Los dichos del presidente electo en cuanto a la consulta para determinar el futuro del nuevo aeropuerto, y los ataques verbales al Ejército y la Marina, pueden traer consecuencias que quizá todavía no alcanzamos a vislumbrar.
A mes y medio de tomar posesión López Obrador ha tocado muchos intereses; no sólo al Estado Mayor Presidencial (EMP), sino al Ejército y la Marina; a los inversionistas del aeropuerto en Texcoco, y ordenó reformar la ley de contratos en Tabasco para otorgar los de la refinería de Tres Bocas directamente a los cuates y ¿quién duda haga lo mismo en los estados que tocará el Tren Maya?
Ya dijo que los convoyes de éste los fabricará Bombardier en Ciudad Sahagún, Hidalgo, como los del metro que le encomendó de jefe de gobierno del D.F. Le gusta otorgar los contratos sin licitar, como los segundos pisos que encargó a su amigo José María Riobóo (quien fracasó en la licitación de las pistas de NAIM) principal patrocinador del aeropuerto en la base militar de Santa Lucía, que no tiene estudios técnicos; en cambio los estudios más serios dicen que Texcoco es lo indicado.
So pretexto de imparcialidad, a Amlo con sus funcionarios se les pasó la mano en la consulta sobre el aeropuerto: las preguntas (en boletas con los colores de Morena) están muy sesgadas contra NAIM en Texcoco; de éste dicen muchas mentiras: que sólo lleva 20% de adelanto y no 32.15%; que costará $300,000 millones y al erario $85,000, que causará daños eclógicos serios; que se erige en terrenos ejidales y sus beneficios son muy cuestionables para México.
Jiménez Espriú miente demasiado y se hace bolas; dijo, por ejemplo, que la Organización de la Aviación Civil (OACI) de la ONU, afirmó que Santa Lucía es lo indicado; obligó a su presiente Melvin Cintrón a dirigir una carta a Amlo para desmentirlo y subrayar que NCIM en Texcoco es la mejor opción.
Además, no dice que se perderán 110 mil millones (60 mil del costo de obras realizadas y 50 mil en liquidar a las empresas y demandas contra el gobierno) y que México quedará sin crédito en el exterior.
Cuánto tiempo y aire en los medios y dinero se ha gastado en esa consulta, ilegal e inocua, no sólo porque 2 urnas aisladas en 538 municipios se prestarán al acarreo y fraude, sino porque su resultado no será obligatorio, vinculante dicen los expertos.
Es más, Amlo afirmó que promovió la polémica para empujar la encuesta hacia cancelar NAIM.
Será la primera consulta popular de Amlo e iremos acostumbrándonos a ellas, pues abre puertas a muchas otras, como para enjuiciar a Peña Nieto, cuando las cosas le vayan fallando a Andrés, para aprobar más actos de gobierno a mano alzada, incluso su propia reelección.
Si ya dijo que daría en concesión continuar NAIM a Slim y socios, si costean toda la obra, ¿por qué insistir en que costará una millonada al erario, pues además es autofinanciable con el TUA y dejará grandes dividendos?
(¿Estará en el reparto de éstos la disputa?)
La Comisión de la Verdad, ordenada por Amlo, con la que Alejandro Encinas indagará la desaparición de los 43 de Ayotzinapa prejuzga la culpabilidad del batallón militar de Iguala y ataca la honra de las Fuerzas Armadas (una de las instituciones públicas mexicanas más prestigiadas).
No pondera que López Obrador apoyó a José Luis Abarca para ser alcalde de Iguala, y éste fue acusado de ordenar detener a los normalistas, y su policía de entregarlos a los verdugos.
Los militares también están molestos por la desaparición del EMP, al que Muñoz Ledo, presidente del Congreso, llamó “los pelones” y dijo que no permitirá ingresen el 1 de diciembre a San Lázaro, aunque deberán custodiar a los invitados extranjeros a la ceremonia de toma de protesta de AMLO. Porfirio se puso más papista que el papa.
Félix Salgado Macedonio, senador de Morena, tuvo expresiones soeces contra el Ejército, porque lo paró como alcalde de Acapulco por sus ligas con el narco, al que entregó el paradisíaco puerto.
El anuncio de Andrés de que reclutará 50 000 jóvenes para el Ejército, la Marina y la Policía federal, molestó a la milicia, por ver ahí el peligro de formar la Guardia Nacional y poner a las tres corporaciones a trabajar en la defensa civil y en la defensa militar, cuando todos los Estados dejan la primera a las policías y la segunda a los militares.
Eso de que el pueblo defenderá a México en un conflicto con otro país, es puro cuento por no estar preparado para ello y la historia lo demuestra.
Clara y acertada es una carta que un alto divisionario (cuyo nombre se omitió por razones obvias) dirigió al presidente electo para reivindicar el papel del Ejército y la Armada con palabras atentas, pero firmes.
Dice que trocar la responsabilidad de militares y policías en sus ámbitos respectivos, equivaldría a querer que un abogado actúe como químico, un médico como arquitecto, un ingeniero como filósofo.
En México se hizo costumbre mandar a la calle al Ejército y a la Marina a combatir a las mafias del narco, y sin sustento legal. Lo indicado es que cada cuerpo cumpla la responsabilidad para la que fue creado, y dejar a la milicia aplicar las especialidades y materias diversísimas en que se formó, para bien del país.
En pocas palabras: “zapatero a tus zapatos”.
Más agresiva es la amenaza de revocar a los titulares de la Defensa y de Marina, si no le cumplen; no sólo los quiere obedientes, sino sumisos hasta la ignominia. ¡Válganos Dios!
Precisó: ninguno durará 6 años.
Los políticos deberían atender a lo suyo y más en la IV Transformación; pero vemos que ni entre ellos se llevan: ni Batres con Monreal, ni Porfirio con Mario Delgado, etc. etc. Les falta hacer realidad la tan prometida eliminación del fuero, que con el maromero cacique del Valle del Mezquital, hoy diputado de Morena, Cipriano Charrez, se ve que es puro jarabe de pico.
Amlo volvió a repetir que en 2006 y 2012 le robaron la Presidencia con fraude, por lo que debió detentar el poder desde 2000, y tal vez haber pasado del gobierno del D.F. al de la República.
Quizá hoy quiera resarcirse y mantenerse al frente del país 18 años, como su socio admirado Hugo Chávez, a quien Cuba quitó de en medio y puso de sustituto a Maduro, con quien los venezolanos mueren de hambre y enfermedad, o se ven obligados a emigrar, ante la pasividad internacional.
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