México; transhumanismo

El transhumanismo disfraza el temor a la muerte

Preámbulo

Antes de entrar al tema del transhumanismo conviene acudir a la mente preclara de Benedicto XVI que nos dice: “El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma. De modo análogo, también el desarrollo de los pueblos se degrada cuando la humanidad piensa que puede recrearse utilizando los <<prodigios>> de la tecnología”. (Encíclica Caritas in veritate n. 68).



Inquietud humana latente en todos los tiempos

Es legítimo que el ser humano busque el bienestar y combata la enfermedad y cualquier disfunción que se presente, tanto en el caso personal como en el de la comunidad. Lo que puede ocasionar un desajuste serio, es la obsesión de querer que todo marche a la perfección; que se elimine el dolor, el cansancio, la enfermedad, el deterioro y, por último, la muerte.

Nuestra condición humana, por el hecho de tener corporeidad, está sujeta al crecimiento y al decrecimiento, a recibir del exterior ayudas o lesiones. Esto es inevitable, lo material sufre el desgaste. Nuestra espiritualidad, aunque no se “erosiona”, comparte los cambios que suceden en el cuerpo; por eso, puede estar en mejores o en peores condiciones.

El punto más álgido es el modo de asumir la realidad de la muerte. La muerte es inevitable porque al estar compuestos de cuerpo y alma, sabemos que todo lo que tiene composición se puede separar. La muerte es la separación del cuerpo y el alma. Por lo tanto, por tener composición hemos de morir.

La cuestión más profunda para temer o no temer a la muerte es el sentido que tenga. Allí está la clave. Para los cristianos la muerte no es el final y todo acaba. La muerte es importantísima porque es el suceso que nos posibilita la entrada a la felicidad eterna. En las conmemoraciones de la Semana Santa volvemos a constatar esa realidad: Cristo muere y resucita, y quiere que sigamos sus pasos: morir y resucitar con Él, a una nueva vida que nos ha conseguido con sus méritos.

Pero, para quienes no conocen o no creen en lo que Jesucristo nos ofrece, o para quienes no hay nada más después de la muerte, es comprensible que la eviten. En otros tiempos se hablaba de encontrar el elixir de la eterna primavera, de buscar la manera de permanecer siempre joven, etcétera. Ahora, con los recursos de la tecnología aparecen nuevos planteamientos.

Transhumanismo

Como la palabra lo indica, se trata de transformar lo humano. Desde la antigüedad se han dado transformaciones para mejorar a la persona: implantes, prótesis, transplantes o el uso de artefactos -como los anteojos- para compensar alguna deficiencia. Todo ello está en el plano de lo complementario. Pero ahora, se trata de llegar a lo esencial, de manera que se sueña con transformar lo humano. ¿Hasta dejar de ser humanos?

El planteamiento del transhumanismo se ve como una nueva fase de la evolución. Ya no se incide en lo meramente corpóreo, sino que ahora se llega a lo espiritual. Aquí cabe una aclaración: o al ser humano se le concibe como solamente material, o a lo tecnológico se le considera del mismo rango que lo espiritual.

Sea cualquiera de esos dos enfoques, lo que se espera del transhumanismo es la fusión de tecnología e inteligencia humana. Sobre esto ya existe el preámbulo de la inteligencia artificial. Con lo cual, se asegura un futuro donde se impondrá la inteligencia no biológica de los posthumanos.

El transhumanismo resulta ser una ideología que confía en el mejoramiento de la persona, gracias a que se adopta lo artificial para hacerlo más inteligente, más longevo, más perfecto, más feliz, incluso para que pueda llegar a alcanzar la inmortalidad y la conquista del universo.

La mejora humana se basa sólo en el uso de la ciencia y las tecnologías. ¿Dónde queda la dimensión ética, el ejercicio de la libertad, el empeño personal por superar los defectos, por adquirir virtudes? Esto es sumamente grave porque la voluntad no se toma en cuenta. La persona valdrá no por sí, sino por quien la programe o por quien la diseñe. Se espera que las tecnologías consigan aumentar las capacidades físicas, intelectuales y psicológicas de los seres humanos y alarguen la vida de modo inimaginado o incluso hasta la inmortalidad terrena.

Las tecnologías son las de la ingeniería genética, las de la informática, las de la farmacología, y otras que se encuentran en fase experimental como la nanotecnología, la inteligencia artificial y la colonización espacial. (Cfr. forumlibertas.com 10 de abril 2017).

Los costosos tratamientos hormonales se sustituirán por otros más accesibles, como los descubrimientos de la nanotecnología, que ofrecerán terapias genéticas y otros métodos biológicos para bloquear el proceso del envejecimiento y estimular el rejuvenecimiento y la reparación de los tejidos en forma indefinida. La finalidad es cambiar la naturaleza biológica del ser humano por una naturaleza tecnológica. La tecnología luchará contra la muerte, se espera este logro. Y la libertad tan celosamente defendida ¿dónde queda?

El ser humano, con estos planteamientos, busca prescindir de Dios. El Papa Francisco, en su encíclica “Laudato sí´ n. 221, dice: “Dios ha creado el mundo inscribiendo en él un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar”. El transhumanismo, al desestimar el orden de la creación, se condena al fracaso, pero en el camino las manipulaciones harán mucho daño, porque a las personas las alejan de la vida que concluye en la visión beatífica de Dios. Ésta es la vida eterna que nos consiguió Jesucristo, pero que nosotros la hemos de alcanzar con el empeño de hacer lo que nos corresponde e implorar la ayuda de Dios cuando sentimos nuestra debilidad.

¿Podemos imaginar cómo sería el mundo si nadie muriera? Algo intuye el transhumanismo al plantear poblar otros planetas.

En fin, espero que no hagamos el canje de la inmortalidad del cielo después de la muerte por la del transhumanismo.

@yoinfluyo

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com


 

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