El dinamismo económico de cualquier país se refleja en su capacidad de invertir en infraestructura, maquinaria y equipamiento. En México, sin embargo, los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) pintan un panorama preocupante: la inversión fija bruta (IFB) cayó -1.7% en abril de 2025 respecto al mes anterior y se encuentra -7.7% por debajo de abril de 2024. Lo más inquietante es que este no es un caso aislado: en los últimos doce meses, siete han registrado reducciones en la inversión
Esta tendencia refleja un debilitamiento estructural que podría tener consecuencias directas en el empleo, la productividad, el crecimiento y, en última instancia, en la calidad de vida de millones de mexicanos.
¿Qué es la inversión fija bruta y por qué importa?
La inversión fija bruta mide el gasto en activos productivos como maquinaria, equipo y construcción. Estos bienes son esenciales para el crecimiento económico a largo plazo, ya que sin nuevas fábricas, carreteras o tecnologías, las economías se estancan.
“La inversión fija es un indicador clave porque representa la apuesta de empresas y gobierno por el futuro,” explica la economista Gabriela Siller. “Cuando la inversión se desacelera, se reduce la capacidad del país para generar empleo, mejorar productividad y competir internacionalmente.”
Desglose de la caída: ¿dónde y por qué se está invirtiendo menos?
Según el informe de INEGI publicado el 3 de julio de 2025, tanto la maquinaria y equipo como la construcción experimentaron caídas significativas en abril:
- Maquinaria y equipo: caída mensual de -2.2% y anual de -9.1%.
- Construcción: caída mensual de -1.1% y anual de -5.5%
El impacto fue más agudo en la inversión pública, que retrocedió -17.8% en el último año, mientras que la inversión privada bajó -11.9%
“El desplome de la inversión pública es especialmente preocupante porque suele ser un motor anticíclico en tiempos de desaceleración,” señala el analista Valentín García.
En el caso de la construcción, la inversión no residencial —infraestructura, obras públicas, proyectos industriales— se desplomó -13.9% anual. Mientras tanto, la inversión residencial apenas creció 2.4%, insuficiente para compensar la caída en los otros sectores.
En maquinaria y equipo, la situación no fue mejor. El equipo de transporte se hundió -14.3% anual, reflejo de una baja en la producción automotriz y en las importaciones, debido en parte a la incertidumbre económica global y al alza de costos logísticos.
¿Qué está detrás de esta caída?
Varios factores explican el estancamiento de la inversión en México:
- Incertidumbre política y económica: Las recientes reformas constitucionales aprobadas de manera exprés han generado dudas en el sector empresarial respecto a la estabilidad jurídica y el respeto a las inversiones.
- Desaceleración global: La economía mundial ha experimentado una reducción en el comercio y la inversión, afectando también a México, particularmente en sectores exportadores.
- Alta inflación y tasas de interés: El costo del dinero sigue siendo elevado, lo que inhibe la capacidad de empresas y gobiernos para financiar nuevos proyectos.
- Débil inversión pública: Los recortes en proyectos de infraestructura y la falta de nuevos planes de gran envergadura pesan sobre el sector construcción, históricamente generador de empleo.
“Antes teníamos dos o tres obras al mismo tiempo; ahora, si acaso, una pequeña remodelación,” cuenta Rubén Hernández, un maestro de obra en la zona metropolitana de Guadalajara. “He tenido que reducir personal y varios compañeros llevan meses sin encontrar chamba fija.”
Historias como la de Rubén se repiten en otras ciudades. “Nos llegó menos maquinaria este año porque los pedidos han caído. Todo está parado,” comparte Ana Laura Domínguez, gerente de ventas de una empresa de equipo industrial en Monterrey.
Este enfriamiento de la inversión golpea directamente a trabajadores, proveedores, transportistas y familias enteras que dependen de un sector productivo saludable.
Consecuencias y riesgos
La caída de la inversión tiene efectos que trascienden las estadísticas:
- Menor creación de empleos formales.
- Reducción en la productividad y competitividad.
- Aumento en la vulnerabilidad social y económica.
- Freno a la movilidad social y al desarrollo regional.
“El bajo crecimiento en inversión nos condena a un crecimiento económico bajo y a perpetuar las desigualdades,” advierte Luis Foncerrada, exdirector del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
¿Qué se puede hacer?
Desde la Doctrina Social de la Iglesia, la inversión no es solo una cuestión económica, sino un compromiso con la dignidad de las personas y el desarrollo integral. Un país que invierte es un país que cuida su casa común, que crea oportunidades y reduce la desigualdad.
Algunas acciones sugeridas por expertos incluyen:
- Generar certidumbre jurídica y estabilidad política.
- Incentivar la inversión pública en infraestructura social y sostenible.
- Apoyar a las pequeñas y medianas empresas con financiamiento accesible.
- Fortalecer el Estado de derecho y el combate a la corrupción.
“Cuando se respeta la ley, se garantizan los derechos de todos y florece la inversión productiva,” concluye Patricia Debeljuh, experta en ética empresarial y responsabilidad social.
La caída sostenida de la inversión en México no es solo un dato frío en una tabla: es una señal de advertencia sobre el futuro que estamos construyendo (o dejando de construir). Como ciudadanos, consumidores y actores sociales, todos estamos llamados a impulsar un desarrollo con rostro humano, basado en la dignidad de cada persona, el respeto a la ley y el bien común.
La inversión es la semilla del futuro. Si no se siembra hoy, mañana no habrá cosecha.
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