Cada año, el 12 de junio se celebra el Día Mundial del Funcionario Judicial, una jornada destinada a reconocer el trabajo esencial de quienes, en silencio, sostienen el sistema judicial. Este día resalta la labor diaria de los empleados en juzgados y tribunales, quienes garantizan el acceso a la justicia y la correcta administración legal.
Sin embargo, en la Ciudad de México, esta celebración llega en medio de una crisis laboral en el Poder Judicial local. Empleados de juzgados –especialmente en materia familiar– se mantienen en paro desde el 29 de mayo, manifestando su inconformidad ante jornadas excesivas, salarios insuficientes y la infraestructura deteriorada.
El paro indefinido ha provocado el cierre de sedes judiciales, afectando el promedio de mil 200 audiencias diarias en la capital del país. Los trabajadores exigen un aumento salarial de al menos 7 por ciento, más prestaciones y mejores condiciones, pero la respuesta oficial se limitó a una oferta del 5 por ciento directo al salario y 2 por ciento en prestaciones, propuesta que fue rechazada.
La problemática es más profunda que un simple reclamo salarial. Desde 2024, la implementación del nuevo Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares provocó la eliminación de varios juzgados, concentrando miles de expedientes en los tribunales restantes, lo que ha duplicado la carga laboral.
La interrupción de audiencias diarias no solo retrasa juicios y trámites, sino que afecta a las partes involucradas, especialmente en la resolución oportuna de casos familiares y civiles. Lo más grave: reviste un riesgo para la confianza ciudadana en el sistema judicial.
El impacto en la justicia es evidente. Más de mil 200 audiencias diarias han sido suspendidas y 21 de los 24 edificios judiciales han detenido operaciones, generando un rezago significativo.
Mientras el mundo destaca hoy el rol de los funcionarios judiciales –quienes organizan audiencias, gestionan expedientes, notifican resoluciones y ejecutan decisiones– en lugares como México estos mismos actores denuncian condiciones laborales que ponen en riesgo su desempeño.
Hoy, en el Día Mundial del Funcionario Judicial, es vital no solo aplaudir la labor de los operadores que sostienen la justicia, sino escuchar atentamente sus demandas. La presión laboral, las jornadas extenuantes, la obsolescencia tecnológica y la falta de insumos no solo afectan su bienestar personal, sino la eficacia del sistema judicial en su conjunto.
Es urgente que las autoridades –desde el Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, el Gobierno de la ciudad y los sindicatos– alcancen acuerdos justos, pues sólo así se podrá honrar la esencia de este día: un sistema judicial sólido no solo depende de jueces, abogados o magistrados, sino de cada funcionario que, en los pasillos y omisiones de nombre, hace que la justicia llegue a cada ciudadano.
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