La maldición del caudillo

 Pedro Sánchez es un tipo con mala estrella que jamás ha ganado una elección y que si subió al poder tras la caída de Mariano Rajoy fue por una inesperada moción de censura.


Maldición


Será por una causa o será por la otra, pero todo parece indicar que al gobierno social comunista integrado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias le ha caído encima una maldición.

Una maldición que les impide no solamente gobernar, sino también pisar a fondo el acelerador y llegar más rápido a la meta que se han propuesto.

No cabe la menor duda de que Pedro Sánchez es un tipo con mala estrella.

Un tipo que jamás ha ganado una elección y que si subió al poder tras la caída de Mariano Rajoy fue debido a una inesperada moción de censura que aplicaron socialistas, podemitas, separatistas y otros tipejos de igual calaña.

Pedro derroca a Mariano, pero, al no tener todo bajo control, le rechazan los presupuestos, convoca a elecciones y obtiene una ridícula mayoría relativa. Ante tal situación, le resulta imposible formar gobierno y hunde al país en un estado de incertidumbre.

Eso sí, lo único que le salió bien fue vencer (si es que puede llamarse “vencer”) a un muerto, al ordenar que el cadáver del Generalísimo Francisco Franco fuese sacado del Valle de los Caídos para ser enterrado en el Panteón de El Pardo.

Lo que Pedro Sánchez hizo con Franco fue una profanación cometida con premeditación, alevosía y ventaja.

Una profanación parecida a la que cometían exploradores en Egipto, cuando se metían a las pirámides, violaban las tumbas de los antiguos faraones y se robaban sus tesoros.

Cuando, el 24 de octubre de 2019, Pedro Sánchez profanó la tumba de Franco, no buscaba ningún tesoro. Más bien, lo único que pretendía era que subiera su popularidad con miras a las en aquellos días muy próximas elecciones del 10 de noviembre de 2019.

Ni duda cabe que sí, después de profanar una tumba y humillar un cadáver indefenso, Pedro lograba remontar en las encuestas eso sería muchísimo más valioso que todos los tesoros que se encontraron en la Tumba de Tutankamón.

La Tumba de Tutankamón fue descubierta allá por 1922 y que –según nos cuentan– a partir de entonces una extraña maldición se abatió sobre quienes la profanaron puesto que muchos de ellos tuvieron un final trágico.

Sin embargo, a pesar de haber profanado la tumba del Caudillo, Pedro no logró la popularidad que buscaba, volvió a ser derrotado y solamente engañando a quienes confiaron en él logró formar gobierno con Pablo Iglesias.

Ahora bien, con todo y haberse aliado con “El Coletas”, Pedro no pudo formar gobierno de buenas a primeras ya que, después de haber sido humillado por los separatistas, tuvo que esperar un par de meses.

Una extraña maldición seguía cayendo sobre él.

Una vez que Pedro y Pablo contrajeron tan nefasto “matrimonio” no fue posible saber quien manda y quien obedece. Y es que, una vez formado gobierno, el presidente Pablo Iglesias (perdón, vicepresidente) se dispuso a conquistar el siguiente objetivo: Desalojar a los benedictinos del Valle de los Caídos, transformar aquello en un frío recinto de la Memoria Histórica y demoler la gigantesca Cruz para convertirla en un obelisco, que es el símbolo masónico por excelencia.

Al mismo tiempo, los social comunistas pisaban a fondo el acelerador en lo que a educación se refiere pues, mediante una serie de reformas, pretender quitarle a los paterfamilias el derecho que tienen de educar a sus hijos.

No obstante, a Pedro y a Pablo les sigue persiguiendo la maldición…

Una maldición que hace que todo les salga mal y que en estos momentos toma el nombre de coronavirus.

Una pandemia mortal que está costando miles de vidas en el mundo entero y que en España ha alcanzado dimensiones que nadie jamás hubiera imaginado.

Una masacre pavorosa, agravada por la torpeza de un gobierno social comunista que fue incapaz de tomar a tiempo las necesarias medidas sanitarias que hubieran impedido que el contagio creciera en proporción exponencial.

El gobierno social comunista está herido de muerte y, víctima de sus propias locuras, es muy probable que acabe disolviendo el Congreso para convocar a elecciones en cuanto termine el verano.

Y ya que hablamos de maldiciones, concluimos con aquel conocido diálogo según el cual a un campesino gallego le preguntaban lo siguiente:

–Pepiño, ¿tú crees en las brujas?
–No, señor, no creo…pero de que las hay… las hay.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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