Los trabajadores de la industria turística también son objeto de la violencia, las extorsiones y los asaltos, lo que ha generado una mayor preocupación en los propios empresarios del sector.
La Riviera Maya sufre los estragos de la delincuencia organizada, lo cual se ha reflejado en una drástica reducción en el número de turistas en esta zona y apenas una ocupación hotelera del 40 por ciento, aseveró Fernando Martínez Gallegos, dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Industria Hotelera, Gastronómica y Conexos de la República Mexicana (SITIHGA).
En el marco del “Seminario de Capacitación de Formadores para el Cumplimiento de las Disposiciones de la Ley Federal del Trabajo”, el dirigente sindical consideró que la Riviera Maya representa un foco rojo para la actividad turística, como hace varios años lo fue Mazatlán, Sinaloa, pero desde hace ya algún tiempo ha tenido un importante repunte en el sector.
Fernando Martínez señaló que los trabajadores de la industria turística también son objeto de la violencia, las extorsiones y los asaltos, lo que ha generado una mayor preocupación en los propios empresarios del sector, ya que el problema de la inseguridad pone en riesgo la afluencia de paseantes a este importante sitio.
“El problema de Quintana Roo es que son varios municipios que concentran la actividad turística, en los que no se han conjuntado esfuerzos, aunque en el caso de Cancún cuidan más al turismo, pero en Playa del Carmen se ha disparado la violencia y la inseguridad y no existe una respuesta de las autoridades”, puntualizó el secretario general del SITIHGA.
También afirmó que han pedido como sindicato, junto con la asociación de hoteles, que cuiden más esta situación porque en Playa del Carmen hay cobro de piso, extorsiones y todo lo malo que puede haber en una ciudad y “ojalá no acabe como Acapulco, que está bajo el control de la delincuencia organizada”.
Por otra parte, Martínez Gallegos afirmó que la industria turística ha sido una de las más golpeadas por la pandemia, sobre todo para los trabajadores eventuales, y sólo la gran mayoría de los sindicalizados conservaron sus plazas y sus prestaciones, a pesar de que por varios meses prácticamente los hoteles se mantuvieron cerrados.
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