Conchita, Capítulo VIII: Una horrible tragedia familiar

La familia de Conchita pasa por un momento complicado cuando un accidente termina con la vida de uno de sus integrantes.


Conchita


Manuel, el hermano consentido de Conchita era el administrador de la Hacienda de Jesús María, su esposa se llamaba Trini Ramos y tenía tres hijos. Cuando Concha iba de visita a la hacienda, su hermano siempre la consentía, le buscaba el mejor caballo para sus paseos y la acompañaba cabalgando y platicando por esos campos, y después ella disfrutaba jugando con sus sobrinos.

El 15 de septiembre de 1833 estaba Manuel trabajando cuando decidió tomarse un descanso, entonces vio a lo lejos que pasaba su mejor amigo y dueño de una hacienda vecina, don Francisco Cayo y Moncada, conde de Xaral del Berrio, le hizo señas y don Pancho se acercó, Manuel lo invitó a tomar algo y su amigo le dijo que llevaba prisa, pero salió Trini y le dijo que la comida estaba lista y lo invitaba, por lo que ya no pudo negarse.

Pasaron un tiempo muy agradable durante la comida, e inclusive hicieron una sobre mesa. Para el café que les llevó Trini se pasaron a unos sillones que estaban en el mismo comedor, pero en una esquina, don Pancho llevaba ambas manos ocupadas con el café y un puro, entonces a la hora de sentarse y sin entender como sucedió se dejó caer sobre el sillón y su arma pegó con uno de los brazos, y con una increíble mala suerte se soltó un disparo que fue directo a parar en una mejilla de Manuel y salió por la parte superior de la cabeza matándolo inmediatamente, y todo se convirtió en un caos en ese momento, la sangre llegó hasta el techo del comedor y la angustia de todos los presentes fue indescriptible. Trini gritaba y don Pancho parecía un autómata a punto de perder el sentido, lo que minutos antes era alegría en ese momento se transformó en llantos y angustia.

Cuando la noticia llegó a San Luis, la mamá inmediatamente se puso de rodillas juntó a toda la familia para rezar, después dio rienda suelta a su dolor. Llegaron de San Luis por la noche, los papás de la víctima estaban enloquecidos de dolor, pero no culpaban a nadie, había sido un accidente inexplicable de esos en los que no se sabe por qué razón suceden, Primitivo el hermano que presenció el suceso estaba totalmente desconsolado, después diría que de ese trágico suceso le vino la vocación sacerdotal, y Conchita que sufrió atrozmente el suceso, dice que durante el luto por su hermano reflexionó sobre la necesidad que tenía de estar más cerca de Dios pensando en que todas las cosas de este mundo pasan demasiado rápido.

Por si fuera poco, aquella noche cayó una tormenta eléctrica que era para asustar a cualquiera, era como si el mismo cielo no encontrara una explicación ante lo sucedido, el entierro fue en San Luis, Manuel iba a cumplir apenas 34 años y dejaba a su viuda y tres huérfanos, aunque fue muy duro para Conchita lo superó seguramente por la fortaleza y consuelo que Dios le dio a su alma y pronto recobró su alegría habitual.

 

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