En un momento en que las tensiones comerciales y políticas entre México y Estados Unidos se recrudecen, los datos económicos ofrecen un respiro: en mayo de 2025, México alcanzó un récord histórico en exportaciones hacia su principal socio comercial, vendiendo productos y servicios por 46 mil millones de dólares, según cifras oficiales del INEGI y el SAT. Esta cifra representa un crecimiento sostenido del comercio bilateral, incluso a pesar de los nuevos aranceles impuestos por el presidente Donald Trump en su segunda administración.
Sin embargo, mientras la economía exportadora mexicana celebra este logro, otro frente se abre con posibles consecuencias financieras: la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reaccionó visceralmente al impuesto del 1% que Estados Unidos ha comenzado a aplicar a las transferencias de remesas, prometiendo públicamente que su gobierno devolverá ese monto a los migrantes mexicanos. Una medida populista, bien recibida en redes sociales, pero que plantea serias dudas sobre su viabilidad presupuestal en un país cuya deuda pública sigue en aumento.
Exportaciones: entre la resiliencia y la amenaza de aranceles
México ha consolidado su posición como principal socio comercial de Estados Unidos, desplazando en varios trimestres a China y Canadá. De acuerdo con datos de la Oficina del Censo de EE.UU., el comercio bilateral México-EU ha representado más del 15% del intercambio total de mercancías en 2025.
El reciente récord de 46 mil millones de dólares en exportaciones mexicanas hacia EE.UU. incluye principalmente bienes manufacturados (automóviles, autopartes, maquinaria eléctrica) así como productos agroindustriales.
Para el economista Luis de la Calle, ex subsecretario de Negociaciones Comerciales de México, esta fortaleza exportadora se debe a “la capacidad mexicana de integrarse profundamente en las cadenas de valor de Norteamérica y aprovechar la relocalización de empresas que están saliendo de Asia por las tensiones entre China y Estados Unidos”.
Sin embargo, el panorama no es completamente favorable. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trajo consigo una política arancelaria más agresiva. A partir de abril, entraron en vigor nuevos impuestos a ciertos productos manufacturados en México, sobre todo en los sectores automotriz y siderúrgico. La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) advirtió que estos aranceles, aunque no han detenido el flujo exportador, podrían frenar inversiones futuras.
El impuesto a las remesas: la reacción de Sheinbaum y las preguntas sin respuesta
Paralelamente, otro tema sacudió la agenda económica: el gobierno estadounidense aprobó un impuesto del 1% a todas las remesas enviadas desde EE.UU. hacia el exterior, medida que impacta directamente a millones de familias mexicanas que dependen de estos envíos. Las remesas hacia México superaron los 63 mil millones de dólares en 2024, una cifra sin precedentes según Banxico.
La presidenta Claudia Sheinbaum, en un mensaje difundido en redes sociales y replicado por medios nacionales, anunció que su gobierno reembolsará a los mexicanos el monto de ese 1%, para “proteger a las familias que viven de las remesas y que no pueden ser víctimas de decisiones injustas en otros países”.
Este anuncio, celebrado entre comunidades migrantes, generó de inmediato cuestionamientos entre analistas económicos. “La intención es noble, pero la pregunta crucial es: ¿de dónde va a salir ese dinero?”, han cuestionado diversos columnistas y economistas a lo largo de todo el pais…
Al hacer un cálculo conservador, si el volumen de remesas se mantiene en los 63 mil millones de dólares anuales, devolver el 1% implica un gasto para el gobierno mexicano de aproximadamente 630 millones de dólares al año. Un monto nada menor en un contexto donde la deuda pública ha superado el 50% del PIB, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda.
México endeudado: la otra cara del crecimiento
El endeudamiento público mexicano es una preocupación creciente. Al cierre del primer semestre de 2025, la deuda pública asciende a 15.5 billones de pesos, equivalentes a más de la mitad del Producto Interno Bruto, según datos oficiales. Este nivel de endeudamiento es el más alto en la historia reciente del país y limita la capacidad del gobierno para implementar nuevas medidas de gasto sin comprometer la estabilidad fiscal.
El problema no es sólo cómo se financia la devolución del impuesto a las remesas; es que ya estamos usando deuda para financiar gasto corriente y programas sociales, como ha comentado México Evalúa.
La promesa de devolver el impuesto puede convertirse en una bomba de tiempo fiscal, pues no existe actualmente una partida presupuestaria asignada para este fin y todo indica que, de materializarse, implicaría un mayor endeudamiento o recortes en otras áreas prioritarias.
Ana Laura Rivera, originaria de Michoacán y residente en Chicago desde hace 12 años, envía mensualmente 300 dólares a su familia en México. “Ese 1% puede parecer poco, pero para nosotros cada dólar cuenta. Me parece justo que el gobierno mexicano nos devuelva algo si nos están cobrando allá”, comparte. No obstante, al preguntarle si confía en que la devolución se haga realidad, duda: “Suena bonito, pero no sé si de verdad lo vayan a cumplir”.
Su testimonio refleja la esperanza pero también el escepticismo que acompaña las promesas políticas en un México donde los compromisos gubernamentales no siempre se traducen en acciones concretas.
Un equilibrio frágil: crecimiento, justicia social y sostenibilidad
Este episodio refleja uno de los dilemas recurrentes de la política económica mexicana: cómo combinar crecimiento económico con justicia social sin comprometer la sostenibilidad fiscal.
Por un lado, el récord exportador es un logro que merece celebrarse y que habla del dinamismo empresarial y laboral del país. Por otro lado, decisiones como el subsidio a las remesas sin un plan financiero sólido corren el riesgo de minar ese mismo crecimiento al generar desconfianza en los mercados, presionar la deuda y eventualmente impactar a los mismos ciudadanos que se pretende proteger.
La Doctrina Social de la Iglesia nos enseña que la economía debe estar al servicio del ser humano y que las políticas públicas deben buscar el bien común y la solidaridad, pero también la responsabilidad y la sostenibilidad. Es deseable apoyar a los mexicanos que viven de remesas, pero esta ayuda no puede convertirse en un cheque en blanco que ponga en riesgo la estabilidad de todos.
México enfrenta un momento decisivo donde se requieren políticas públicas con visión de largo plazo, equilibrio fiscal y justicia social real, no sólo promesas de corto plazo para agradar a una parte del electorado.
Facebook: Yo Influyo
comentarios@yoinfluyo.com