Desempleo y precariedad laboral en AL por COVID-19

Este año el empleo en América Latina se desarrolló en un escenario enrarecido, con altas tasas de desocupación, un aumento preocupante de la inactividad y persistentes déficits de trabajo decente: OIT.



La llegada y estancia de la pandemia por el COVID-19 han ocasionado daños no sólo a la salud de millones de personas, sino también a su economía la que han visto desplomarse de la noche a la mañana por la pérdida y falta de trabajo.

Durante los últimos 10 meses los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe han retrocedido al menos 10 años y la crisis está lejos de terminar, aseguró Vinícius Pinheiro, director regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y resaltó que llegamos a 2021 con el “empleo en terapia intensiva” y con la difícil, pero ineludible misión de sentar las bases para una nueva y mejor normalidad.

 

Durante la presentación del informe anual Panorama Laboral elaborado por la OIT, Pinheiro indicó que “la región fue duramente golpeada por esta crisis, incluso más que otras en el mundo, y eso se debió en gran parte a problemas estructurales que existían y conocíamos”, como la persistente falta de espacio fiscal, las brechas de cobertura de la protección social, la elevada desigualdad social y la alta informalidad que pusieron en evidencia la precariedad de grandes sectores de nuestras sociedades.

De acuerdo al informe, al cierre del tercer trimestre de 2020 se calcula que más de 23 millones de personas salieron de la fuerza laboral temporalmente, de este total poco más de la mitad 12.2 millones son mujeres, y 6 millones jóvenes entre 15 y 24 años, entre quienes también se contabilizan mujeres.

El retorno de las mujeres a la fuerza laboral en el corto y mediano plazos estará fuertemente condicionado por la oportuna provisión de sistemas de cuidados (niños, enfermos, ancianos) y por el retorno presencial del sistema escolar, menciona el informe.

Por otra parte, señala que la tasa de desocupación juvenil subió 2.7 puntos porcentuales hasta 23.2 por ciento, un nivel que no había sido registrado antes, y que implica que cerca de uno de cada cuatro jóvenes en el mercado laboral estaba sin empleo al tercer trimestre de 2020.

La OIT calcula que en 2021 la tasa de desocupación podría volver a subir hasta 11.2 por ciento, pero ello dependerá entre otros factores del crecimiento económico que se ha estimado será de alrededor del 3.5 por ciento, cifra que resultaría insuficiente para recuperar el terreno perdido en la crisis, y ante la incertidumbre de cómo evolucionará la pandemia de COVID-19, incluyendo los temores sobre rebrotes y sobre la eficacia de los procesos de vacunación.

Otros de los hallazgos del informe indican que al tercer trimestre del año que está por concluir, el empleo asalariado total y el empleo por cuenta propia cayeron -6.8 y -8.9 por ciento, respectivamente. También se observa el impacto que la crisis sanitaria tuvo en otras categorías ocupacionales, como los empleadores (-9.8 por ciento) y el servicio doméstico (-19.4 por ciento).

En los sectores donde se presentaron más recortes de personal fueron en servicios como hoteles donde se perdieron el -17.6 por ciento de plazas y en el comercio donde cayeron -12 por ciento los puestos de trabajo. En la construcción se presentaron recortes de -13.6 por ciento y en la industria fue de -8.9 por ciento, cabe mencionar que la menor caída de la ocupación se observó en la agricultura que perdió -2.7 por ciento de puestos laborales.

Mirando al futuro

El informe de la OIT señala que lo sucedido este año ha dejado lecciones que son importantes tomar en cuenta para encontrar soluciones hacia el corto plazo, entre estas menciona que quedó claro que no debe haber ningún dilema entre preservar la salud y la actividad económica, toda vez que “sin salud no hay ni producción ni consumo”.

Advirtió que tanto la seguridad como la salud en el trabajo ahora serán temas clave para la reactivación.

Por otro lado, señaló que el diálogo social ha tomado mayor relevancia, ya que a través de este es como pueden encontrarse estrategias consensuadas para enfrentar la crisis, cuya aplicación estará acordada entre los actores sociales. “Esto es muy importante en vista de los grandes desafíos que tenemos por delante”, recalcó.

 

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