En pleno siglo XXI, cuando la ciencia y la innovación definen el rumbo económico, político y social del planeta, la participación femenina en los laboratorios, centros de investigación y universidades sigue marcada por una desigualdad profunda. Una mirada al reciente mapa de proporción de mujeres científicas e ingenieras en Europa, elaborado a partir de datos Eurostat 2025, revela una geografía de contrastes que exhibe una verdad global: la ciencia sigue siendo un territorio desigual.
Países como Lituania (51%), España (50%) Bélgica (48%), Rumania (47%) o Portugal (50%) han logrado superar o acercarse a la paridad. Mientras tanto, naciones tecnológicamente avanzadas como Alemania (34%), Holanda (38%), Finlandia (31%) o Suiza (36%) registran cifras notablemente bajas.
Estas brechas no sólo hablan de realidades europeas. Reflejan patrones globales que atraviesan continentes, y que alcanzan también a América Latina y México, donde la inequidad en ciencia sigue siendo un reto estructural que afecta la innovación, la competitividad y el desarrollo humano.

UNA FOTOGRAFÍA INCOMODA: CUANDO EL MAPA HABLA EN ROJO Y VERDE
En el mapa, los tonos verdes representan a los países donde las mujeres superan el 45% de participación científica. Los rojos, aquellos donde la proporción cae incluso por debajo del 35%.
Los más rezagados en Europa incluyen:
- Finlandia – 31%
- Alemania – 34%
- Suiza – 36%
- República Checa – 31%
- Luxemburgo – 35%
Resulta contradictorio: muchos de estos países están entre los que más invierten en innovación, educación STEM y tecnología. Sin embargo, no han logrado que esa inversión sea inclusiva. En contraste, países históricamente menos asociados con liderazgo científico presentan avances significativos:
- Lituania – 51%
- España – 50%
- Portugal – 46%
- Bélgica – 48%
- Eslovenia – 49%
- Rumania – 47%
Esto desmonta mitos. La igualdad en ciencia no depende únicamente de riqueza o desarrollo económico, sino de políticas públicas, cultura, sistemas educativos, corresponsabilidad familiar y acceso equitativo a oportunidades.
“Me sorprendió descubrir que en Alemania somos menos del 35%. Uno pensaría que un país tan innovador sería más equitativo. Pero en mi instituto, de 20 investigadores principales, sólo dos somos mujeres.” — Clara Schmid, investigadora española en un centro de biotecnología en Múnich.
Clara describe un entorno competitivo, exigente y poco flexible para la conciliación trabajo-familia, una realidad que coincide con diversos informes de la Comisión Europea sobre las barreras invisibles que limitan la participación femenina en STEM.
AMÉRICA LATINA: ENTRE EL PROGRESO Y LA FRAGILIDAD
Aunque el mapa presentado se concentra en Europa, para comprender el fenómeno global es indispensable mirar a América Latina y, particularmente, a México. Según datos de UNESCO (Women in Science 2024):
- América Latina tiene un promedio del 45% de participación femenina en investigación, por encima de la media global (33%).
- Sin embargo, ese número es frágil y desigual. Mujeres ocupan muchos puestos de investigación temprana, pero los cargos directivos siguen en manos masculinas.
Los principales desafíos latinoamericanos incluyen:
- Brecha salarial persistente.
- Acceso limitado a fondos de investigación para mujeres.
- Menor presencia en áreas STEM puras (ingenierías, física, matemáticas).
- Carga desproporcionada de cuidados en el hogar.
- Falta de políticas con enfoque de corresponsabilidad.
MÉXICO: AVANCES IMPORTANTES, PERO INSUFICIENTES
De acuerdo con el CONACYT y el último Informe Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, México tiene aproximadamente:
- 33% de mujeres en ingeniería,
- 38% en investigación científica,
- 56% en carreras de salud,
- Menos del 20% en puestos directivos de centros de investigación.
Además, sólo 28% de las patentes registradas incluyen por lo menos una mujer entre sus inventoras, según datos del IMPI. Esto revela una tendencia mundial: la presencia femenina aumenta en educación superior, pero disminuye a medida que se avanza en la carrera académica y científica.
“En el laboratorio éramos cinco mujeres y ocho hombres. Pero con el tiempo, somos tres. Mis compañeras dejaron la ciencia porque no había apoyos para maternidad o flexibilidad.” — Diana Hernández, ingeniera química y exinvestigadora del IPN.
Su caso refleja uno de los mayores desafíos en materia laboral: la necesidad de garantizar condiciones dignas que concilien trabajo y familia, protejan la igualdad y fomenten el bien común.
LA CULTURA DEL “NO ES PARA TI” Y SUS EFECTOS EN LAS NIÑAS
Distintos estudios de la OCDE encuentran que las niñas muestran interés por las matemáticas y ciencias hasta los 10–11 años, pero disminuye con la llegada de la adolescencia debido a:
- Estereotipos de género,
- Falta de modelos femeninos en la ciencia,
- Expectativas familiares y escolares diferenciadas,
- Ausencia de programas formativos que combinen ciencia con impacto social.
Es esencial el principio de igual dignidad: toda persona tiene el mismo valor y debe tener acceso a las mismas oportunidades para desarrollar sus talentos. Sin embargo, en la práctica, estas oportunidades siguen distribuyéndose de forma desigual.
¿QUÉ ESTÁ FUNCIONANDO EN LOS PAÍSES MÁS AVANZADOS?
Los países con mejores cifras —Portugal, Lituania, Bélgica— comparten políticas clave:
- Licencias de maternidad y paternidad equitativas y obligatorias.
- Guarderías y sistemas de cuidados públicos robustos.
- Programas de mentoreo y becas exclusivas para mujeres.
- Transparencia salarial y auditorías de brechas.
- Flexibilidad laboral real en entornos científicos.
Estos elementos demuestran que la igualdad en la ciencia no surge espontáneamente: es el resultado de decisiones públicas y privadas orientadas al bien común.
PROPUESTAS PARA MÉXICO Y AMÉRICA LATINA
- Crear un Sistema Nacional de Cuidados, ya en discusión, para liberar tiempo y oportunidades que permitan a las mujeres avanzar en STEM.
- Fortalecer becas y estancias posdoctorales para mujeres, especialmente en ingeniería y ciencias duras.
- Incentivar a empresas y universidades a implementar políticas de corresponsabilidad familiar y trabajo flexible.
- Implementar programas de mentoría desde primaria y secundaria con modelos femeninos reales.
- Combatir estereotipos desde la educación básica con programas que vinculen ciencia y responsabilidad social.
CONCLUSIÓN: NO ES UN TEMA DE GÉNERO, ES UN TEMA DE PAÍS
La ciencia no es sólo una profesión: es un motor de desarrollo. Cuando un país excluye a la mitad de su talento, se empobrece. Las brechas mostradas en Europa, México y el mundo hablan de una injusticia estructural que contradice los principios más básicos de la dignidad humana y del bien común.
La igualdad en la ciencia no es una concesión: es una necesidad para el futuro. Para innovar, competir y construir sociedades más humanas, inclusivas y justas, México y América Latina deben apostar por las mujeres científicas.
Porque cuando una niña entra a un laboratorio, no sólo está encendiendo un microscopio: está encendiendo el futuro del país.
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