Menos programas sociales para los hogares más pobres

“Primero los pobres” ha sido el eslogan de campaña López hace décadas. La idea que muchos captaron en ese eslogan era que el combate a la pobreza, y en especial a la pobreza extrema, serían prioridad de su gobierno. Estaban muy equivocados. Las prioridades reales de un gobierno su gobierno, de un gobierno, del que sea, se conocen claramente en el diseño y en los resultados de las políticas públicas, pero sobre todo en las asignaciones presupuestales, en donde está la lana se reconocen las prioridades.

Si una política es exitosa para los objetivos planteados en el discurso es exitosa para la evaluación de la política y se le asignan más recursos. Si no es exitosa, para los objetivos planteados, se modifica o se le retiran recursos. Así es como normalmente se evalúan las políticas públicas y se reconocen las prioridades reales de un proyecto de gobierno y la eficacia de esta.

Es decir, en la congruencia entre lo que se promete y los resultados obtenidos a lo largo del tiempo se puede saber claramente si un gobierno cumple o no, y cuáles eran realmente sus prioridades y objetivos más allá del discurso.

De acuerdo con los datos duros de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Enoe) del Inegi, para el primer trimestre del 2023 parecería que hay muy buenos datos sobre los programas sociales de este gobierno, parecería y ahorita aclaro.

El número de hogares que reciben por lo menos un programa social pasó de 26 por ciento en 2019 a 36 por ciento en 2023, es decir, 10 por ciento más de hogares reciben hoy por lo menos un programa social, parece una buenas noticia, el problema es que al ir al detalle nos encontramos que los ganones son los 10 deciles de mayor ingreso, sí las familias con más ingreso de México son las que más aumentaron en estos cuatro años su participación en programas sociales, y alguien perdió, y fueron los más pobres de los más pobres que en estos años perdieron parte de su participación en programas sociales.

En una interpretación de estos datos que hace el experto en desigualdad, Ernesto Jaramillo, se encontró que el decil más pobre pasó de 68 por ciento de hogares con al menos un programa social en 2016 a 54 por ciento en 2023.

Yo tengo una interpretación que he repetido desde el inicio de este sexenio, en columnas, programas de radio y tele, en diversos lugares los programas sociales de este gobierno están diseñados, desde el principio, para comprar la voluntad de la clase media baja y de los hogares en pobreza no extrema que se hacen dependientes de esas transferencias en efectivo del gobierno, y este gobierno lo sabe, lo supo desde el principio. Yo lo dije desde que inició este gobierno y los académicos y pobretólogos afines al gobierno se me fueron encima “cómo puede ser, eres un conservador neoliberal”.

Hoy tristemente los datos nos dan la razón a quienes nunca hemos creído en el infame humanismo electorero de este gobierno. Aquellos que siempre dijimos que transferir dinero en efectivo a ciertos grupos sociales con políticas públicas mal planeadas, mal diseñadas, con malos objetivos, y sobre todo, no supervisadas y no controladas adecuadamente, era en realidad un instrumento electoral, un instrumento para comprar voluntades no de los más pobres, de personas que se iban a volver dependientes de estos recursos transferidos en efectivo a los que después los iban a amenazar con estas huestes con estos ejércitos de “cuervos” de la nación que recorren las calles tocando sus puertas y diciéndoles “si no votas por Morena te van esos recursos.

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