Pablo el caminante eterno Capítulo XLVII Sabiduría humana contra sabiduría divina

A veces cometemos el error de creer que los grandes santos, como san Pablo eran seres superiores sin problemas o tribulaciones, la realidad es que eran tan humanos como nosotros, con angustias y sufrimientos.


San Pablo


A veces, nos es difícil entender algunos de los conceptos que aparecen en las cartas de Pablo, porque nos falta información y conocimiento sobre el entorno y las situaciones concretas en que se encontraba, tanto el apóstol, como las comunidades o las personas a quienes dirige su mensaje, para poder después desentrañar su esencia, y trasladar ese mensaje a nosotros, para entender mejor su significado, y lo que podemos aplicar a nuestra vida.

Ciertamente la filosofía griega no se encontraba en su mejor momento, pero en las regiones que recorría Pablo muchos veían su predicación como inferior a la de los filósofos, porque les parecía que sus conceptos no parecían estar basados en la razón humana, sino en ciertas fábulas. Por eso Pablo, en ocasiones, es fuerte cuando dice que la filosofía mundana está ya muerta, y la liga con la soberbia del hombre que se siente sabio, mientras que ensalza a los que aceptan el mensaje de Cristiano, aunque humanamente sean menospreciados. Esto lo vemos en el siguiente mensaje de la carta a los corintios.

“¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. El templo de Dios es sagrado, y ese templo son ustedes. Que nadie se engañe. Si uno es sabio según el mundo y pasa por tal entre ustedes, que se haga tonto y llegará a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es tontería a los ojos de Dios. Ya lo dijo la Escritura: Dios atrapa a los sabios en su propia sabiduría. Y también: El Señor conoce los argumentos de los sabios y sabe que no valen nada. Así que no se sientan orgullosos de sus grandes hombres. Piensen que todo es para ustedes: ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente y lo futuro, todo es de ustedes. Y ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios” (Cor 3,16-23).

Conceptos que deben haber impactado tremendamente a los hombres de su tiempo, como nos deben seguir impactando a nosotros. Que el frágil cuerpo humano sea templo de Dios lo eleva a una dignidad inimaginable, y de ahí se derivan muchas consecuencias morales que hoy en día valdría la pena recordar, cuando nos encontramos viviendo una situación similar en la que el hombre ha decidido prescindir de Dios, para hacer de su propia sabiduría la norma de todas sus acciones, y al ignorar estos principios de Pablo sobre la verdadera sabiduría, estamos llegando a incurrir en errores gravísimos sobre la condición humana, y, el respeto que merece el hombre como templo de Dios.

Otro error en el que incurrimos es el pensar que los santos, sobre todo cuando son de la estatura moral de Pablo, están más allá del sufrimiento y de la angustia. Pero el siguiente párrafo de la misma carta nos revela y nos identifica con el apóstol cuando desde lo profundo de su corazón lo vemos tan humano como cualquiera de nosotros diciéndole a los corintios:

“Porque me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha colocado en el último lugar, como condenados a muerte; somos un espectáculo divertido para el mundo, para los ángeles y para los hombres. Nosotros somos unos locos por Cristo, ustedes tienen la sabiduría cristiana. Nosotros somos débiles y ustedes fuertes. Ustedes son gente considerada y nosotros despreciados. Hasta el presente pasamos hambre, sed, frío; somos abofeteados, y nos mandan a otra parte. Nos cansamos trabajando con nuestras manos. Si nos insultan, bendecimos; nos persiguen y lo soportamos todo. Nos calumnian y confortamos a los demás. Ya no somos sino la basura del mundo y nos pueden tirar al basural. No les escribo esto para avergonzarlos, sino para amonestarlos como a hijos muy queridos” (Cor 4,11-14).

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