“El comercio bilateral entre México y Estados Unidos superó los 774 mil millones de dólares en 2024. Sólo en mayo de 2025, el intercambio comercial alcanzó los 74.5 mil millones de dólares, consolidando a México como principal socio comercial de Estados Unidos, según el Censo de los Estados Unidos, conocida en inglés como U.S. Census Bureau”, por lo que la medida amenaza ese equilibrio contradice el espíritu del T-MEC y frena su potencial, subrayó el organismo empresarial.

Reconoció que los 90 días de prórroga deben utilizarse de forma estratégica para fortalecer la posición negociadora de México y atender los factores estructurales que han sido objeto de críticas, como la inseguridad, la falta de certeza jurídica y el acceso competitivo a la energía.

También alertó sobre los riesgos de depender exclusivamente del mercado estadounidense y propuso avanzar en una política de diversificación comercial. “Las micro, pequeñas y medianas empresas necesitan alternativas reales de exportación en Europa, Asia y América Latina. El nearshoring abre una ventana de oportunidad, pero requiere infraestructura y condiciones propicias para atraer inversiones”, señaló.

Aunque el entendimiento entre ambos gobiernos permite ganar tiempo, la amenaza arancelaria evidencia la fragilidad de la relación comercial entre México y Estados Unidos. A pesar de los avances logrados con el T-MEC, la falta de mecanismos eficaces para resolver diferencias técnicas sin escalar conflictos mantiene viva la posibilidad de una guerra comercial intermitente.

El sindicato patronal señaló que expertos en comercio internacional advierten que el gobierno de México deberá mantener una posición firme en la defensa del tratado, pero también avanzar en reformas internas que refuercen el cumplimiento de sus compromisos, especialmente en materia laboral y ambiental, dos de los temas más sensibles para Estados Unidos.

La continuidad del T-MEC no sólo depende de los acuerdos entre gobiernos, sino del cumplimiento técnico de sus cláusulas y de la voluntad política para resolver diferencias sin recurrir a medidas unilaterales. En este sentido, el desafío para México no es sólo diplomático, sino estructural.

Es importante destacar que la nueva amenaza de aranceles por parte del presidente Donald Trump reaviva viejas tensiones y lanza una señal preocupante para los mercados. Aunque la intervención directa de la presidenta Claudia Sheinbaum logró una prórroga de 90 días, la estabilidad de la relación comercial sigue en vilo.

El sector empresarial exige certeza y reglas claras, mientras que el gobierno mexicano enfrenta el reto de defender el T-MEC y, al mismo tiempo, acelerar reformas que fortalezcan su competitividad interna. En un contexto de desaceleración global, volatilidad política y reacomodos geoeconómicos, la prioridad para México será consolidar su papel como socio confiable, diversificar sus mercados y garantizar condiciones internas que favorezcan la inversión y el desarrollo.

La cuenta regresiva ha comenzado. Y los próximos 90 días serán decisivos.

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