Deportividad, constancia y fortaleza

Podríamos decir que con el espíritu deportivo se incrementan valores como la fortaleza y la constancia y se logran magníficos resultados en la vida personal y familiar de cada persona.



En los últimos fines de semana, he estado yendo a caminar alrededor del lago de Chapultepec (segunda sección) un promedio de una hora. Tenía tiempo de no hacerlo y he observado notables mejorías materiales que se han hecho en toda esta área.

En primer lugar, prácticamente se han cerrado los accesos para automóviles –abriendo numerosos estacionamientos– y dejando esa amplia zona en un lugar privilegiado para correr, caminar, circular en bicicletas (de todos los tamaños) y con amplios jardines para que los niños y las familias convivan cordialmente y en paz. Me parece una acertada determinación de las autoridades.

En segundo lugar, la tradicional pista para correr a mayor velocidad, popularmente denominada “El Sope”, también ha sido remozada con luz eléctrica, arreglo de la gran pista a la que se da mantenimiento periódicamente, mejor vigilancia, sistema de drenaje en los carriles de la pista, etc.

Me da un gusto enorme observar cómo los niños y adolescentes se han animado a practicar más el deporte y el atletismo. Hoy veía a una niña de escasos 8 años que, vestida con tenis y pants, corría a buena velocidad por una pista; otras chicas de 13, 14 y 15 años me daban ejemplo de empeño y dedicación de correr con ánimo y sin desfallecer.

Por supuesto que los jóvenes son mayoría tanto en las bicicletas como en las carreras. Pero también, personas mayores –de ambos sexos– corren con la misma ilusión. Se ha vencido el temor a “hacer el ridículo” como se pensaba antes, cuando una señora obesa decidía practicar este ejercicio y reducir su peso.

Paseando a lo largo del lago se aprenden numerosos valores de la gente. Por ejemplo, miraba a un entrenador que llamaba la atención a un corredor que se había “desinflado”, interrumpió su carrera y se sentó entre un nutrido grupo de jóvenes.

El entrenador la daba la siguiente lección:

“-¡Jamás detengas tu carrera! Tienes que ejercitar la fuerza de voluntad y fortaleza para llegar a la meta que nos hemos trazado. Ese es el lema en los maratones: “Nunca hay que detenerse. Hay que continuar, cueste lo que cueste”.

Y a continuación le dijo enfáticamente:

-¡Ánimo, ponte de pie! Vamos a continuar corriendo aunque estés algo cansado. Esto no lo olvides.

En otras partes observaba a padres de familia enseñando a sus niños a andar en bicicleta o en patines. Si se caían, de inmediato, venían las palabras de aliento para la chiquilla o el niño que querían comenzar a llorar:

“-¡Ves, no te pasó nada! Levántate y síguele dando a tus patines (o a la bici).

También pensaba que son recuerdos imborrables en las mentes infantiles porque nunca olvidarán que aprendieron a andar en bicicleta con la ayuda de sus papás.

Más adelante, se aprecian a niños dándoles de comer trozos de “galletas de animalitos” a los peces dentro del agua, en compañía de sus padres. Por las caras de asombro y de gozo de algunos pequeñines se intuía que era la primera vez que lo hacían.

Por todo el lago se observan a familias unidas, conversando, riéndose, ya sea en las bancas o debajo de la sobra de los abundantes árboles, dispuestos a realizar un picnic comiendo sus tortas y, luego, a jugar voleibol o una “cascarita” de futbol en la que participa toda la familia.

En las pistas aledañas jovencitas y jóvenes corrían varios kilómetros con constancia y esfuerzo. Hace poco escuchaba en la pista de “El Sope” que algunos atletas han llegado a ser seleccionados para los Juegos Panamericanos. Incluso comentaban de algunos que estaban ahí que ganaron algunas medallas.

Tengo un amigo, profesor, que –junto con otros profesionistas– todos los días corren de madrugada en esta pista un par de horas y se van preparando para el Maratón de la Ciudad de México de agosto. Han logrado importantes récords personales, no obstante que ya pasan de los 40 años. Y, por si fuera poco, los fines de semana suben a montañas circundantes de la capital. Me decía el líder de este grupo de amigos: “Querer es poder. Porque muchas veces no se tienen ganas o tienes un músculo algo adolorido, o bien, está lloviendo y hace frío, pero el vencer esas adversidades templa bastante el carácter y así se animan otros a ser más deportistas”.

Y concluía:

-Es que haciendo deporte es donde más amigos he hecho porque te das cuenta cuando las personas tienen afán de superación, manifiestan deseos de mejorar en valores y virtudes.

-Luego, como soy profesor, les planteo darles breves charlas sobre valores humanos como fortaleza, constancia, superación personal, sobriedad, templanza, perseverancia en las metas, el crecer en la fuerza de voluntad, etc. y aceptan de buena gana.

En conclusión, podríamos decir que con el espíritu deportivo se incrementan esos valores como la fortaleza y la constancia y se logran magníficos resultados en la vida personal y familiar de cada persona.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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