Gómez Morín: “que no haya ilusos”, pero los hubo

Muchos de los ilusos que votaron por AMLO, subyugados por su populismo, se han ido desilusionando.


Gobierno


“Que no haya ilusos, para que no haya desilusionados”, es la frase completa de Manuel Gómez Morín. Sabia advertencia, pero poco asimilada por la gente. Claro que hay que esperar y buscar las posibles soluciones y personajes que puedan mejorar las condiciones del bien común del país, pero esas esperanzas deben ser sensatas, con ilusiones teniendo los pies en la tierra y no con soluciones mágicas de prestidigitadores de la palabra.

Pero México tuvo tres sexenios federales que dejaron qué desear, aunque por distintas razones. Los dos panistas crearon muchas expectativas exageradas de cambio, de solución de problemas, expectativas populares que sobrepasaban las posibilidades reales de gobierno. Por eso hubo ilusiones de más, y hubo también desilusiones porque ambos gobiernos no supieron hacer lo que se llama “cacarear el huevo”. No supieron comunicar bien y a tiempo los logros de gobierno, que fueron muchos. El talón de Aquiles panista fue y sigue siendo la comunicación.

En ambos casos, en los últimos meses del sexenio, se invirtieron enormes cantidades de dinero en publicidad oficial, para que la ciudadanía tomara conciencia de los éxitos de sus administraciones. Que, por cierto, fueron muchos, y las cifras oficiales, propias del país y de organismos internacionales que lo demostraban. Pero la gente las ignoró. La verdad, la mayoría no está acostumbrada a atender información de este tipo y mucho menos a evaluarlas.

Logros como la transparencia, el servicio profesional de carrera, la información gubernamental en la Red, programas de gobierno exitosos y mucho más, simplemente no se tomaron en cuenta para votar. Por esa razón Felipe Calderón apenas ganó la presidencia y por eso, al final de su mandato, el PRI regresó a Los Pinos.

Mucho menos se tomó en cuenta la gran labor legislativa panista, algo que lamentablemente es común. En este renglón es peor la reflexión popular para evaluar partidos en el poder. Leyes nuevas o reformadas van y vienen y “nadie se entera”, como se dice.

Pero el priismo ofreció mucho, y en ese mucho bastante de ilusorio, así que hubo ilusos que se creyeron la oferta mágica de Peña Nieto y sus candidatos a legisladores, y se tragaron las falsedades sobre el gobierno de Calderón. Pero ya sabemos qué pasó. Muchas desilusiones con el priismo de retorno, algunas con razón y otras, producto de los ataques mediáticos y de campaña de sus enemigos. En especial impactó la desilusión por la terrible corrupción descarada e impune.

Mientras todo esto pasaba, un hombre se dedicaba al cien por ciento a hacer campaña política. Lo hizo desde 2005, tras dejar el gobierno del Distrito Federal para ser candidato a la presidencia. Se dedicó a ofrecer al pueblo todo lo que deseaba escuchar, así funciona el populismo en el mundo. Era Andrés Manuel López Obrador.

A él y a sus seguidores les molesta que se le diga que es un “mesías tropical”, pero toda su campaña fue mesiánica, en el sentido común del adjetivo. Primero, se dedicó a difundir su versión de las fallas, fueran reales o inventadas y las corrupciones adjudicadas al gobierno de Peña Nieto.

Ofreció el cielo y las estrellas, todo, pero todo se resolvería y de inmediato o casi de inmediato, como la inseguridad, en cuanto tomara posesión. Hizo múltiples ofertas, como bajar la gasolina (que luego negó haber dicho, pero está grabado), sacar al ejército de las calles, un crecimiento del 4 por ciento anual, y especialmente, ofreció que combatiría la corrupción. Sin embargo, se desdijo varias veces al ofrecer perdón y no persecución a quienes se señalaba de corruptos de la administración de EPN.

Toda su oferta cautivó a muchos inconformes, muchos furiosos contra EPN y también en contra de Fox y Calderón. Pidió que para poder llevar adelante su programa que llamó y llama la cuarta transformación, votaran también por sus candidatos a legisladores.

A la hora de votar, en julio de 2018, con 30 millones de votos efectivos, ganó la presidencia, y el control del congreso federal, con lo cual quedó en posición de, efectivamente, hacer lo que le pegara la gana, con la sumisión abyecta de sus legisladores federales. Fue tan efectiva su campaña populista que también ganaron gobernadores, alcaldes y diputados locales.

A pesar de ofrecer entre otras cosas, algunas abiertamente irracionales, su popularidad se mantenía ciegamente, como que el día que tomara posesión en automático cesaría la violencia en México. Ofreció también otras absurdas, contrarias al interés nacional, como la construcción de una refinería en Dos Bocas, en su natal Tabasco, un tren en el sur, llamado Tren Maya, y un nuevo aeropuerto en lo que es la base militar (no sólo aérea) de Santa Lucía.

Pero una vez en el ejercicio del poder, como dicen, la terca realidad lo contradijo. Se dedicó a hacer populismo descarado regalando dinero, corrió a miles de servidores públicos sin darles lo de ley, cerró instituciones y cometió, y sigue cometiendo grandes errores. Miente constantemente y es desmentido y exhibido en sus mentiras. Agrede a muchos sectores de la población, ha desprotegido a niños, mujeres agredidas y más. al quitar muchos programas de apoyo a la producción, ha creado grandes dificultades a productores.

El resultado de sus enormes fallas de política, el crecimiento económico se detuvo. La imagen de México en el extranjero es negativa, y con algunas de sus absurdas y ridículas declaraciones (como abrazos, no balazos, y recurrir a las madres y abuelas), se puso en ridículo en el extranjero y en vergüenza al país.

Así, muchos de los ilusos que votaron por él, subyugados por su populismo, se han ido desilusionando, en especial quienes se han visto directa y familiarmente dañados. Cada vez más de los ilusos se van desilusionando, pero muchos, muchos ilusos, se niegan a aceptar la evidencia ante sus ojos del fracaso y las mentiras del tal mesías tropical en la presidencia. ¿Y la lucha contra la corrupción? No se ve por ningún lado. Pero eso no les importa, si dice que hay lucha, la hay. ¿Y la lucha contra inseguridad? Eso sí desilusiona, es un fracaso total, una burla.

Pero el proceso de desilusión de los votantes y seguidores fanático ilusos, se ira haciendo realidad. Cuestión de tiempo, quizás demasiado para las votaciones de 2021, aunque siempre habrá, como es la experiencia del mundo, los ilusos que se negarán a reconocer su error, y seguirán creyéndole que todo, todo lo malo es culpa del pasado. Ilusos alucinados.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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