En un siglo marcado por guerras culturales, polarización política y crisis de identidad, el Día Internacional para el Diálogo entre Civilizaciones —instituido el 10 de junio de 2024 por la Asamblea General de la ONU (resolución A/RES/78/286)— se convierte no solo en una conmemoración simbólica, sino en un llamado urgente a la acción colectiva.
Este día nace con una convicción profunda: solo el diálogo intercultural puede desmontar las narrativas del miedo, el odio y la exclusión que han minado los esfuerzos globales por la paz y el desarrollo sostenible.
Del “choque” al entendimiento: una historia de ideas en pugna
La idea de establecer un “diálogo entre civilizaciones” surgió como una respuesta crítica a la teoría del “choque de civilizaciones”, formulada en 1996 por el politólogo Samuel Huntington. Según su tesis, tras la Guerra Fría el conflicto principal no sería ideológico ni económico, sino cultural: un enfrentamiento inevitable entre bloques civilizatorios (Occidente, Islam, Confucianismo, etc.).
Pero Mohammad Jatamí, presidente reformista de Irán, desafió esa visión en un histórico discurso ante la ONU en 1998. Propuso, en su lugar, una agenda de entendimiento entre culturas, religiones y sistemas de pensamiento. En 2001, la ONU declaró el “Año del Diálogo entre Civilizaciones”. Y más de dos décadas después, esa visión se consolidó en una fecha fija, a propuesta de China, con el 10 de junio como marco para una movilización planetaria en favor de la convivencia.
“El diálogo es el único antídoto frente a la tentación de deshumanizar al otro”, afirmó el Secretario General de la ONU, António Guterres, al presentar la resolución.
Un mundo fragmentado que clama por puentes
Las fracturas del presente lo confirman: guerras religiosas, violencia étnica, xenofobia, islamofobia, antisemitismo, nacionalismos excluyentes, discursos de odio en redes, y sistemas educativos incapaces de enseñar la empatía cultural.
Ejemplos actuales sobran:
- La guerra en Gaza, donde las diferencias religiosas y narrativas históricas siguen alimentando una violencia sin fin.
- La invasión rusa a Ucrania, con un trasfondo de identidades y modelos civilizatorios enfrentados.
- Sudán, Etiopía o Myanmar, donde los conflictos armados se entrelazan con tensiones étnico-religiosas profundamente arraigadas.
En ese contexto, el diálogo intercultural no es una opción idealista, es una necesidad de supervivencia colectiva.
¿Qué significa “diálogo entre civilizaciones”?
No se trata de tolerar pasivamente la diversidad, sino de participar activamente en la construcción de una cultura global del respeto mutuo. Según la UNESCO, esto implica:
- Reconocer la pluralidad de identidades como riqueza y no como amenaza.
- Promover políticas públicas que integren la interculturalidad como eje transversal.
- Desarrollar competencias culturales en educación, medios, religión y diplomacia.
- Crear espacios reales de encuentro donde se escuche, no solo se hable.
Celebraciones con impacto: cuando la palabra se vuelve acto
A nivel internacional, se organizan cada 10 de junio foros diplomáticos, intercambios académicos, festivales artísticos y mesas interreligiosas. En 2024, uno de los eventos emblemáticos fue la iniciativa “Un grito por la paz”, celebrada en Gernika, España, impulsada por la Alianza de Civilizaciones de la ONU. Se trató de un acto simbólico y político para recordar que el entendimiento entre culturas no nace de la retórica, sino del dolor compartido y la reconstrucción conjunta.
En México, iniciativas como la Cumbre Tajín en Veracruz o los festivales de comunidades migrantes en Tijuana y Tapachula han promovido el contacto respetuoso entre culturas originarias, mestizas y extranjeras.
El diálogo transforma: casos de éxito
- Rwanda, tras el genocidio de 1994, implementó procesos de justicia restaurativa y diálogo interétnico que hoy son modelo para el mundo.
- Canadá y Noruega, con sus políticas de verdad, reconciliación y diálogo con pueblos originarios, han sentado bases para una gobernanza más inclusiva.
- La Ruta de la Seda, en su versión histórica, fue mucho más que una red comercial: fue una plataforma de transferencia de conocimientos científicos, filosóficos y espirituales entre China, India, Persia, el mundo árabe y Europa.
Desafíos reales: el diálogo no basta si no se institucionaliza
El principal enemigo del diálogo no es la diferencia, sino el prejuicio, el extremismo ideológico y la ignorancia institucionalizada. Según el Consejo de Europa, en su Libro Blanco sobre el Diálogo Intercultural, los retos principales son:
- La falta de educación intercultural sistemática.
- La escasa presencia de minorías culturales en los espacios de poder.
- El uso del miedo al “otro” como herramienta política.
Por eso, es necesario pasar del diálogo como ideal al diálogo como política pública, transversal a los sistemas educativos, mediáticos, diplomáticos y judiciales.
“Cuando llegué a México desde Siria, me sentía perdido. Compartir mi historia en espacios culturales me salvó. Hoy soy parte de esta comunidad, y el diálogo fue el puente que me permitió cruzar del dolor a la pertenencia.” — Omar Al-Khatib, refugiado sirio y activista cultural en Puebla.
La humanidad enfrenta una disyuntiva: construir puentes o cavar trincheras. El Día Internacional para el Diálogo entre Civilizaciones no es una efeméride más: es una interpelación directa a líderes, medios, educadores, comunidades religiosas y a cada ciudadano.
Porque como recordó Kofi Annan:
“La única guerra que vale la pena es la que libramos contra nuestra incomprensión del otro.”
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