El drama del desempleo juvenil

Cada 15 de julio, el mundo celebra el Día Mundial de las Habilidades de la Juventud, una fecha proclamada por la Asamblea General de la ONU en 2014 con el objetivo de poner en el centro de la discusión la necesidad urgente de empoderar a los jóvenes a través de la educación técnica, profesional y de habilidades sociales. En un contexto global marcado por la transformación digital, la automatización y el desempleo juvenil persistente, el desarrollo de habilidades no es un lujo: es un imperativo.

Según el Informe de Juventud de las Naciones Unidas (2023), se estima que más de 267 millones de jóvenes en el mundo no están empleados, ni estudiando ni en formación (los llamados “ninis”), una cifra alarmante que refleja profundas desigualdades sociales, económicas y educativas.

El origen: un llamado global a la acción

El Día Mundial de las Habilidades de la Juventud nació como respuesta a esta realidad. Su propósito es doble: por un lado, subrayar la importancia de las habilidades técnicas y vocacionales como herramientas de inclusión laboral y social; por otro, fomentar alianzas multisectoriales que permitan a los jóvenes acceder a estas oportunidades.

“La juventud no es solo el futuro, es el presente. Empoderarlos con habilidades es esencial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, afirma António Guterres, Secretario General de la ONU.

¿Qué habilidades necesita la juventud?

El mercado laboral actual y futuro exige una combinación de habilidades técnicas, digitales y socioemocionales. Según el Informe Global sobre el Futuro del Empleo 2024 del Foro Económico Mundial, las habilidades más demandadas incluyen:

  • Alfabetización digital y tecnológica
  • Capacidad de análisis crítico
  • Resiliencia y adaptabilidad
  • Comunicación efectiva
  • Trabajo en equipo

México no es la excepción. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), solo el 17% de los jóvenes mexicanos accede a formación técnica o tecnológica de calidad, lo que limita su empleabilidad y sus ingresos futuros.

Para Carlos González, un joven de 23 años de Ecatepec, Estado de México, esto no es una estadística, sino su realidad: “Busqué trabajo después de la prepa, pero me di cuenta que sin saber computación o inglés era casi imposible. Me metí a un curso de reparación de celulares y eso me cambió la vida”.

La brecha educativa y la desigualdad

La brecha educativa sigue siendo uno de los grandes desafíos en el acceso a las habilidades. En México, más de 4.2 millones de jóvenes entre 15 y 24 años no estudian ni trabajan según datos del INEGI (2023).

El acceso desigual a recursos como computadoras, internet o incluso transporte escolar profundiza las diferencias entre jóvenes urbanos y rurales. Esta desigualdad se agudiza con la automatización y la digitalización, que eliminan empleos tradicionales mientras crean nuevas ocupaciones que requieren conocimientos altamente especializados.

“La educación no puede quedarse atrás de los cambios tecnológicos. Debemos preparar a los jóvenes para un mundo que cambia cada día”, señala la economista Vanessa Martínez de la OCDE.

Iniciativas y soluciones: ¿Qué se está haciendo?

Tanto el gobierno como organizaciones internacionales y la sociedad civil han lanzado iniciativas para enfrentar este panorama. Algunas destacadas incluyen:

  • Jóvenes Construyendo el Futuro (México): programa de capacitación laboral que ha beneficiado a más de 2 millones de jóvenes, aunque con críticas por su baja inserción real en empleos formales.
  • Alianza Mundial para la Juventud (UNESCO, OIT, Banco Mundial): busca fortalecer habilidades digitales y técnicas en países en desarrollo.
  • Formación dual (SEP y sector empresarial mexicano): vincula la educación técnica con prácticas profesionales en empresas.

“Los programas de formación dual son una gran oportunidad, pero necesitamos más empresas que abran sus puertas”, afirma Mariana Gómez del Campo, defensora de políticas juveniles.

Sin embargo la pobreza que ha dejado el sistema educativo mexicano en temas tan relevantes como el civismo, la ética, la lógica, la antropología, la filosofía, materias que salieron del plan de estudios de la SEP hace décadas, nos acercan hoy a jovenes con carencias fundamentales verdaderamente dramáticas.

El papel del sector privado

El sector privado desempeña un papel crucial en este ecosistema. Empresas como Cisco, Google o Microsoft han lanzado plataformas de formación digital gratuitas, y muchas compañías mexicanas se han unido a programas de capacitación de habilidades digitales o desarrollo de soft skills.

“Las empresas deben dejar de ver la capacitación juvenil como un gasto y entenderla como una inversión en talento y competitividad”, sostiene Carlos Hurtado, director de recursos humanos de una empresa tecnológica en Guadalajara.

Juventud capacitada: clave para la inclusión y la sostenibilidad

Una juventud capacitada no solo es más productiva, sino también más resiliente y participativa en la construcción de sociedades democráticas e inclusivas. Las habilidades también fortalecen la capacidad de los jóvenes para ser agentes de cambio en la lucha contra el cambio climático, la pobreza y la desigualdad.

Los jóvenes no solo deben ser capacitados para empleos, sino para liderar la transición hacia un desarrollo sostenible y justo.

Ejemplos como el de Daniela Hernández, una joven indígena de Oaxaca que tras aprender programación lanzó una app para promover el turismo comunitario, muestran el enorme potencial de la capacitación juvenil para transformar vidas y comunidades.

Invertir en habilidades es invertir en el futuro

El Día Mundial de las Habilidades de la Juventud no es solo un recordatorio simbólico: es un llamado urgente a gobiernos, empresas, instituciones educativas y sociedad civil para romper barreras estructurales, invertir en formación y garantizar igualdad de oportunidades.

México y el mundo enfrentan una disyuntiva clara: apostar por la capacitación de su juventud o condenar a millones a la marginación económica y social.

Como afirmó el Papa Francisco: “Los jóvenes no son el futuro lejano, son el ahora de Dios. A ellos corresponde el derecho y la responsabilidad de construir un mundo mejor”.

Hoy más que nunca, invertir en formación para nuestros jovenes es invertir en esperanza.

 

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