Poco a poco, paso a paso, se va consolidando la reforma judicial. Todos fuimos testigos de las irregularidades que, desde el principio, fueron edificando una reforma constitucional y la generación de una nueva legislación que serviría para destruir un edificio centenario: el Poder Judicial. Todo, para satisfacer la sed de venganza de un grupo político que vio frustradas algunas de sus acciones por ser anticonstitucionales. Fue, lo he dicho, la continuidad de aquel grito “¡Al diablo las instituciones!”
Todas las decisiones, tanto del legislativo, el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial han sido música al oído de la Cuarta Transformación en la edificación de un sistema a modo para imponer su voluntad. Los antiguos posibles equilibrios entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, ya no existen incluso antes de que los nuevos jueces tomen posesión de sus cargos.
Lo ocurrido recientemente en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ha sido la última nota de ese concierto discordante en el cual a consolida una elección vergonzosa donde la ley ha sido sistemáticamente violada. El Tribunal ha demostrado que sus criterios oscilan y se acomoda entre la aplicación de la Ley a la letra y su interpretación con criterios jurídicos, según convenga a quienes, desde el centro del poder, expresan sus deseos o dictan instrucciones.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación obsequia un regalo al Ejecutivo, agradeciendo el que quienes hoy lo integran, seguirán en sus cargos entre el batidillo que se ha hecho y a quienes se les ha mantenido la facultad de ser la última palabra en los procesos electorales.
El Tribunal desechó las denuncias de injerencia ilegal de fuerzas políticas, en particular de Morena o, incluso, de algunas autoridades, a través de la elaboración de los llamados “acordeones”. Se pedía que el INE investigara este caso y, sin embargo, la decisión fue desechada por falta de indicios. Sin embargo, se trataba de que, precisamente, se investigara las acciones de inducción del voto.
Los testimonios públicos acerca de la existencia de los acordeones y lo que ahí dictaban, resultó en las urnas de manera clara. Lo cual indica que los electores no actuaron informada y libremente.
Es más, hubo algún vocero de Morena reconoció su astuta maniobra y de forma burlona se refirió a los partidos de oposición por no haber hecho otro tanto. Por lo tanto, se consolidó un atropello a la democracia. Con eso se dibuja el futuro, calcado desde el pasado al que tanto criticaron los que hoy están en el poder.
¿Qué respeto va a tener un Poder Judicial con una legitimación puesta en duda? Si falla la legitimidad de origen, entonces habrá que esperar pacientemente, una vez integrados los nuevos órganos judiciales para ver si asumen una legitimidad de ejercicio, lo cual requerirá observar a jueces, magistrados y ministros en sus resoluciones para saber si lo realizado ha servido para mejorar el sistema jurídico mexicano.
Cabe señalar, sin embargo, que dos de los cinco ministros del Tribunal se han mantenido firmes en buscar resoluciones apegadas a derecho a favor de la democracia, mientras otros tres han mostrado una sistemática sumisión a los deseos del poder.
Una vez más las nubes borrascosas se ciernen sobre el futuro, pero eso no debe ser motivo de ceder y darse por vencidos. Vendrán futuras elecciones en donde será necesario que la sociedad y la oposición muestren músculo para resistir y vencer. Eso empieza desde ahora.
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