Apenas unos días después del anuncio Habemus Papam, la Iglesia se enfrenta a una pregunta legítima y profundamente eclesial: ¿Qué tipo de pontificado encarnará León XIV? Con 69 años de edad y una vasta experiencia pastoral, Robert Francis Prevost no es ni un joven innovador ni un anciano de despedida. ¿Estamos ante un Papa de transición elegido para una etapa de estabilización breve, o ante un pastor que marcará una nueva década eclesial?
2. Edad, madurez y contexto: ¿transición natural?
A diferencia de sus antecesores inmediatos —Benedicto XVI elegido a los 78 y Francisco a los 76—, León XIV inicia su pontificado con 69 años. No es un “anciano” en términos eclesiásticos, pero tampoco representa una opción de largo aliento. Este factor ha alimentado la idea de que su elección pudo responder a una búsqueda de consenso entre cardenales, deseosos de evitar polarizaciones en un cónclave posterior a la muerte de Francisco.
Sin embargo, la edad por sí sola no define la intención de un pontificado. Juan XXIII fue elegido a los 76 años y terminó convocando el Concilio Vaticano II. La historia eclesial conoce bien los pontificados breves que marcan épocas largas.
3. Pastor experimentado, no burócrata de curia
Prevost ha sido, ante todo, un hombre de campo. Durante más de 18 años fue misionero y luego obispo en Perú. Conoce las realidades del sur global, ha trabajado con comunidades empobrecidas, ha lidiado con escándalos como el del Sodalicio, y ha formado seminaristas con rigor evangélico. No llega al trono de Pedro como un burócrata, sino como un pastor probado en las periferias.
En su etapa como prefecto del Dicasterio para los Obispos (2023–2025), ejecutó una transformación silenciosa: eligió obispos con perfil pastoral antes que meramente administrativo, fomentando figuras “de escucha, cercanas, de vida sencilla”. Esto habla de un liderazgo estructurado, paciente y reformista.
4. Señales del primer discurso: continuidad con matices
En su saludo desde el balcón de San Pedro, León XIV no buscó deslumbrar ni romper esquemas. Dijo: “La paz sea con ustedes”, retomando el tono de Francisco. Añadió luego: “Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes con el diálogo y el encuentro… para ser un solo pueblo”. Su referencia explícita a San Agustín y su afirmación “Soy un hijo de San Agustín… con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo” refuerzan una espiritualidad centrada en la comunión, la humildad y la interioridad.
Su homilía ante los cardenales fue incluso más reveladora. Habló de la “Iglesia como arca de salvación”, pero advirtió que la magnificencia de sus estructuras no basta: “La Iglesia será luz del mundo por la santidad de sus miembros”. Insistió en un liderazgo que desaparezca para que permanezca Cristo: “Desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado”. Este estilo de humildad activa, tan agustiniano, puede indicar un gobierno firme pero sin protagonismos.
5. ¿Reformas o consolidación?
Todo indica que León XIV no será un Papa de ruptura ni de novedad espectacular. Más bien, su perfil lo presenta como un “papa de estabilización”, alguien que consolidará los pasos dados por Francisco, especialmente en sinodalidad, opción por los pobres y descentralización. Su conocimiento profundo del clero mundial —tras dos años al frente del Dicasterio de los Obispos— le da herramientas para revisar y profundizar los procesos de selección y formación episcopal.
Pero estabilizar no significa inmovilizar. Su pasado en Perú y sus discursos revelan un corazón sensible a los signos de los tiempos. Podría, llegado el momento, hacer gestos audaces, como una reforma más decidida del rol de la mujer o el reordenamiento de la Curia Romana en clave más evangélica.
6. Conclusión: un Papa que podría sorprender
No es exagerado decir que León XIV combina la sabiduría de la edad con la audacia serena de quien ha vivido en las periferias. Su pontificado probablemente no busque dejar una huella propia, sino encarnar fielmente el Evangelio en un momento de transición global para la Iglesia. Sin embargo, los caminos del Espíritu son imprevisibles. El Papa que parecía elegido para consolidar podría ser también el que impulse renovaciones profundas desde el silencio y la coherencia.
Como dijo en su homilía inaugural: “Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María”. Si el Espíritu lo fortalece y la salud lo acompaña, no sería extraño que el pontificado de León XIV deje una marca más profunda de lo que muchos anticipan.
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