Por casi una década, México vivió bajo la certeza de que el sarampión era cosa del pasado. Desde 2016, el país había sido declarado libre de transmisión endémica de esta enfermedad, una de las más contagiosas del mundo. Pero en menos de dos años, esa confianza se ha visto violentamente sacudida: entre enero de 2024 y junio de 2025 se han confirmado 2,041 casos y cinco muertes, según datos de El País y la Secretaría de Salud. Cuatro de esas muertes ocurrieron en Chihuahua, una en Sonora.
El testimonio que estremece
Ana, madre de un niño de tres años hospitalizado en Chihuahua, cuenta con voz quebrada:
“Mi hijo tenía fiebre y manchas por todo el cuerpo, lo internaron con neumonía. Nadie nos dijo que el sarampión había vuelto. Yo pensé que eso ya no existía”.
Este testimonio resume la tragedia que viven decenas de familias mexicanas: la enfermedad regresó, pero la información no. Y con ella, regresó también el dolor.
¿Por qué volvió el sarampión?
La razón principal del rebrote es la caída en la cobertura de vacunación tras la pandemia de COVID-19. De acuerdo con el Consejo Nacional de Vacunación (CONAVE), en 2023 la cobertura de la vacuna SRP (sarampión, rubéola y parotiditis) cayó al 84%, lejos del 95% necesario para mantener la inmunidad de grupo.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha sido clara:
“El sarampión es diez veces más contagioso que el COVID-19. Basta una sola persona no vacunada en una comunidad para que el virus se propague rápidamente”.
Chihuahua, epicentro del brote
Con 1,914 casos confirmados, Chihuahua concentra más del 90% del brote nacional. Las autoridades estatales han respondido con cercos sanitarios, brigadas móviles y vacunación intensiva. Pero el daño ya está hecho: comunidades enteras, especialmente en zonas rurales y de difícil acceso, han quedado vulnerables.
En total, 17 estados del país presentan contagios activos, con afectaciones en más de 50 municipios. Otros focos relevantes están en Sonora y Zacatecas.
¿Quiénes son los más afectados?
Los datos muestran que los niños de 0 a 4 años y los adultos jóvenes de 25 a 34 años son los más impactados por el brote. En ambos casos, los expertos coinciden en que la desinformación, la falta de esquemas completos y la desconfianza hacia las vacunas están jugando un rol crítico.
Reacción del sistema de salud: ¿suficiente?
Frente al aumento de casos, el gobierno federal y los estatales han lanzado campañas de vacunación acelerada. Más de 715,000 personas han sido inmunizadas desde principios de 2024. Además, se retomaron las Semanas Nacionales de Salud entre el 26 de abril y el 3 de mayo, incluyendo la aplicación masiva de la vacuna SRP.
Chihuahua ha anunciado que planea aplicar 235,000 dosis adicionales, mientras que Sonora intensificó el monitoreo comunitario en zonas marginadas. Sin embargo, muchos temen que las acciones lleguen tarde.
¿Y si no actuamos?
El mayor riesgo, según la OPS, es que el sarampión se reinstale como enfermedad endémica en México. Esto significaría no solo un retroceso sanitario, sino una carga permanente para el sistema de salud, especialmente en un país que todavía batalla con rezagos estructurales.
Además, el repunte de brotes en Estados Unidos y Canadá incrementa el riesgo de reimportación del virus. Por ello, las autoridades mexicanas han reforzado la vigilancia en aeropuertos, fronteras y comunidades de bajo acceso sanitario.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos?
La prevención no es sólo tarea del gobierno. Estas son las acciones más urgentes que cada persona puede realizar:
- Completar el esquema SRP: Dos dosis en menores de 10 años. Adultos sin historial vacunarse cuanto antes.
- Aplicar vitamina A en menores de cinco años, para reducir complicaciones.
- Acudir al médico ante síntomas: fiebre alta, tos seca, conjuntivitis y sarpullido deben ser señales de alerta inmediata.
- Sumarse a las campañas comunitarias: ya sea en difusión, logística o aplicación, toda ayuda suma.
Un país que olvidó lo aprendido
Lo que hoy ocurre con el sarampión en México es una advertencia dolorosa sobre lo que pasa cuando se debilitan los sistemas de salud preventiva. No se trata de un virus nuevo, sino de uno que ya sabíamos cómo controlar, y que ahora regresa por las grietas que dejó la pandemia: desconfianza, desinformación y un sistema colapsado.
Lo dice claramente Ana, desde la sala de espera del hospital infantil de Chihuahua:
“Yo nunca pensé que algo tan viejo pudiera hacer tanto daño. Nos confiamos, y ahora mi hijo está peleando por respirar”.
El futuro de México ante el sarampión no está escrito aún. Dependerá de cuán rápido actuemos, cuánto aprendamos del error y, sobre todo, de que no dejemos a nadie sin proteger. Porque cuando se trata de salud pública, el olvido también mata.
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