Porque el amor es misericordioso, hemos pasado más de un cuarto de siglo tratando de redescubrir las palabras que definan con exactitud lo que es realmente el matrimonio.
Para ser una buena suegra, no se debe meter en asuntos ajenos más que cuando se lo pidan; hace falta tener una vida propia, fructífera, llena de sueños y proyectos.
Entre tantas quimeras que se desmoronan aun con una brisa suave, yo quiero hacer una confesión: necesito a los hombres, convivo con ellos y decido con ellos.
Entre lo que parecían sólo dos caminos: permanecer en casa consagrada al hogar y ejercer la profesión dejando atrás a los hijos, hay una vereda intermedia.