Economía doméstica más allá de aprender a cocinar

En 2014 las escuelas danesas se vieron obligadas por el gobierno a enseñar conocimientos alimentarios, con el objetivo de mejorar la alimentación de sus estudiantes.


Kateika


Discriminada por algunos, pero necesaria para muchos la economía doméstica sirve para adquirir habilidades que van más allá de aprender a cocinar, barrer y trapear ya que ayuda no sólo a aprovechar las habilidades de las mujeres, también a que los jóvenes se valgan por sí mismos para vivir con independencia y además varios países lo valoran como un elemento para resolver problemas sociales.

En una publicación del Observatorio de Innovación Educativa, Paulette Delgado da cuenta de cómo la economía doméstica ha pasado de ser una mera fórmula para profesionalizar el trabajo de las mujeres a ser un pilar para la formación de generaciones en países como Japón.

Ellen Swallow Richards, profesora de química en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, fue la impulsora de la economía doméstica la cual en un inicio se enfocaba a profesionalizar el trabajo de las mujeres para hacerlo más eficaz y así pudieran tener la oportunidad d realizar otras actividades sin descuidar a su familia ni a su hogar.

Ante la novedad y funcionalidad que demostró esta modalidad impulsada por Richards, se sumó a sus esfuerzos Catherine Beecher y juntas se dieron a la tarea no sólo de mejorarlo sino de sistematizarlo para la enseñanza, pero no se quedaron ahí sino que fundaron la Asociación Estadounidense de Economía Doméstica, hoy conocida como la Asociación Estadounidense de Ciencias de la Familia y el Consumidor.

Con la finalidad de que las alumnas aprendieran a administrar mejor su hogar y familia, dividieron en siete áreas la economía del hogar: cocina, desarrollo infantil, educación y conciencia comunitaria, gestión y diseño del hogar, costura y textiles, presupuesto y economía y, por último, salud e higiene.

El artículo del Tecnológico de Monterrey señala que “más allá de enseñarle a los estudiantes a resolver problemas de trigonometría, es importante instruirlos, tanto a mujeres como a hombres, en conocimientos que podrían llegar a utilizar todos los días. Según una publicación de varios profesores de esta área, ni siquiera es necesario reducir horas de clases para incluir economía doméstica en el currículo. Se puede incorporar la lectura, las matemáticas y la escritura a las lecciones sobre nutrición o presupuestos, por ejemplo”.

Problemas reales, soluciones reales

Muchos de los problemas que la gente vive día a día que inclusive pueden ser no sólo individuales sino de naciones enteras pueden encontrar solución en la aplicación de los conocimientos de la economía doméstica, uno de ellos, menciona el artículo, es el problema de la obesidad.

“De 1975 al 2019, la obesidad se triplicó en América Latina y la malnutrición aumentó un 11 por ciento desde el 2014. Parte del problema proviene de los alimentos procesados y la comida chatarra, pero también de la falta de tiempo de las familias para cocinar para sus hijos. O que los mismos jóvenes, no sepan preparar una comida equilibrada. Es aquí donde las clases de economía doméstica pueden ser útiles”, destaca.

Asimismo, menciona un par de ejemplos, el primero de ellos de Inglaterra donde se comenzó con la educación alimentaria para todos los niños en las escuelas primarias y secundarias a partir de 2014. Ese mismo año, las escuelas danesas se vieron obligadas por el gobierno a enseñar conocimientos alimentarios, con el objetivo de mejorar la alimentación de sus estudiantes.

A este respecto, destaca que en “2010, en un artículo publicado en el Journal of the American Medical Association, los autores Alice H. Lichtenstein y David S. Ludwig argumentan que las clases de esta área podrían ayudar a combatir la obesidad infantil al enseñarle a los jóvenes los elementos básicos no sólo de cocina, sino de nutrición”.

Kateika, pilar para Japón

Los japoneses dan gran importancia a la economía doméstica que está incluida en sus planes de estudio para que los niños y los jóvenes aprendan a cocinar, coser y tejer, administrar la casa, reparar, limpiar, reciclar, en resumen, en la kateika se aprenden habilidades que sirven para la vida diaria y son fundamentales para llegar a ser adultos independientes y responsables.

En 1947 en Japón enseñar estas actividades se hizo de carácter obligatorio, en una primera instancia para “llevar igualdad de género a los hogares”. Al pasar de los años, ha ido cambiado sus objetivos para hacerlo más completo y adaptarse a las condiciones sociales.

“Al inicio se enfocaba en enseñar habilidades para la vida diaria y hacer a los jóvenes independientes, pero ahora no sólo se trata de eso, sino también de la resolución de problemas. La integración de resolución de problemas surgió porque los japoneses creen que se está instruyendo al alumno a enfrentar cualquier problema que se les presente en un futuro, por lo que es fundamental enseñarles a evaluar distintas soluciones y elegir la mejor”, señala Paulette Delgado.

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