Un estado “hada madrina”

Echar a andar programas para abatir el desperdicio de insumos básicos es bueno, pero insuficiente, lo mismo que dejar la solución integral a un esquema de donaciones gratuitas.


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CASTRANTE

Sin duda, uno de los efectos primarios de los modelos populistas es la llamada economía central planificada, donde el gobierno –que no el Estado- decide qué se produce, quién lo debe producir, cuánto debe costar la producción, cómo deben ser los procesos y los resultados de calidad, competitividad y productividad, además de que, generalmente, burócratas que no tienen ni la más peregrina idea de las formas en las que opera la empresa privada, su organización y métodos de participación en el mercado y la excelencia en el servicio al cliente son a quienes “alguien” pone a fijar los precios de todo.

Los resultados son siempre funestos, por varias razones que mis hermosas lectoras y amables lectores hacen llegar a la mesa de trabajo del escribano. Inicialmente, porque las vías por recorrer, suelen ser de continuo, un permanente fracaso. No hablaremos de Pemex, CFE o las 100 universidades que nos dijeron que funcionarían como en Dinamarca, Finlandia o Suecia, solo para no “quemar” a los ocurrentes sexenales.

CON LEGO NO, PORQUE LOS POPULISTAS NO LE ENTIENDEN

Para explicarlo “con palitos y bolitas”, el Estado “Hada Madrina” –vulgo, Estado Benefactor”- es quien se encarga de resolverlo todo, de planearlo todo, de comprarlo todo, de venderlo todo, de ordenar a quién se le da y cómo se le entregan las cosas.

Para un salto epistemológico, vale comentar: Si usted produce lápices de grafito para estudiantes de educación básica; y producirlos le cuesta $3.00 pesos –entre materiales, maquinaria, sistemas y sueldos- puede ser probable que usted los desee vender a $4.00 para que la utilidad le permita crecer, contratar más personal, promocionarse mejor, incrementar las ventas e incluso, diversificar el tipo de lápices fabricados; y, por qué no, competir con otros fabricantes.

Recordemos que “DONDE NO HAY COMPETENCIA, HAY INCOMPETENCIA”. Y ese es un primer aspecto a considerar, porque la competencia acaba por favorecer al consumidor, a quien, además, la legislación protege de la creación de algunos monopolios, incluyendo los de gobierno.

Pero, regresando al tema: Si a usted le cuesta producir un lápiz a tres pesos, y lo quiere vender a 4, la decisión del cliente final dirá si su producto cubre o no las expectativas y vale el dinero que está pagando.

Sin embargo, si el gobierno –mediante la aprobación de una ley- lo obliga a usted a vender ese lápiz en $2.30 –dos pesos con treinta centavos- la pregunta obliga: ¿Usted seguiría trabajando para fabricar esos lápices? Yo tampoco.

Eso es lo que, en buen romance, se llama CONTROL DE PRECIOS. Es obvio. Desalienta la iniciativa de los particulares y ¡adiós a la cultura de los emprendedores, porque así, a nadie le conviene trabajar para perder! Por esa razón, este escribano está totalmente de acuerdo con el presidente mexicano: ¡Primero los pobres!

En efecto, se trata de echar a andar cuatro principios que ha popularizado el PAN porque son aspectos y valores universales. De entrada, por respeto a la dignidad de los 3 millones de nuevos pobres que se agregan a las cifras de Inegi y el Coneval generados en este sexenio, el gobierno tiene que aprender a ser eficazmente solidario y verdaderamente subsidiario.

DE QUÉ SE TRATA

De ser solidarios con quienes menos tienen, menos pueden o menos saben, no solo en la retórica mañanera o maldiciendo a los malvados ricos que acaban por asociarse con el gobierno; porque la pobreza no se acaba exterminando a los que generan riqueza y empleos. Pero estas acciones tienen que ir aparejadas con una eficaz visión y acción subsidiaria que se sintetiza con la máxima de “enseñarle a pescar” a alguien para que pueda comer toda su vida. Dicho más elegantemente: Tanta sociedad como sea posible y solo tanto gobierno como sea necesario.

¿Se requieren bancos de alimentos, despensas, cobijas y ayuda de todo tipo? ¡Por supuesto que sí! Esto es indispensable, fundamental y básico. Se requiere la ayuda y el apoyo social, PERO ESTO NO PUEDE SER PARA SIEMPRE NI TODA LA VIDA.

SOLO PARA RECORDAR

El Programa “Solidaridad” del presidente Salinas de Gortari prometió acabar con estos problemas; y todo lo que conocemos ahora, también: Jóvenes haciendo quién sabe qué por el futuro, las universidades del mal llamado Bienestar; los créditos de los Bancos del Bienestar que ya no fían porque ya no hay dinero; o los coqueteos con el presidente Biden para mandarle la nueva generación de “braceros”, para sembrar arbolitos a cambio de residencias en Estados Unidos.

El fondo del asunto es que, si desde Salinas no se ha resuelto o remediado en algo el tema de la pobreza, pues entonces, algo se está haciendo mal. ¿Por qué no, en vez de inventar “El Banco de Alimentos del Bienestar”, no se facilitan las cosas fiscales y jurídico-operativas, para que los particulares y las agrupaciones que han generado condiciones exitosas como el Banco de Alimentos de León, en Guanajuato; o como la estructura de Cáritas, desarrollen sistemas efectivos y eficaces para esta primera parte de la solución: las ayudas sociales.

En un segundo plano. Con todo respeto para el senador don Manuel Añorve, pedirle a Ricardo Scheffield por qué han subido tanto los precios, es sugerirle que se dé un tiro en el pie, porque jamás lo escucharán hablar mal de su patrón.

VISIÓN SUBSIDIARIA

Insistimos, con una visión subsidiariamente eficaz, los apoyos sociales tienen que continuar, haciendo una revisión real –no electorera- del tamaño que se requiere, al tiempo de trabajar con una enorme urgencia, en eficaces opciones para ir disminuyendo la cultura de la dependencia de un estado o un funcionario que encarna la figura de benefactor.

La idea pues, es que los beneficiarios de la acción social puedan contar con herramientas, conocimientos, desarrollo de competencias y habilidades, espacios de acción y opciones frescas e inexploradas para salir delante de su postración, con su actitud y esfuerzo individual.

Echar a andar programas para abatir el desperdicio de insumos básicos es bueno, pero insuficiente, lo mismo que dejar la solución integral a un esquema de donaciones gratuitas solamente. La oferta se oye genial, pero está más que demostrado en nuestro país y en los lugares donde campea el modelo populista, que esa metodología no funciona. Al contrario, genera más pobreza y dependencia del Estado Hada Madrina.

DEL DESPERDICIO

Si como sostiene el PRD, que un tercio de los alimentos producidos en México, se desperdician en una escalada de 38 toneladas por minuto, los costos asociados equivalen a 25 millones de dólares o el 2.5 por ciento del PIB nacional. ¿Por qué no invertir esas cantidades, como para enseñar a la gente a salir por propio esfuerzo y encontrar el desarrollo que hoy, es el nuevo nombre de la paz?

De no hacerlo, la profecía de este escribano se cumple: “Hoy por hoy…el mejor negocio y más rentable, es defender a los pobres y hablar de los pobres, sin tomar en cuenta a los pobres”.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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