La barbarie, está visto, hoy se pinta de verde

Desgraciadamente, desde hace años la ONU fue infiltrada por feministas e ideólogos de distintas corrientes, que han ido más allá de la voluntad de las naciones y sus representantes.


Aborto


Resulta verdaderamente sorprendente constatar cómo ha penetrado en la mentalidad de muchas mujeres la idea del “derecho al aborto”. Principalmente son las jóvenes quien han tragado todos los argumentos sensibleros y egoístas que sirven para justificar dar muerte a una persona, incluso cuando rebatida la idea equivocada de que lo que llevan en el vientre es un conglomerado de células sin mayor significación, aunque normalmente se acude a este asesinato cuando la personita en desarrollo ha dejado de ser dicho “amasijo” y muestra ya las características propias de un humano.

Invocar un derecho de esta naturaleza, es negar la universalidad de los derechos humanos. Y las declaraciones de derechos humanos siempre han considerado como fundamental el derecho a la vida. El artículo tercero de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU señala expresamente que: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Se trata de un enunciado sencillo, pero de claridad rotunda sin limitantes y excepciones, pues como señala el preámbulo de la misma Declaración, el fundamento de los derechos es “la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres”.

Pretender entonces, que existe el derecho al aborto, es tanto como negar la dignidad y la igualdad de la persona en el proceso inicial de su desarrollo, cuando es más débil y frágil, afectando por igual, generalmente a hombres y mujeres, a pesar de que existen países, como China, donde precisamente son las niñas a quienes se les niega el derecho sobre su cuerpo, pues se trata de verdaderos feminicidios discriminatorios.

Desgraciadamente, desde hace años la ONU fue infiltrada por feministas e ideólogos de distintas corrientes, que han ido más allá de la voluntad de las naciones y sus representantes, para introducir en diversos documentos no vinculatorios, pero sí plasmados en documentos de la ONU, como si fueran oficiales, expresiones indirectas (derechos sociales y reproductivos) o directas para avalar el aborto, negando con ello uno de los principios y causas que dieron origen a las Naciones Unidas.

Esta deformación que tiene desorientados a muchos por la reiteración de apologías del asesinato en el vientre materno, auspiciando un genocidio más grave que los hechos de Tlatelolco o la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, pues son miles los que han muerto so pretextos sanitarios, de salud pública, daños psicológicos, violaciones o incapacidades económicas. Se ha construido una pirámide de falacias para sostener instrumentos jurídicos y mecánicos que “violan” a la mujer y se le introducen para ejercer violencia en ella y su hijo, a fin de cumplir una sentencia de muerte sin juicio, defensa o piedad.

La no existencia del derecho al aborto se ha proclamado con claridad y contundencia en las naciones que no han perdido la noción de dignidad humana y que pese el acoso internacional se mantienen firmes y resisten.

También hay quienes, hoy por hoy, se han unido y atrevido a recordarle a la Organización de las Naciones Unidas que no existe, tampoco, el derecho internacional al aborto. Así lo han manifestado a ese organismo internacional, los siguientes países: Estados Unidos, Bahrein, Bielorusia, Brasil, República Democrática del Congo, Egipto, Guatemala, Haití, Hungría, Irak, Libia, Mali, Nigeria, Polonia, Rusia, Arabia Saudita, Sudán, Emiratos Árabes Unidos y Yemen.

Resulta lamentable que en dicha lista no se encuentre México, que durante años se ha dicho defensor de los derechos humanos, de lengua para afuera. Y a pesar de que fue hasta el presente siglo cuando dichos derechos se incorporaron a nuestra Constitución, en la práctica no se respetan y hay una violación sistemática de los mismos. También es una vergüenza la ausencia de la mayoría de los países que se formaron en la cultura occidental cristiana, la cual evidentemente han abandonado y han abierto el paso a la barbarie del pasado, por más que se haga con instrumentos y medios de la modernidad.

Hoy esta barbarie pretende tener carta de naturalización en nuestro país, no sólo por lo que ya ocurre en la Ciudad de México, sino por la pretensión morenista de introducir el aborto en Oaxaca, violando la propia Constitución estatal, por la prisa de ser “avanzada” en un proceso que se pretende hacer nacional, mientras los juaristas también tiran por la borda el principio que se supone que los guía: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

La barbarie, está visto, hoy se pinta de verde.

 

Te puede interesar: México, entre la vida y la muerte 

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

@yoinfluyo

redaccion@yoinfluyo.com

 

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.