Cuando callan las cúpulas

Ante los ojos de las élites empresariales y políticas de México se realizó una elección que ha sido todo un disparate, como dijo el Financial Times, “un experimento kafkiano”, donde las víctimas fueron los miles de abuelitos que fueron prácticamente obligados a votar, por el miedo o la ambición de seguir contando con sus “apoyos” en efectivo y que son la franja poblacional que más votó, como lo vimos en transmisiones y redes sociales. 

Todo un disparate, donde hasta los que diseñaron este ejercicio tuvieron que llevar su acordeón para intentar votar. Si así votaron los que “saben”, pues fue todo un circo para los que no tenían ni idea. Un ejercicio caro, un espectáculo absurdo, y todo para desaparecer el contra peso del poder judicial y regresar al viejo PRI todo poderoso, al que todos se sometieron durante 70 años.

Que el populismo de izquierda suba al poder por la escalera de la democracia y que, ya estando arriba, se dedique a destruir dicha ‘escalera’ para que nadie más llegue, lo hemos visto una y otra vez en distintos países. Eso no sorprende.

Que a lo largo de la historia existan personas que usen todo tipo de recursos, legales e ilegales, para obtener más y más poder; y que cambien las leyes para mantenerse con el control absoluto, tampoco sorprende. América Latina ha sufrido todo tipo de dictadores que se disfrazan de demócratas.

Lo que más llama la atención es la forma como llegamos a este triste espectáculo. Porque la elección del domingo pasado sólo ha sido la cereza del pastel, porque también se ha generado una degradación social y moral de las élites de este país.

Hay que decirlo, gracias a aquellos ciudadanos y ciudadanas que tienen mayores recursos para defender la libertad y la democracia, y que se mantuvieron en silencio o incluso se tornaron complacientes con el nuevo poder que avanzó sin resistencias, torció la ley y que sigue su camino sin adversario a la vista. Las élites mexicanas sólo se han mantenido al cuidado de sus propios intereses. 

Ahí están los grandes empresarios de este país que no dijeron ni pío, prefieren culpar a Donald Trump, antes que denunciar la pérdida de libertades, la seguridad jurídica y la división de poderes que ocurre ante su mirada temerosa o complaciente. Como dijo Lenin: “Los burgueses nos van a vender la soga con la que los vamos a ahorcar”.

Y los partidos de oposición juegan a ser opositores, porque muchos dirigentes al tener la cola larga no les queda de otra, más que tener la boca chica. Y al igual que las élites empresariales, se dedican a cuidar su cada vez más reducida cobijita del presupuesto. Practican la “mismocracia”, son siempre los mismos. Saben que, en el nuevo populismo, se necesita una oposición domesticada, para que todos los procesos políticos tengan la apariencia de ser democráticos. Por eso algunos de estos dirigentes son campeones de la ambigüedad y la cobardía cada que hablan a los ciudadanos. 

La desaparición del Poder Judicial, que hoy se festeja desde el poder, va a terminar, como siempre ocurre en los regímenes totalitarios, en un desastre social y económico.

En un mundo donde la inversión y el crecimiento económico son motores del desarrollo, el Estado de Derecho y la división de poderes emergen como pilares fundamentales para garantizar un entorno propicio para la prosperidad. Estos principios, lejos de ser meros conceptos jurídicos, son la base sobre la cual se construye la confianza de los inversionistas, se fomenta la innovación y se impulsa el progreso económico de las naciones. 

Pues bien, con el disparate electoral del domingo, México se aleja de ese horizonte de crecimiento y verdadero desarrollo. Se consolida el sistema de partido único, y sus consecuencias apenas empiezan a sacudir a la nación. Ahí ya está una sociedad que se ha polarizado bajo el relato del resentimiento y la división. Y “una casa dividida cae”. 

No nos engañemos, en México el problema no es Donald Trump, y no sólo son los viejos políticos que hoy visten de guinda, el problema también es la cobardía de las élites mexicanas.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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