Urge al mexicano revaluar su personalidad

Hace seis décadas falleció el filósofo mexicano Samuel Ramos, autor de El perfil del hombre y la cultura en México que resultó ser una referencia sobre la psicología colectiva de la sociedad mexicana.


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En el libro, publicado en 1934, Ramos hizo un análisis de la personalidad de los mexicanos y estudió cómo la influencia de la cultura europea genera un sentimiento de inferioridad en nuestros connacionales.

En entrevista, la socióloga Iraís Tecuatzin Caballero, indica que, a 85 años de la publicación del texto, la tesis que sostiene Ramos sigue vigente, continúa ajustándose a la sociedad mexicana actual a pesar del cambio de época.

En su obra, el filósofo mexicano Samuel Ramos identifica un complejo de inferioridad en el mexicano, de quien aclara que no es inferior, sólo que se siente inferior.

Con respecto a este complejo, la también profesora del Instituto Salesiano de Estudios Superiores atribuye ese sentimiento de inferioridad al hecho de que, a raíz la conquista española, la autoestima y la dignidad de los habitantes originarios fueron seriamente afectadas.

En ese sentido y con ese antecedente, la mayoría de los mexicanos son incapaces de reconocer su identidad, continúan comparándose y toman como referente la figura europea. Como consecuencia, prevalecen el racismo, la pretensión y el clasismo en la sociedad, indica Tecuatzin Caballero.

Además, subraya, hay una tendencia a no mirar al otro como igual, sino como un referente superior.

Tres personalidades

En la obra El perfil del hombre y la cultura en México se identifican en los mexicanos personalidades de tres tipos que aún persisten:

* El “pelado”, que constituye la expresión más elemental y bien dibujada del carácter nacional, es el típico hombre machista que pretende afirmar su superioridad sobre cualquier otro varón; grosero y agresivo, mal hablado, con temperamento impulsivo, dominador. Pero a pesar de su apariencia, vive en un continuo temor de ser descubierto en su juego de doble apariencia.

* Ramos también identifica al mexicano “de la ciudad”, en el que predomina la deconfianza en cuanto existe y sucede, inclusive considera que las ideas no tienen sentido y las llama “teorías”. No tiene religión ni credo social o político. Niega todo sin razón alguna. Vive una especie de patología de desconfianza, vive a la defensiva, está alerta y se adelanta a los hechos.

* Finalmente, el “burgués mexicano” es un hombre inteligente y cultivado, que pertenece a un grupo selecto del país. Es muy parecido al mexicano de ciudad pero, a diferencia de él, el burgués sabe disimular sus sentimientos; posee dotes y recursos intelectuales para ocultar su sentimiento de inferioridad.

Con respecto a estos perfiles, la socióloga Irais Tecuatzin Caballero asocia al “pelado” con el machismo que continúa vigente en México. Al citadino lo ubica como aquella persona que trata de imitar a cierta figura, que es su prototipo, y a la vez reniega de lo que es, mientras que al burgués lo ubica dentro de una élite de mente cerrada.

Asimismo, para recuperar la identidad mexicana es importante volver a los orígenes e identificar los aspectos que se están reproduciendo de manera constante, pero que no significa que sean correctas pues han generado desigualdad y exclusión.

La solución, asegura, es la educación, que nos va a permitir reflexionar en lo que somos, y recomienda formarse criterios propios mediante la lectura de textos especializados.

“Para decir quienes somos tenemos que reescribir y estudiar muchas de nuestras supuestas características, cuestionarlas y salir del mundo ficticio que funcionó en algún momento” concluyó.

 

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