Es interesante cómo, en las últimas semanas, una buena parte de las conversaciones, en el trabajo, entre amigos, familias y hasta en organizaciones religiosas, se han centrado en una pregunta: ¿Hay que votar en las elecciones por renovar el Poder Judicial o no deberíamos de votar? No es nada sencillo. No hay una respuesta fácil.
Muchos dicen: “¿Para qué votar? No sirve para nada. No importa lo que hagamos, ya están arregladas las elecciones y no cambiarán las cosas. De manera que no tiene sentido votar”. Esto nos recuerda, a los que ya somos un tanto mayores, los tiempos de la dictadura perfecta. Hace ya un buen número de años, cuando eran muy pocos quienes votaban. Precisamente con este mismo argumento: “No tiene sentido votar. No importa lo que hagamos, van a salir los que quiera el gobierno”. Y, efectivamente, ocurría toda clase de cosas: asalto de casillas, quema de votos, robo de urnas. En algunos casos, incluso se acusaba al propio ejército de llevar a cabo estos hechos.
De manera que todos pensaban que ya se sabían los resultados y no tenía mayor caso votar. ¿Quiénes votaban? Realmente, lo hacían los acarreados, los que, de alguna manera, tenían algo que ganar en esa elección. Una pregunta importante, ahora que se está cuestionando y se está proponiendo no votar para hacer quedar mal al gobierno: ¿De veras sirve o no una actividad como esa, la de no votar? ¿Qué va a ocurrir en caso de que no votemos?
Supongamos que una parte significativa de la población decidiera no votar. ¿Cambiarían las cosas? ¿Se repondría la votación de otra manera? No existe nada en la ley que diga que, si no se alcanza un determinado número de votos, se invalidará la votación. Aun si votaran unos cuantos centenares de personas, los resultados serían vinculantes. De manera que votar o no votar daría el mismo resultado.
En todo caso, lo más que pudiera ocurrir es que al gobierno, al poder ejecutivo, le causaría una seria vergüenza. Una consecuencia que no sabemos si realmente le importará, mucho o poco. No sería fácil que eso les obligara a ver las cosas de otra manera. Pero, además, hay muchos modos de interpretar ese resultado. Puede uno decir que no se vota porque no existe conciencia cívica. Y en todo caso, la culpa no es del gobierno, sino de una ciudadanía poco instruida, poco comprometida. No sabemos cuántos dejarán de votar por flojera, por desconocimiento, por lejanía de los lugares de voto. Porque se decidió dar un presupuesto muy raquítico a esta elección. Por la complejidad de las boletas y del modo de votar. También, posiblemente, por el hecho de que hay poco tiempo para instruirse realmente a fondo de quiénes son los candidatos.
La realidad es que, cuando hay una situación como de abstenerse del voto, puede tener algún efecto siempre y cuando haya una oposición efectiva, que le pueda sacar provecho a un acto como este. Pero tristemente, y se lo pregunto a usted, estimado lector: ¿Realmente, creemos que tenemos una oposición capaz, con el prestigio y las ideas suficientes, como para sacarle provecho a un boicot de este estilo? En todo caso, lo que estaría ocurriendo es que esa acción, se quedaría en un aspecto testimonial: damos testimonio de que diferimos con este gobierno, aunque de una manera difícil de contabilizar.
Habiendo dicho todo lo anterior, ¿hay alguna opción? Sí, las hay: no son sencillas, pero son posibles. Se pueden tener maneras de hacerle conocer al gobierno, nuestro desacuerdo con el modo como se están manejando estas votaciones. En los tiempos de la dictadura perfecta, había quienes votaban a conciencia de que el resultado de su voto no iba a modificar la situación, porque los votos ya estaban previamente arreglados. Pero sí había una posibilidad de enviar un mensaje al gobierno, haciendo saber que una cantidad de personas, con cierta conciencia política, estaba mandando un mensaje a través de su voto. El mensaje de que no estaban de acuerdo con la situación. Y esto, a la larga, tuvo resultados.
Hay otras opciones y hay que examinarlas. Abstenerse de votar no es la única. Otra es presentarse a las casillas, solicitar las papeletas y anular el voto. No es simple, pero es algo que se puede llevar a cabo. Se pueden tachar todos los espacios donde se tiene que poner el número del candidato, para que quede claro que no se puede usar ninguno de esos espacios. Y eso sí se puede contabilizar: se puede saber el número de votos anulados y hacer ver que una cantidad importante de los que participaron, yendo a votar, prefirieron anular su voto antes que dar su voto a personas que no consideraban adecuadas.
Una tercera opción es hacer un voto diferenciado. Podemos votar según quién propuso a los posibles candidatos. En las boletas que está promoviendo el INE, se presentan los nombres de los candidatos y además hay un espacio en donde se establece quién está proponiendo ese voto. ¿Cuáles son propuestas del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo, o del Poder Judicial? Y hay una cuarta opción, donde se pone que el candidato está en funciones, es una persona que ya actualmente está llevando a cabo esa función.
Es claro que los recomendados por el Poder Ejecutivo y por el Poder Legislativo, serán fundamentalmente aquellos que son parte de la 4T. Sí, puede haber diferencias porque no hay una total unidad entre ellos, pero finalmente cualquiera de los que procedan de esos dos campos va a tener esa característica. Y hay otros que son parte del Poder Judicial. Ahí se encontrará uno, una mayor variedad. Y uno podría decidir, si no tiene un conocimiento claro de quiénes son, hacer la suposición de que, al votar por los recomendados por el Poder Judicial, estamos validando de alguna manera que, quienes sean propuestos por ese poder, no tienen tanta influencia del partido gobernante.
Y finalmente, también puede uno votar por aquellos que están en funciones. Que, por cierto, son los mismos que hicieron paros y que se opusieron de una manera importante a estos cambios. Con una ventaja más: el hecho de que son personas que ya entienden y ya llevan a cabo estas tareas. Mientras que todos los demás que se están proponiendo, tienen que llegar a aprender el modo de resolver esas cuestiones. Y tienen que enterarse de los asuntos, porque no los han estado tratando. De manera que, todos aquellos que lleguen sin un conocimiento previo, causarán necesariamente atrasos que van a ser importantes.
. No es un sistema perfecto, pero es una manera de hacer una diferencia. Y, por supuesto, siempre habrá la opción de hacer una investigación concienzuda de cada uno de los candidatos. Su gran número y la ausencia de información clara y detallada, lo hace difícil
¿Qué probabilidad tenemos de que tengamos unos resultados muy buenos? Muy escasa, pero sí podemos tener alguna influencia. Tendremos la capacidad de intervenir, al menos en alguna medida. Es lo que muchos de los ciudadanos están deseando. Necesitamos que a los ciudadanos nos tomen en cuenta. Esto es un gran asunto. Se está jugando la impunidad que nos corroe. Se está jugando la corrupción que hay en muchos campos del Poder Judicial. Y que no se resuelven, solamente, mediante el voto, como se nos está tratando de convencer.
Se está jugando el que podamos seguir teniendo influencia. En los tiempos de la dictadura perfecta, no teníamos ninguna capacidad de participar. Y ahora tenemos alguna capacidad de influir. Ciertamente, habrá resultados muy dañinos si se da más poder a la 4T, al cancelar la posibilidad de que tenga contrapesos. Y usted, ¿qué hará? Yo, voy a votar.
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