La educación en lo importante

Creemos que todo lo pasado es desechable y no estamos logrando lo que la humanidad ha desarrollado: la habilidad de crecer apoyándose en nuestros conocimientos anteriores.



No siempre es claro tener definido qué cosa es la educación. Con frecuencia la confundimos con instrucción e incluso con un conjunto de reglas de convivencia. Por ejemplo, cuando decimos que una persona es bien educada, es alguien que en todo tiempo tiene presente las reglas de cortesía. Lo cual no siempre es cierto: muchas veces conocemos personas muy instruidas y que sin embargo son todo menos corteses. Su instrucción se basa fundamentalmente en lo técnico y no necesariamente en otras capacidades humanas.

Muchos dicen, y posiblemente tengan razón, que se nos ha perdido el concepto de lo importante. Y no es culpa de la gente: hemos vivido un cambio radical en los valores y en la manera de comportarnos. No tenemos acuerdo en aquello que es importante. Podríamos comentar algunos ejemplos: Acuerdo si la educación debe cumplir únicamente los requerimientos para un trabajo básico, si es lo necesario para progresar económica y socialmente, o al menos lo necesario para convivir en sociedad y para cumplir con nuestras obligaciones ciudadanas. Y mientras no tengamos un acuerdo respecto al alcance de lo que significa una educación en lo importante, o si lo quiere usted ver así, qué es lo importante en la educación, claramente seguiremos teniendo desacuerdos en este campo.

¿Será posible recuperar los mecanismos en el pasado permitía educar en lo importante? ¿Medios como las costumbres, tradiciones, la presión social, las prácticas familiares, el papel de los abuelos y el recuerdo de bisabuelos y tatarabuelos, por ejemplo?

Claramente hay una necesidad de recuperar la educación en lo importante. Valorar y tener acuerdos sobre el criterio de importancia, el manejo de conflictos, la lógica natural también conocida como el sentido común y también otros tipos de criterios, no necesariamente fruto de la lógica. Criterios para definir lo importante, por ejemplo, ¿siguen teniendo vigencia actualmente, como tuvieron durante milenios en la historia de la humanidad?

Y esto, de por sí complejo, se nos ha complicado aún más por el efecto de la pandemia en que vivimos. Cuando miles de millones de seres humanos no están pudiendo tener los niveles de educación que, buenos o malos, teníamos antes de la pandemia. Cuando ya temíamos que mucho de lo que se enseña en las escuelas, manejaba muy ligeramente temas como la educación en la salud, las capacidades de análisis y de síntesis, el manejo del pensamiento crítico y del sentido común, la inteligencia emocional y otros muchos temas. Mientras se sobrecargaba a los alumnos con una serie de conocimientos poco útiles para su vida diaria y se estaba omitiendo lo que muchos consideran la habilidad más importante en los próximos siglos: la habilidad de aprender a aprender, sin seguir insistiendo en los sistemas basados en aprender memorizando.

Es un tema que da para rato. Sin embargo, no es una preocupación para la mayoría; estamos bastante cómodos con nuestra manera de educar en lo importante. O como diría una minoría, deseducar. Porque para algunos el tener criterios relativamente homogéneos de aquello que es importante, es percibido como una especie de tiranía. ¿Qué hacer? Lograr este tipo de acuerdos no será fácil ni rápido.

Llevamos siglos de una revolución cultural no anunciada, no reconocida ampliamente y donde se nos ha convencido de que todo tiempo futuro será mejor. Creemos que todo lo pasado es desechable y no estamos logrando lo que la humanidad ha desarrollado: la habilidad de crecer apoyándose en nuestros conocimientos anteriores, ver la realidad subidos en los hombros de gigantes como dijo Newton, entendiendo por ello el conocimiento acumulado en la historia de la humanidad. No, no será fácil. Razón de más para empezar pronto.

 

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