Ahora que comienza un nuevo año tan especial

Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura en 2016, insiste que el gran problema de la humanidad radica en la indiferencia y en el cerrar los ojos a la realidad dolorosa.



Ciertamente en este 2021, todos los ciudadanos de la tierra tenemos la esperanza de que con las nuevas vacunas contra el COVID ceda esta terrible pandemia. Es el anhelo común de millones y millones de seres humanos en los cinco continentes.

Pero me pregunto si con obtener la salud del planeta es suficiente. Porque desde el punto de vista en la conducta humana no han ocurrido cambios substanciales.

Una de las canciones más emblemáticas de los años sesenta compuesta por el músico y poeta Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura en 2016, se titula “La Respuesta está en el Viento”. En ella filosofa sobre la situación del mundo actual.

Aunque fue compuesta en 1962, a casi 60 años después, siguen siendo válidos los conceptos vertidos en sus reflexiones. Porque también ahora vivimos tiempos de guerras, de crisis, de discriminación racial, de persecución religiosa, de enfrentamientos sociales, de violencia llevada al extremo, de indiferencia entre las personas y el desamor.

El poeta de nuestro tiempo trae a consideración la urgencia de replantearnos soluciones de paz, de diálogo entre las naciones, entre los hombres; de pensar en los modos pacíficos para evitar las guerras; de cómo podemos tener más entrañas de misericordia hacia nuestros semejantes; de que toda persona goce plenamente su libertad sin coacciones que lo esclavicen ni lo etiqueten negativamente.

Para ello resulta fundamental preguntarse “¿qué es el hombre? ¿Cuál es su destino y su trascendencia? ¿Cuáles son los valores permanentes que han cimentado nuestra civilización actual?”.

“¿Por qué es tan importante promover la paz y la concordia entre los pueblos? ¿Y que del mismo modo exista una apertura franca, leal y noble que conduzca hacia un fructífero diálogo para llegar a acuerdos y enriquecedoras conclusiones?”.

Para ello hemos de recorrer muchos caminos en busca de soluciones como esas gaviotas que vuelan por el azul del cielo tras recorrer largas distancias entre los mares hasta encontrar un lugar seguro en la arena dónde reposar.

Y el Nobel de Literatura se pregunta: “¿Cuántas veces las balas de cañón deberán aún volar / antes de que sean prohibidas para siempre?”. Y se responde: “La Respuesta mi amigo está flotando en el viento” (es decir, está al alcance de todos, basta con que queramos poner por obra la solución).

“¿Cuántos años cierta clase de personas tendrán que existir / antes de que se les permita ser libres?”. Porque es evidente que la discriminación racial, socioeconómica y de la libertad religiosa continúan, lo mismo el mal trato a las mujeres, a los discapacitados y esa moderna esclavitud que es una verdadera plaga de nuestra época como es “la trata de personas”.

Y el poeta continúa meditando: “¿Cuántas veces puede un hombre voltear su cabeza hacia otro lado, fingiendo que simplemente no ha vio nada?”. Porque la hambruna se ha agudizado y los que carecen hasta de lo fundamental se han multiplicado en medio de esta pandemia; existe mayor desempleo y se ha quebrantado la economía; están los miles de enfermos que solicitan sus medicinas; los tristes que requieren ser consolados porque han perdido a seres queridos y necesitan palabras de aliento y consuelo.

Hay quienes no tienen una vivienda digna, que pasan frío en invierno, ancianos y huérfanos que viven en desamparo y están esperando nuestra mano amiga y fraterna. La Respuesta depende de nosotros, de nuestra generosidad.
El Premio Nobel insiste que el gran problema de la humanidad radica en la indiferencia, en el cerrar los ojos a la realidad dolorosa, pero que conjuntamente hemos de buscar soluciones de fondo, permanentes y mover a muchas otras personas a ser generosas también.

Y el poeta Dylan se plantea el sentido trascendente de la existencia humana, cuando escribe: “¿Cuántas veces debe un hombre mirar hacia el firmamento / antes de que pueda ver el Cielo?”.

“¿Cuántos oídos debe tener un hombre / hasta que escuche a la gente llorar?”. Porque es una realidad con ese dolor humano con el que nos topamos día con día y hemos de cultivar la suficiente sensibilidad para adelantarnos a servir a los demás y socorrerlos en sus necesidades materiales y espirituales.

Un cuestionamiento de Bob Dylan que me impresionó desde la primera vez que escuché esta melodía fue cuando escribió: “¿Cuántos fallecimientos tendrás que presenciar / hasta persuadirte que todas las personas habremos de morir?”. En medio de la sociedad materialista y hedonista como la de los Estados Unidos estaba mal visto o era considerada una falta de educación hablar de la muerte, pero el poeta afronta directamente y sin rodeos esta vital cuestión.

Y concluye con “La Respuesta, mi amigo, está al alcance de tu mano; flota en el viento”. En otras palabras, tú puedes ser el detonador de esa transformación tan esperada.

Me parece que con estas consideraciones del Premio Nobel de Literatura nos da material para meditar y reflexionar acerca de este año 2021 que comienza.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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