Hay una frase que escuchamos constantemente sobre el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) y otras condiciones similares: “Cada vez hay más casos” o “Ahora resulta que todos tenemos un poco de TDAH”. Y aunque esto suena contradictorio, tiene algo de verdad.
Hoy quiero hablarte de la enorme influencia que tiene nuestro entorno en que los síntomas de inatención, hiperactividad o impulsividad se disparen en la escuela, en el trabajo y en nuestras familias.
El TDAH No Vive en un Vacío
Como dice el famoso médico Dr. Gabor Maté, “El TDAH no se da en un vacío”. Es cierto que el TDAH tiene una fuerte raíz genética (naturaleza), pero también está profundamente ligado a nuestras experiencias (entorno): el estrés crónico, las vivencias que se convierten en trauma, y la calidad de los vínculos que tenemos con las personas a nuestro alrededor.
Esto nos lleva al debate central, impulsado por la ciencia de la epigenética (que estudia cómo el entorno “enciende” o “apaga” nuestros genes): ¿Es el TDAH una condición puramente genética? ¿O es una condición que se desboca por las condiciones del entorno moderno: estrés creciente, mala nutrición, sedentarismo, el bombardeo de pantallas, redes sociales e incertidumbre general?
El Dr. Maté dice ambos. Y él se inclina todavía más a decir: entorno. La predisposición genética de un pequeño para desarrollar TDAH, TIENE (según el Dr. Maté) que “fermentarse” en un caldo de estrés o trauma para que todos los síntomas del TDAH se manifiesten. Y creo que en parte tiene razón.
El Aumento de Síntomas en Niños y Adolescentes
Es innegable que estamos viendo un número creciente de niños y adolescentes que muestran síntomas graves de:
- Inatención.
- Impulsividad e hiperactividad.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Dificultad para relacionarse y autogestionarse.
Cuando analizamos los entornos de estos jóvenes, es común encontrar altos niveles de caos, poco orden, poca predictibilidad, límites inconsistentes y, a menudo, formas de apego inseguras con sus cuidadores.
No es de extrañar que, al vivir en estos entornos, los niños crezcan con estos u otros rezagos.
La Diferencia Clave: TDAH vs. VAST
Aquí es donde entra una distinción fundamental que nos da el Dr. Edward Hallowell. Él llama a los síntomas observables en muchos niños de esta generación VAST (Rasgo de Atención Variable ante el Estímulo). En otras palabras: “conejitos”: Niños y adolescentes cuya atención, emoción y conducta saltan de un estímulo a otro sin lograr controlarse.
La diferencia crucial es esta:
- VAST: Los síntomas parecen TDAH, pero la base puede NO ser genética.
- TDAH: Los síntomas SI tienen una base genética.
Esto es muy importante porque nos da una guía de acción:
Si un niño tiene síntomas de inatención (VAST) y simplemente modificamos su entorno (lo hacemos más estable, predecible, seguro y rutinario), DEBERÍA lograr la autogestión de su atención y conducta.
En el caso del TDAH con base genética, el entorno es igualmente fundamental (rutinas, límites, horarios). Pero, aun sumando las modificaciones ambientales y, si se requiere, el medicamento; el TDAH permanece hasta la adultez porque su base es neurológica. ¿Te estoy abrumando?
La respuesta sencilla a la compleja pregunta de si el TDAH es genética o entorno es: El TDAH tiene una base genética preexistente. Esta base genética se ve atenuada (mejorada) o exacerbada (empeorada) por el ecosistema en el que se desarrolla el niño o adolescente. Por lo tanto, el tratamiento más eficaz para un chico diagnosticado con TDAH siempre debe ser MULTIMODAL: Medicamento + Terapia + Modificaciones Ambientales Importantes. Y lo más importante que hay que derivar de esta discusión es que; nuestros hogares, escuelas y entornos DEBEN ser santuarios de seguridad y serenindad si es que queremos ir recuperando y construyendo habilidades atencionales, emocionales y conductuales.
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