No hay nada tan malo que no tenga algo de bueno. Y tampoco hay nada bueno que no tenga algo de malo, al menos en asuntos políticos y sociales. Es un asunto que muchas veces se olvida. Hay situaciones que pueden ser malas para unos y buenas para otros. Que pueden ser malas a corto plazo y buenas a largo plazo, o al revés: buenas a corto plazo, pero muy malas a largo plazo. Y de esto hay muchos ejemplos.
Pensando en la política, tenemos algunos casos. Un asunto que resulta ser malo para la 4T es su división interna. Hay poca colaboración y ha habido, incluso, algunos intentos de demandarse los unos a los otros. No hablemos de la oposición. Después de un ayuno larguísimo sin ideas poderosas, nos encontramos con que está estancada. Pero ninguno de estos ejemplos es, al 100 %, malo. Algo se rescata.
Vamos a hablar de este asunto en el caso del ciudadano sin partido. Entendiendo por ciudadano sin partido, al que no pertenece a ninguno porque no le convencen, pues considera que deberían funcionar de otra manera. No se trata del ciudadano que se abstiene. Estamos hablando del que sí le interesa lo político, pero que no ve opciones. Por desconfianza, por la división que existe entre sus miembros, por la polarización que se ha creado en nuestro país, entre la sociedad, entre diferentes sectores y que afecta al ciudadano. Una polarización real y, probablemente, provocada.
Existe ausencia de recursos para poder actuar, que es lo que hace que, muchas veces, el ciudadano sin partido se abstiene de participar, aunque quisiera hacerlo. Y no solo hablamos de dinero, sino de apoyo, conocimiento, organización o estructura. En esta situación del ciudadano sin partido, se puede rescatar algo de bueno. Ha crecido la conciencia política entre la ciudadanía. Un despertar del ciudadano común, que no ha sido causado por la acción de los partidos. Un gran bien para nuestra sociedad.
Hay, entre los ciudadanos sin partido, una organización incipiente, en niveles muy sencillos. Encontramos que, los ciudadanos sin partido, se están organizando de diferentes maneras. Han ido aprendiendo a actuar en cuestiones importantes para la sociedad. Estos son bienes que no existirían si no nos hubiéramos visto, los ciudadanos sin partido, inmersos en una situación que nos preocupa. Es una fuerza que ha contado poco, hasta ahora.
El ciudadano sin partido es difícil de organizar, y muchas veces lo que uno encuentra son pequeños grupos de amigos, de ciudadanos, que los une un barrio, una ciudad, una situación y que empiezan a compartir información a partir de eso. Aquí hay una gran fortaleza en potencia y es, verdaderamente, el único asunto que puede lograr un cambio importante en el país. Habrá que lograr permanencia, organización y capacitación de esos ciudadanos. Pero, realmente Y eso logrará, verdaderamente, que nuestra clase política gobierne para todos. Algo que rara vez se ha visto en nuestra historia., la mejora de la situación del país, independientemente de cuáles sean los partidos que estén en el poder, ocurrirá cuando haya una respuesta fuerte de ciudadanos sin partido: personas que discutan, analicen, debatan, y que exijan a nuestros mandatarios ir más allá de sus intereses de partido o ideológicos.
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