En un mundo nuevamente al borde de una escalada global, el Papa León XIV (Robert Prevost), elegido en 2025 tras la muerte de Francisco, ha asumido el pontificado con una consigna clara: la paz como urgencia moral, política y espiritual. Desde su primera aparición pública tras el cónclave, repitió incansablemente la palabra “paz”, posicionándola como el eje de su ministerio.
En apenas unos meses, León XIV ha confirmado que la Iglesia católica sigue ejerciendo su misión como conciencia ética del mundo, retomando la línea de Benedicto XV, Juan XXIII, Juan Pablo II y Francisco: condenar la guerra, denunciar sus causas y clamar por soluciones humanas y duraderas.
Ángelus del 22 de junio de 2025: el grito global desde Roma
El domingo 22 de junio de 2025, durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV lanzó un potente llamado mundial para detener las guerras, en especial la escalada bélica entre Irán e Israel. Sus palabras, pronunciadas con claridad y dolor, reflejaron tanto la tradición pacifista de la Iglesia como su propia sensibilidad pastoral:
“Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por palabras retóricas que incitan al conflicto.”
La frase tuvo un eco inmediato en medios internacionales. Fue vista como una invocación urgente y directa: frente al lenguaje de la guerra, el Papa propuso el lenguaje de la conciencia, del rostro humano, del sufrimiento de las víctimas.
Un eco del magisterio y una voz propia
León XIV no improvisó: retomó la enseñanza constante de sus predecesores, afirmando que: “La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar.”
Y en una frase ya emblemática, que conecta directamente con Juan Pablo II, agregó: “Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado por la guerra.”
El dolor de las madres, el miedo infantil, el futuro robado: esta manera de nombrar las consecuencias de la guerra no es diplomática sino pastoral, y revela una Iglesia que no habla desde el poder, sino desde las víctimas.
Llamado a la comunidad internacional: que la diplomacia haga callar las armas
El Papa apeló también a los actores políticos. Afirmó que: “Todo miembro de la comunidad internacional tiene la obligación moral y política de actuar para evitar una tragedia de gran escala.”
Invocó la necesidad urgente de abrir “canales de diálogo real y efectivo”, y lanzó una súplica que sintetiza un siglo de enseñanza pontificia: “¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con violencia ni conflictos sangrientos!”
Esas frases fueron recogidas en titulares globales. Analistas notaron la continuidad con la línea de los últimos Papas, pero también un nuevo tono de cercanía directa, más pastoral que institucional. León XIV no solo interpeló a gobiernos, sino también a los ciudadanos comunes, pidiéndoles rechazar la lógica belicista.
No olvidar a las víctimas: Gaza, dignidad y solidaridad
En su mensaje del 22 de junio, el Papa expresó preocupación concreta por la dimensión humanitaria de los conflictos. Denunció que mientras crece la confrontación política y militar, las poblaciones civiles quedan desatendidas. Habló en especial de Gaza y otros territorios, recordando que allí faltan alimentos, medicinas, ayuda humanitaria.
Sentenció con fuerza: “Cuando está en juego la dignidad humana, ningún conflicto es lejano.” Y llamó a redoblar esfuerzos de solidaridad internacional, para que no se olvide “el clamor de quien sufre”.
Desde sus primeras palabras como Papa, León XIV ha dejado claro que la paz no es para la Iglesia una consigna superficial, sino una tarea evangélica y universal. Su mensaje no ofrece soluciones técnicas ni ideológicas, pero sí una brújula moral irrenunciable: el valor absoluto de cada vida humana y el deber común de evitar toda guerra.
Al decir que “la humanidad clama por la paz”, León XIV no solo resume el siglo de enseñanzas que lo precede, sino que ofrece un rayo de esperanza, recordando –como Pablo VI– que: “La humanidad no ganará con la guerra, sino con la paz”.
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