La hora de Pedro: la Iglesia en oración por un papa según el corazón de Dios

Misa “Pro eligendo Pontifice” antes del inicio del Cónclave desde la Basílica de San Pedro.

A pocas horas de que las puertas de la Capilla Sixtina se cierren con el ritual del “Extra omnes”, los cardenales electores se reunieron esta mañana en la Basílica de San Pedro para celebrar la misa “Pro eligendo Pontifice”. Como marca la tradición, la homilía fue pronunciada por el Decano del Colegio Cardenalicio, el Cardenal Giovanni Battista Re, en lo que constituye no sólo el inicio litúrgico del Cónclave, sino una verdadera radiografía espiritual del momento que vive la Iglesia: un tiempo de decisión, de oración y de esperanza.

Re, experimentado servidor de la Curia Romana y testigo privilegiado de los últimos pontificados, situó el corazón del discernimiento eclesial en el mismo lugar donde nació la Iglesia: en el Cenáculo, junto a María y en oración constante, como narra el libro de los Hechos. Ese es, según el purpurado, el espíritu que debe animar no sólo a los electores, sino a todo el pueblo de Dios. “Rezar, invocando al Espíritu Santo, es la única actitud justa y necesaria”, dijo, recordando que la elección del Papa no es una operación política ni de poder, sino un acto profundamente espiritual.

La misión de Pedro, siempre presente

En su homilía, el cardenal Re insistió en que el nuevo Pontífice no es simplemente el sucesor del Papa Francisco, sino el nuevo Pedro. “La elección del nuevo Papa no es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa”, afirmó. Con palabras que evocaron al Dante y a san Juan Pablo II, subrayó la gravedad del momento: “Cada cardenal votará ante el Juez representado por Miguel Ángel”, aludiendo a la imagen del Juicio Final que preside la Capilla Sixtina.

La homilía fue también una meditación sobre el amor como núcleo del cristianismo. Citando el mandamiento de Jesús en el Evangelio de Juan —“Ámense los unos a los otros como yo los he amado”—, el cardenal propuso que ese amor sin límites, incluso por los enemigos, es el criterio fundamental que debe inspirar al próximo Papa. “El amor es la única fuerza capaz de cambiar el mundo”, subrayó, conectando así con la visión de Pablo VI de una “civilización del amor”.

El perfil del nuevo Pontífice

La intervención del cardenal Re dejó entrever algunas claves del perfil deseado para el nuevo Obispo de Roma. Habló de un Papa que sea promotor de la comunión eclesial, que mantenga la unidad sin caer en uniformidades, que sepa leer los signos de los tiempos con fidelidad al Evangelio. Y, sobre todo, que sea capaz de despertar las conciencias y “las fuerzas morales y espirituales en una sociedad que tiende a olvidarse de Dios”.

No fue una homilía institucional, sino pastoral y profética. Una exhortación a elegir un Papa “según el corazón de Dios”, no según las lógicas del mundo. En un escenario geopolítico frágil, con crisis de autoridad en muchas instituciones y desafíos internos en la Iglesia, el llamado del cardenal Re resonó con fuerza: “El mundo espera mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales”.

La intercesión de María

Como colofón, Re encomendó la elección a la Bienaventurada Virgen María, invocándola como Madre de la Iglesia, la misma que estuvo en el origen de la fe y que ahora acompaña este proceso único en el mundo. Desde la cúpula de Miguel Ángel, el mármol de Bernini y la tumba del primer Papa bajo el altar, todo en San Pedro remite a la continuidad, pero también a la novedad del Espíritu. La Iglesia no elige un CEO: se dispone a reconocer, con fe y oración, a quien Dios señala para pastorear a su pueblo en este siglo XXI.

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