¿Y si me saco el avión?

Si me saco el avión lo podría exhibir en Santa Lucía, sería el único aeropuerto del mundo en donde se ofrecería a los pasajeros entretenerse en una visita guiada y ver los lujos de un presidente de principios del siglo XXI.


Ganarse el avión


Como no hubo en el mundo gente suficientemente sabia que lo quisiese comprar, ahora se rifa porque el pueblo sabio de nuestro país le entra a todo. Lo que frustró esta genial idea fue la tremenda pandemia que ha tirado tantos proyectos. Se salvaron los neoliberales, perdieron la oportunidad de ser culpados.

En fin, la idea de la rifa es otro modo de comprobar el buen corazón de ayudar a los pobres. No debemos olvidar que primero los pobres. Aunque habremos pobres que lo disimulamos y estamos en un problema, porque a este sector nos llegan las demandas, por cierto, muy exigentes, y nos piden como si tuviéramos nuestro guardadito en algún banco del extranjero. Pero este no es el tema. Aunque explica el iluso sueño de: si me saco el avión salgo de pobre.

Desde luego, la celebración sería mediante una fiesta para mostrar todos los lujos: cama súper king size, pantallas de piso a techo, gimnasio para reponer la figura, vajillas idénticas a las del Palacio de Windsor, y mucho más hasta empalagarnos.

Después de éste y otros muchos sueños que me han llevado a olvidar mi trabajo con el que gano el pan de cada día, entré en razón y tuve que afrontar una larga lista de problemas.

¿En dónde lo guardo? En mi patio no cabe, y aunque los vecinos cooperaran con su suelo –que lo dudo–, ¿cómo lo meto? Tampoco tengo amistades que distrajeran a los encargados para seguir teniéndolo en el hangar presidencial, aunque si surgiera uno de buen corazón, con suficiente influencia –¿el informador de la marcha del COVID?– se me quitaría ese problema. Pero tendría otro más de fondo, digamos moral, estaría obligada a unirme al grupo de los sabios que eligió al mejor en 2018. La verdad, me descubrirían como embustera y oportunista porque no les llego… Fin de este sueño.

Otra idea, porque no hay que darse por vencida. Dicen que es buen negocio el de auto partes. Los deshuesaderos son famosos, allí se consigue de todo… Pues ofrezco por Amazon. Ofrezco sillas comodísimas, lámparas, espejos, vajillas, cubiertos, cristalería, aparatos de toda clase para hacer gimnasia o dar masajes. También turbinas, motores, palancas, ruedas, polveras… y mucho más… ¿Cuánto tiempo dedicaré a la venta? ¿Y si nadie se interesa? Fin de otro sueño.

Lo mejor será conseguir un espacio en Santa Lucía. Sin proyecto todo cabe. Sería el único aeropuerto del mundo en donde se ofrecería a los pasajeros entretenerse en una visita guiada y ver los lujos de un presidente de principios del siglo XXI, además así no se darán cuenta de la larga espera antes de embarcar. Alrededor se podría ambientar con algunos huesos y colmillos de dinosaurios, mamuts, camellos y caballos. Algo nunca visto.

Por último, si me lo saco, lo mejor es imitar al ideólogo de este plan, organizaré otra rifa… Pero quién me comprará los cachitos, si a él le ha costado trabajo, a mí ¿cómo me irá? Ya sé, organizaré una encuesta y con las respuestas armaré otro plan. Les tendré al tanto…

Ya amaneció y tengo que dejar los sueños. Pero si tú te lo sacas ya te di algunas ideas, espero te sirvan.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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