Democracia y populismo

Es necesario desentrañar la verdad de los sucesos, porque allí las luces y las sombras nos forman.


Democracia


Con frecuencia oímos que hay muchas formas de democracia, y es cierto porque la dinámica de las sociedades depende de las personas que conforman. Lo mismo se puede decir de populismo, es distinto en cada sitio porque las personas que están en ese colectivo proyectan lo suyo.

La democracia es un sistema de organización de los pueblos, y en la actualidad es el que está en boga. Ninguna organización humana es perfecta, aunque sí puede ser buena por la buena participación de los ciudadanos: gobernantes y gobernados. El peligro es lo contrario.

Para que se dé la buena participación es indispensable que haya propuestas educativas que realmente lleguen a formar a todos, de acuerdo con sus condiciones personales y grupales. Desgraciadamente quienes están encargados de estos planes no son los estudiosos de la educación sino los amigos de los gobernantes, que aunque tengan buenos deseos no tienen la preparación para sacar adelante los retos educativos.

El populismo no es bueno porque su dinámica es perversa. Generalmente está al frente un líder carismático, rodeado de un grupo de aduladores que le apoyan para llevar a cabo sus planes con el fin de obtener beneficios. Aunque al pueblo se le hacen muchas promesas, se cumplen las mínimas y las más espectaculares. Es la constante a través de los siglos de ofrecer pan y circo para tenerlos contentos. Y, lógicamente también hay un barniz de educación. Con lo cual el populismo florece: los ciudadanos no se opondrán a los planes gubernamentales porque ni los entienden ni se les ocurren propuestas.

El populismo se aleja de la realidad al proponer un igualitarismo utópico. Tal vez esta propuesta manifiesta algún deseo legítimo como puede ser el que las oportunidades básicas estén al alcance de todos. Pero también puede expresar el deseo de quitarles lo suyo a los que tienen para dárselo a los que no tienen.

Además el igualitarismo no es fuente de progreso, lo que verdaderamente es motor de progreso se debe a las diferencias entre los ciudadanos. Por lo tanto, las justas y proporcionadas desigualdades en la jerarquía social, y eventualmente también en la jerarquía política son fuente de diversos modos de prestar servicios. Es de desear que los ciudadanos aprendan a realizar las labores que les competen sin envidiar las que otros realizan. A variedad de servicios es uno de los beneficios sociales más importantes.

Sucede ahora, como en tiempos pasados, que las personas piensan que en su época los problemas son mayores. La sociedad del siglo XXI habla del desarrollo de las nuevas tecnologías, pero lo mismo dijeron quienes vivieron hace años de sus respectivas tecnologías. El punto de vista es semejante aunque los adelantos vayan evolucionando.

Esta circunstancia recurrente nos da una lección: el ser humano se enfrenta a cambios en el entorno, pero en su esencia sigue siendo el mismo a lo largo de los siglos. Siempre hay algo nuevo: las innovaciones, los descubrimientos; pero siempre hay algo que permanece: el ser humano. Por eso, el pasado puede darnos lecciones, pero hay que conocerlo. Esa es la función de la historia.

Nuestro país no se caracteriza por valorar los datos de la historia, hay que propiciarlo. Solamente los relatos veraces de los acontecimientos son maestros de vida, los que se inventan –porque políticamente conviene– esos no nos enseñan. Por lo tanto, una tarea que está pendiente es desenmascarar la historia oficial. Es necesario desentrañar la verdad de los sucesos, porque allí las luces y las sombras nos forman.

En todos los pueblos hay figuras que se encargan de recoger los datos, podemos llamarlos cronistas de la ciudad, o de otros modos, pero su función es un tesoro, y sus reflexiones son dignas de tomarse en cuenta.

La última reflexión puede llevarnos a poner lo que esté de nuestra parte para combatir cualquier brote de igualitarismo, cualquier tipo de populismo, y mejorar nuestro conocimiento de la verdadera historia para enriquecer nuestra participación ciudadana en el régimen democrático.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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