Sin justicia no hay paz social

En nuestro país no cesan las voces de alarma ante la creciente inseguridad que cada vez adopta formas más crueles. No importa la edad, el lugar o la hora, en todo sitio hay graves atentados contra las personas. Siempre las pugnas producen esos efectos, pero se pueden poner frenos cuando hay justicia. Por lo tanto, podemos asegurar que se ha descuidado fomentar la adquisición y el ejercicio de esta virtud.

Todos hemos de tener en cuenta la importancia de la justicia para construir la paz social y vivir con la confianza de quien no teme a ser agredido pues hay pruebas de la honestidad de los demás. Sin embargo, hay circunstancias que pueden bloquear el ejercicio de las virtudes. Ante esta experiencia es imprescindible poner candados para atajar esos problemas.

Es drástico, pero responde a la experiencia vivida, afirmar que sin justicia es imposible gozar de la paz en una sociedad.

La justicia no es un producto que se compra a mayor o menor precio. Es una virtud y la clásica definición de cualquier virtud es ser un hábito bueno. Traducido el calificativo de hábito bueno al lenguaje contemporáneo, podemos explicar al “hábito” como un modo de ser o de reaccionar constante y benéfico de una persona. Por eso decimos de alguien que es habitualmente cuidadosa o servicial cuando siempre practica esos detalles. Le caracteriza esa conducta.

Alguien justo siempre respeta las propiedades de los demás y, por supuesto las suyas. Y eso lo sabemos de alguien por su modo de actuar y la confianza que despierta en los demás al ver esa manera estable de comportarse. No se adueña de lo de los demás y cuando hace algún trato de intercambio de bienes cumple con las cláusulas establecidas.

En la vida cotidiana deseamos tratar con personas así. Que no defrauden a quienes confían en ellos, que no aprovechen algún descuido para usurpar lo de los demás, que no engañen en una compraventa y entreguen una cantidad menor a la acordada o disminuyan la calidad del producto ofrecido.

Hay propiedades integradas a la persona y otras accesorias, pero siempre elegidas pues las adquieren legítimamente para cubrir sus necesidades. Las integradas a la persona son en primer lugar la vida, luego la identidad, la salud física y moral, y otras. Entre las adquiridas están todos aquellos bienes legítimamente elegidos para subsistir con dignidad: ropa, alimentos, alojamiento, útiles de trabajo, etc.

Cuando se despoja de lo integrado se puede hablar de asesinato, violencia o secuestro de menores. En el caso de atentar contra lo adquirido se habla de robo: arrebatar al dueño sus bienes, vender un producto a un precio excesivo, ofrecer un objeto con determinadas características y entrega otro diferente, reducir el salario ofrecido.

Toda injusticia causa mal estar. Ese desorden interior saltará al exterior y provocará distintos tipos de injusticia. A su vez se buscarán compensaciones. El disgusto quita la paz, así de claro.

A practicar la justicia se enseña desde muy pequeños para aprender que las cosas tienen propietarios. Generalmente un pequeño se abalanza sobre lo que le gusta, no sabe de la existencia de dueños o de lugares reservados. Al ingresar a una guardería o a un centro educativo, estos detalles saltarán a la vista, le sorprenderán, pero finalmente aprenderá a respetarlos y entonces desaparecerá el rechazo provocado por su ignorancia.

En el hogar han de encontrar orientación para vivir esos detalles y darles sentido. Pero no basta una explicación hace falta también detectar el buen ejemplo que practican los adultos de su familia de sangre. Es tremendo el desconcierto cuando los padres le exigen ser justo y ellos no lo son. Cuando esos pequeños crezcan practicarán las tranzas que descubrieron en sus parientes. Se propagará solapadamente la injusticia.

En las personas la justicia es un calificativo. Quienes practican la justicia, porque su voluntad está convencida de hacerlo, son auténticamente justas. No lo hacen por quedar bien, no lo hacen por ser incluidas en algún grupo. Ven la bondad de la justicia y aunque se encuentren en un ambiente adverso e incluso donde pueda peligrar su vida, eso no les inhibe.

En la sociedad la justicia puede ser un sustantivo. Una sociedad es justa porque la vida de sus ciudadanos es justa y conquistan para su entorno ese nombre. En un caso así se construirán leyes justas y los legisladores emanarán leyes para promover la justicia y además aplicarán esas leyes, con el convencimiento de estar ayudando a las personas a ser mejores.

Con legisladores justos el Derecho cumplirá su misión de engrandecer a una sociedad, de adecuar la justicia conmutativa, la distributiva y la penal de tal modo que se pueda decir que en ese lugar las personas no descarrilan pues siempre cuentan con la ayuda conveniente para hacer el bien. Hay ayuda mutua.

Las escuelas de Derecho tendrán maestros que en la teoría y en la práctica aplicarán la justicia. Especialmente en los juzgados han de tener muy presente aplicar el adecuado castigo a quien lo necesita y recibirlo como un modo de reparar el daño cometido. Y exonerar al injustamente acusado.

El campo penal tiene la tarea pendiente de revisar las medidas correctivas para que realmente lo sean y muevan a la rectificación. No se trata de aplicar mecánicamente la prisión preventiva, la prisión perpetua, o el encarcelamiento masivo. La justicia exige proporción entre la trasgresión y el castigo impuesto.

El castigo ha de considerar la dignidad personal. Por eso es indigno el hacinamiento o las torturas, así como la arbitrariedad, el abuso de las fuerzas de seguridad, la criminalización de la protesta social y el menoscabo a las garantías penales y procesales más elementales. En estos procesos hacen falta personas celosas de la justicia, conscientes de la trascendencia de su tarea.

La justicia social ha de lograr la organización y distribución de los bienes -cultura, educación, trabajo-, el acceso a las oportunidades, la ayuda ante las adversidades. Practicar la justicia elimina los remordimientos y logra la paz.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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