Pensamiento Social de Lorenzo Servitje Sendra

He sido invitada a realizar una tarea muy difícil. Para una hija, describir objetivamente el pensamiento de su padre es casi imposible. Como se dice frecuentemente, cada una/o de las/os hijas/os de una familia tienen a un padre y a una madre diferentes. Y nuestra mirada sobre nuestros padres y nuestras madres siempre estará coloreada por las vivencias con ellos/as.



Yo soy la mayor de seis hermanas y dos hermanos. A mí me tocó convivir con el Lorenzo Servitje Sendra de los comienzos. El que trabajaba muchísimo, para quien no existía el concepto de ‘fin de semana’. El que llegaba muy noche a la casa, a menudo cuando sus hijas ya estábamos dormidas. Pero tuve suerte en que, como mi padre no tenía en ese tiempo hijos varones, encontraba tiempo para sentarse con las mayores de nosotras y compartirnos sus ideas y sus lecturas y esos eran momentos muy apreciados por nosotras.

Lo religioso auténtico fue siempre una de las preocupaciones de Lorenzo Servitje: no era de comunión ni Misa diaria; pero los domingos, antes de ir a Misa, nos hacía sentarnos solemnemente en la sala y leíamos juntos/as el evangelio de la misa del día y lo comentábamos.

Había un intento de poner en práctica esta fe religiosa: no se nos permitía criticar a los/as demás ni tratar con altanería a ninguna de las personas que nos ayudaban en la casa. Desde pequeñas dábamos clases a niñas y niños de medios marginados. Había una cierta austeridad en la vida cotidiana.

Uno de los héroes de Lorenzo Servitje desde su juventud fue Federico Ozanam, laico francés, casado, profesor de la Sorbona, fundó las Conferencias de San Vicente de Paul, asociación de cristianos que en el siglo XIX visitaban a los pobres en sus hogares y buscaban cómo paliar sus carencias. ¾ahora beatificado por el Vaticano¾. Recuerdo con emoción cuando mi padre en Paris. nos llevó a visitar como en peregrinación, la tumba de este insigne hombre, ejemplo de la juventud.

Más tarde, a principios de los años 60’s del siglo pasado, yo acompañaba a mi padre a la librería Biblia, Arte y Liturgia de los benedictinos de Cuernavaca, dirigida por Gaspar Elizondo, quien fue su gran amigo. Gaspar nos recomendaba los nuevos libros que llegaban de Francia y España con una visión teológica abierta y de contenido social. Con Elizondo, Lorenzo Servitje fue uno de los iniciadores de la versión en español de Informaciones católicas internacionales, que reportaba cada quince días todo el desarrollo del Concilio Vaticano II. Leí a autores fascinantes en la biblioteca de mi padre: Teilhard de Chardin, Ignace Lepp, Michel Quoist, Yves Congar, entre muchos otros.

Lorenzo Servitje en ese tiempo conoció al Padre Pedro Velázquez y su visión del catolicismo social resonó con la suya. Lo apoyó en esos primeros tiempos en el Secretariado Social Mexicano.

Sin embargo, con el transcurso de los años, el desarrollo de la teología innovadora en América Latina derivó hacia la teología de la liberación. Mi padre al principio la apoyó, incluso en su biblioteca encontré la edición original de Teología de la liberación de Gustavo Gutiérrez. Pero algunas de las vertientes de dicha teología ¾que pareciera que apoyaban una acción violenta para cambiar la situación de injusticia de nuestro continente¾ y algunas propuestas de teólogos y sacerdotes de que el socialismo marxista era la solución política y económica para que salieran de la pobreza los pueblos latinoamericanos¾ hicieron que Lorenzo Servitje se alejara de esta corriente teológica y declinara por una visión teológica más tradicional, sin renunciar al imperativo de justicia social del Evangelio.

Lorenzo Servitje encontró en la enseñanza social de la Iglesia la visión teológica que más concordaba con su pensamiento. Esto lo hizo muy diferente de la mayoría de sus compañeros empresarios; algunos no dejaron de tildarlo como comunista en las primeras épocas. Quiso transmitir este pensamiento social cristiano por medio de dos asociaciones de empresarios: la Unión de Empresarios Católicos (UDEC) y la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM). La primera fue muy confesional y de corta duración; la segunda más abierta, afiliada a la UNIAPAC, asociación internacional de dirigentes de empresas cristianas que existe hasta la fecha.

Pero en la fundación del IMDOSOC, Lorenzo Servitje cristalizó su deseo de hacer algo más permanente y sólido para difundir la enseñanza social cristiana.

Mi padre tiene casi 98 años, y aunque su mente es clara, en estos momentos le cuesta mucho hablar, así que ya no lo pude entrevistar para este artículo. Le dije que lo estaba escribiendo y me sonrió y me animó.

Busqué en su biblioteca algunos de sus escritos sobre su pensamiento social y sobre ellos voy a hacer un breve resumen.

Para Lorenzo Servitje, hay principios sociales fundamentales como: el respeto a la dignidad de cada persona humana, con sus consiguientes derechos inalienables; la justicia, tanto para los individuos como a la sociedad en general; la solidaridad, que lucha por el bien para todas/os; y la subsidiaridad, que propone que las personas hagan lo más posible por ellas mismas sin dependencia.[1]

Las enormes desigualdades en nuestras sociedades latinoamericanas ¾y en México, especialmente¾ preocupan seriamente a Lorenzo Servitje, quien piensa que la economía de mercado y la globalización han exacerbado las diferencias entre ricos y pobres.[2] El consumismo, propugnado por los países ricos, ha llegado también a los países menos desarrollados y piensa que este dispendio, no permite utilizar los bienes para crear empleos y bienestar para todos.[3]

Para disminuir la desigualdad, Lorenzo Servitje propone lograr la productividad de los más desfavorecidos con diferentes proyectos de microcrédito, autoempleo y microempresas, entre otros.[4] A los empresarios les pide que hagan a sus empresas cada vez más productivas, pero también más humanas, tratando a sus colaboradores con justicia, respeto y confianza.[5] Según Lorenzo Servitje: “… el privilegio de crear riqueza y de participar en la economía de mercado… da lugar a la responsabilidad y también al privilegio de contribuir a la distribución de esa riqueza”.[6]

Hay otros factores que, de acuerdo con Lorenzo Servitje, afectan actualmente al desarrollo social y al bienestar de las personas: la degradación ambiental, las migraciones humanas y la desestabilización de la familia.[7]

Señala que un medio para coadyuvar en el desarrollo económico y social es la educación, pero plantea que debe ser una educación integral que forme el carácter moral de quienes la van a recibir.[8]

Advierte que es la moral la que debe encauzar la economía, utilizándola como óptica al analizar todas sus facetas: producción, distribución, trabajo, capital, entre otras.[9] Esta moral para los cristianos -asevera- debe estar imbuida por el espíritu del Evangelio que los lleve a buscar una transformación ética de la economía y de la sociedad.[10]

Asimismo, afirma: “Será necesaria una revolución en defensa del ser humano y ésta sólo podrá tener un signo: el signo religioso… Y en esta tarea, los cristianos deberemos comprometernos en la búsqueda continua de Jesucristo, abrirnos a su encuentro y presencia y perseverar en su seguimiento, de tal modo que con el amor al prójimo y nuestra conducta demos testimonio de nuestra fe y nuestra esperanza”.[11]

Veo en este mensaje, que nos deja mi padre, un resumen de su pensamiento social y una inspiración para nuestra misión como cristianas y cristianos.

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*Estudió la licenciatura en Ciencias Teológicas y la maestría en Teología y Mundo Contemporáneo (UIA). Actualmente, es presidenta de la Cátedra de Teología Feminista del departamento de Ciencias Religiosas de dicha universidad. Está involucrada en numerosas actividades de apoyo al desarrollo integral y los derechos humanos de las mujeres marginadas.

NOTAS:

[1] Cf. Servitje Sendra, Lorenzo, “La responsabilidad social del empresario latinoamericano ante los nuevos retos”, Cuestión social, año 15, no. 1 (enero-marzo) 2007, 33.

[2] Cf. Servitje Sendra, Lorenzo, “El hombre del tercer milenio”, Cuestión social, año 7, no. 4 (diciembre-febrero), 1999-2000, 329.

[3] Cf. ibid., 330.

[4] Cf. ibid., 330.

[5] Cf. Servitje, “La responsabilidad…”, op. cit., 36.

[6] Ibid., 46.

[7] Cf. Servitje, “El hombre…”,  op. cit., 331-333.

[8] Cf. Servitje, “El hombre…”, op. cit., 333-334.

[9] Cf. Servitje Sendra, Lorenzo, “Visión de la vida económica, la empresa y el empresario”, Cuestión social, año 2 no. 4 (diciembre-febrero), 1994-1995, 388.

[10] Idem.

[11] Servitje., “El hombre…”, op. cit., 335-336.

 

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