Un obispo, no es un “manager”

Robert Francis Prevost, agustino, misionero y quien fuera prefecto del Dicasterio para los Obispos, fue uno de los pilares más sólidos de la reforma eclesial del papa Francisco. Nacido en Chicago y forjado en Perú, Prevost fue nombrado por el Papa en 2023 para encabezar uno de los organismos más influyentes de la Curia romana: el responsable de asesorar y proponer al pontífice los nuevos obispos del mundo.

En una entrevista con Andrea Tornielli, publicada en Vatican News el 27 de abril de 2023, Prevost delineó con profundidad su visión del episcopado para la Iglesia del presente. Su reflexión trasciende la administración eclesial y toca el corazón mismo del ministerio episcopal: ser pastores antes que gestores, testigos antes que burócratas.

El obispo, imagen de comunión y cercanía

Para Prevost, el obispo contemporáneo debe recuperar el espíritu evangélico del Buen Pastor. “No es un mánager”, dijo, sino un hombre “cercano al pueblo, empezando por sus sacerdotes, para los que debe ser padre y hermano”. La autoridad episcopal, afirmó, solo tiene sentido si es “autoridad para servir”.

En consonancia con el magisterio de Francisco, retomó las “cuatro cercanías” que todo obispo debe cultivar: con Dios, con sus hermanos obispos, con sus sacerdotes y con el pueblo fiel. El aislamiento, el clericalismo, la tentación de la superioridad o el refugio en privilegios son, en su opinión, deformaciones graves del rol episcopal. “No hay que esconderse detrás de una idea de autoridad que hoy ya no tiene sentido”, advirtió.

Evangelizar con alegría, no solo doctrinar

Prevost es tajante al señalar un riesgo recurrente en los pastores de hoy: reducir su ministerio a la enseñanza abstracta de la doctrina. “A menudo nos hemos preocupado por enseñar la doctrina, pero corremos el riesgo de olvidar que nuestra primera tarea es comunicar la belleza y la alegría de conocer a Jesús”.

Este testimonio vital, según el cardenal, debe ser visible. “No basta hablar de Cristo: hay que vivirlo”, dice. Para él, solo quien ha hecho experiencia de Jesús puede comunicar con autenticidad el Evangelio. Se trata de irradiar esperanza en un mundo que, como también señaló el Papa en su homilía inaugural, sufre por el sinsentido, la deshumanización y la pérdida de referencias espirituales.

Unidad, sinodalidad y elección episcopal

Ante la creciente polarización eclesial, el prefecto insistió en que “el obispo está llamado a promover la unidad con el Papa”, como signo de su catolicidad. La comunión no es uniformidad, pero sí fidelidad al espíritu de Jesús. “La falta de unidad es una herida dolorosa que sufre la Iglesia”, afirmó.

En cuanto a los procesos de designación episcopal, celebró la apertura introducida por la constitución Praedicate Evangelium, que prevé la escucha del pueblo de Dios. “Ya se consulta a laicos y religiosas. No es una elección democrática, pero sí un ejercicio de discernimiento en comunión”.

El aporte de las tres mujeres incorporadas por Francisco al dicasterio también ha sido “real y significativo”, no solo simbólico. “A veces su punto de vista introduce una perspectiva nueva, muy valiosa en el proceso de selección”.

Pastores ante los abusos: responsabilidad y escucha

Uno de los temas más delicados que abordó Prevost fue la gestión episcopal de los abusos sexuales. Reconoció que, si bien existen nuevas normas y avances en muchos lugares, “queda mucho por aprender”. Insistió en que el obispo no debe delegar su responsabilidad de cercanía: “No podemos cerrar la puerta de la Iglesia a las víctimas”.

Subrayó la necesidad de un cambio de mentalidad, más allá de la legislación. “El silencio no es una respuesta. Debemos ser transparentes y sinceros, acompañar y ayudar a las víctimas”. También abogó por una mejor preparación de los obispos para afrontar estos casos con sensibilidad y competencia.

Sinodalidad: más que un método, un espíritu

“El sínodo no es una votación, ni una agenda política”, advirtió. Para Prevost, el proceso sinodal exige un cambio de actitud: aprender a escuchar, discernir comunitariamente y dejar espacio al Espíritu Santo. “Pasar de una autoridad que impone a una Iglesia que valora los carismas”.

Recalcó que algunos obispos temen estos cambios porque se sienten inseguros. Pero insistió: “Estamos llamados a vivir una nueva actitud”. La sinodalidad no es solo estructura, es estilo de vida eclesial.

Economía y redes sociales: desafíos contemporáneos

Sobre el rol del obispo como administrador, Prevost reconoció que también debe ser buen gestor, aunque sin perder de vista su vocación espiritual. “El riesgo es que nos volvamos mánagers y razonemos como tales”. Frente a esto, citó la confianza en la Providencia, tan presente en la vida de las monjas de clausura.

En cuanto a las redes sociales, defendió su uso como herramienta evangelizadora, pero con prudencia: “Pueden dividir si se usan sin discernimiento. Hay que pensar antes de hablar o escribir”.

Una Iglesia que camina con su pueblo

La visión de Prevost resuena con claridad: el obispo no debe mirar desde arriba, sino caminar al lado. Su modelo es profundamente evangélico y agustiniano. Como él mismo lo expresó al asumir el papado como León XIV: “Con ustedes soy cristiano, para ustedes, obispo”

El cardenal no idealiza, pero tampoco se resigna. Propone una Iglesia pastoral, sinodal y valiente. Una Iglesia que confía en Dios, acompaña al herido, escucha al Espíritu y camina con su pueblo. Una Iglesia donde los obispos no son administradores de poder, sino testigos de esperanza.

Fuente: Andrea Tornielli, entrevista a Robert Prevost, Vatican News, 27 de abril de 2023.
Entrevistador: Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación.

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